IRAQ: Marginación de sunitas armados augura más violencia

Informes acerca de una supuesta campaña del gobierno para eliminar a las sunitas Fuerzas del Despertar, financiadas por Estados Unidos, preocupan a analistas, que temen el retorno de la violencia entre comunidades religiosas o incluso la guerra civil.

Sólo una fracción de los estimados 100.000 miembros de ese movimiento, también conocido como Sahwa o "Hijos de Iraq", se integró en las fuerzas de seguridad regulares. Esto alimenta el temor de que el resto, la gran mayoría, reanuden los combates contra el gobierno, de predominio chiíta.

Gran parte de los integrantes de ese grupo son ex insurgentes sunitas que se desvincularon de la red extremista Al Qaeda en Iraq y se alinearon con las fuerzas estadounidenses, fenómeno que produjo una notable mejora en materia de seguridad.

El proceso podría revertirse si el gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki continúa demorando la completa integración de los ex insurgentes, o realiza acciones que sugieren que busca desmovilizar y dispersar a ese grupo.

El Sahwa, como fuerza organizada, nunca tuvo apoyo del gobierno iraquí. Su lealtad fue sólo con Estados Unidos. Se basó sobre la enemistad compartida hacia Al Qaeda y el apoyo de Washington, incluido un salario mensual de 300 dólares a cada uno de sus miembros.
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Aproximadamente la mitad de los "hijos de Iraq" están radicados de la provincia de Anbar.

Estados Unidos planea ceder su control —junto con el de estos grupos— al gobierno central el 1 de octubre. Esto podría interrumpir el pago, lo que contribuirá a que los ex insurgentes se sientan marginados en lugar de integrados.

El destino de los grupos Sahwa está relacionado con una lucha de poder entre los sunitas y el papel que juega en la cada vez más impredecible relación entre las fuerzas de ocupación estadounidenses y el gobierno de Al-Maliki.

Algunos analistas hacen referencia a un orgullo "desmesurado" del primer ministro y su círculo íntimo, como resultado de algunas acciones recientes, entre ellas ofensivas en Basora y Ciudad Sadr, además de su fuerte oposición a la versión original de un acuerdo de seguridad entre su gobierno y Estados Unidos.

Ese orgullo, sugieren algunos, ha llevado a Al-Maliki a intentar desmantelar a los grupos Sahwa, a pesar de sus estrechos lazos con Washington y el riesgo de que puedan dar nuevamente su apoyo a la insurgencia.

"El gobierno iraquí realmente quiere eliminarlos y no desea incorporarlos a las fuerzas de seguridad, mientras que Estados Unidos le pide que incorpore al menos a 50.000", dijo a IPS Juan Cole, profesor de la Universidad de Michigan.

También mencionó a las luchas de poder entre los sunitas como un factor importante.

Aunque muchos sunitas boicotearon las elecciones de 2005, el Partido Islámico Iraquí, cuyos miembros pertenecen a esa comunidad, participó en ellas y luego se integró en el bloque sunita en el parlamento. Al-Maliki apoyó a esa fuerza política y esto podría explicar su desdén hacia los grupos Sahwa.

Estos últimos desconfían de la preferencia del primer ministro por el Partido Islámico y temen ser perjudicados en los próximos comicios provinciales, que supuestamente tendrían lugar en octubre pero fueron postergados indefinidamente.

Hubo enfrentamientos entre miembros de los grupos Sahwa y del Partido Islámico en la provincia de Anbar. Ya sea que Al-Maliki intente convertir a esa fuerza política en la única voz legítima de los sunitas o no, es evidente el desprecio de gran parte del gobierno central hacia los "hijos de Iraq".

"El Estado no puede aceptarlos. Sus días están contados", declaró al diario estadounidense The New York Times Jalaladeen al-Sagheer, un importante dirigente chiíta de la coalición de Al-Maliki.

El gobierno emitió órdenes de arresto contra alrededor de 650 líderes de los grupos Sahwa y algunos ya han sido detenidos. Otros miembros abandonaron sus casas y pasaron a la clandestinidad.

Al-Maliki declaró el lunes que pagaría e integraría en las fuerzas de seguridad a 20 por ciento de los integrantes de los grupos Sahwa, pero un portavoz del gobierno, Ali al-Dabbagh, puso en duda los números.

Aunque Estados Unidos asegura que son casi 100.000, Al-Dabbagh señaló que para el gobierno hay sólo 50.000 y señalo, además, que unos cuantos deberían ser "purgados".

"Esto suena como la receta para tener a 85.000 miembros de esos grupos extremadamente descontentos. Hay que ver qué ocurre finalmente, pero no soy optimista, a juzgar por la experiencia pasada sobre cómo han sido tratados por el gobierno iraquí", señaló Marc Lynch, profesor de la Universidad George Washington.

A su juicio, "esto será otro clavo en el ataúd de la idea de que mejoras en materia de seguridad llevarán al gobierno a un entendimiento con sus rivales".

Si los miembros de los grupos Sahwa reanudan la actividad insurgente, se desvanecerán los éxitos de la estrategia estadounidense aplicada a partir de 2006, que llevó a decrecientes niveles de violencia en Bagdad y otras áreas sunitas.

Si uno de los objetivos principales de esa estrategia fue crear las condiciones para la reconciliación política, estas disputas entre el gobierno y los ex insurgentes sunitas indican que es prematuro declarar que ha sido exitosa. ***** +Iraq sin aliento: Cobertura especial de IPS Noticias (https://www.ipsnoticias.net/iraq/index.asp)

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