Luego de más de un año, el Centro Teórico Cultural Criterios de Cuba reanudó un ciclo de conferencias dedicadas a indagar el efecto de la política cultural en las artes, uno de los resultados tangibles del debate que sacudió a este país isleño a inicios de 2007.
Las disertaciones, que en lo sucesivo abordarán el cine, la música, las artes plásticas y el teatro, apuntan al "quinquenio gris", un período de la década de 1970 marcado por la censura y la intolerancia hacia cualquier manifestación artística diferente del canon oficial.
Sin embargo, unas pocas decenas de personas asistieron esta vez a la cita de Criterios, divulgada por correo electrónico, y en Internet solamente por el portal digital Cuba Literaria, del Instituto Cubano del Libro.
"Los medios masivos generales y culturales no dan espacio alguno a noticias que tengan que ver con este ciclo", dijo a IPS el director de Criterios, Desiderio Navarro.
"Este silencio hermético crea una preocupación: saber si se debe a que las personas que lo deciden están de acuerdo con las tesis del quinquenio gris, criticadas en las conferencias", apuntó Navarro.
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El ensayista, que se convirtió en una suerte de coordinador de la polémica protagonizada el año pasado por la intelectualidad cubana, explicó el aplazamiento del ciclo por su interés de garantizar la calidad de los conferencistas y su trabajo en la edición del libro "La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión", una compilación de las ponencias leídas en 2007.
El volumen, presentado en febrero, recoge las reflexiones y los testimonios de los destacados intelectuales Arturo Arango, Ambrosio Fornet, Mario Coyula, Fernando Martínez Heredia y Eduardo Heras León, este último una de las víctimas de las purgas de los años 70 en el campo cultural.
Por entonces, el llamado proceso de "parametración" establecía una serie de normas para los profesionales de la educación y la cultura, que escrutaban en sus preferencias sexuales, religiosidad, relaciones con personas en el extranjero y otras consideraciones personales.
En la práctica, esa política refrendada después del Congreso de Educación y Cultura de 1971 representó el ostracismo para los artistas homosexuales, el rechazo a la influencia cultural de países capitalistas, por considerarla ideológicamente nociva, y la ruptura oficial con el arte de la emigración cubana, entre otras cosas.
La aparición el 5 de enero de 2007 en un programa televisivo de Luis Pavón, presidente del Consejo Nacional de Cultura entre 1971 y 1976 y principal ejecutor de las políticas represivas de ese período, hizo temer a los intelectuales un regreso a los viejos malos tiempos y condujo al estallido de la "guerra de los e-mails", un intenso intercambio a través del correo electrónico.
Según la conferencia del martes, a cargo del crítico de cine Juan Antonio García Borrero, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) se negó a aplicar la "parametración", en gran medida por la presencia de Alfredo Guevara, presidente y fundador de esa institución y amigo personal del entonces mandatario Fidel Castro.
García Borrero afirmó que el Icaic había ganado autoridad en la década de 1960 por su participación en las polémicas intelectuales de una época marcada por un equilibrio de fuerzas en el campo cultural entre "dogmáticos" y "liberales", según la clasificación de Guevara.
Pero en los 70, la presión externa obligó a la industria cinematográfica cubana a ceder ante el reclamo de realizar más películas históricas, cercanas a la concepción didáctica del arte prevaleciente en el Congreso de Educación y Cultura, donde el programa de exhibiciones del Icaic había sido cuestionado por su efecto negativo en la juventud.
El estreno del filme "Un día de noviembre", de Humberto Solás, autor de películas antológicas como "Lucía" (1968), tuvo que ser postergado seis años a causa de su tono existencial, contrario a la visión sin matices sobre la realidad exigida por quienes ejecutaban la política cultural en aquel momento.
Los ataques al Icaic desde posiciones más ideológicas que artísticas continuaron en los años 80 luego de la exhibición de "Cecilia" (1982), también de Solás, y finalmente de "Alicia en el pueblo de Maravillas" (Daniel Díaz Torres, 1991), retirada de las salas habaneras en apenas cuatro días.
El 24 febrero de 1998, en un discurso en el parlamento, Castro criticó películas que "por ciertas y determinadas corrientes, vienen a ser filmes contrarrevolucionarios", en alusión a la cinta "Guantanamera" (1995), del ya fallecido Tomás Gutiérrez Alea, director de "Memorias del subdesarrollo" (1968) y de "Fresa y chocolate" (1994).
Las palabras del entonces mandatario provocaron un leve desencuentro con Guevara, que en una declaración pública dijo tener "desgarrada el alma, pero más firme que nunca en mis convicciones revolucionarias socialistas".
Criterios dedicará su próximo encuentro a los efectos de la política cultural del "quinquenio gris" sobre la música, tocando aristas como la prohibición de The Beatles en los medios de difusión y el acoso a los amantes del rock.
Navarro recalcó que el ciclo de conferencias continuará, a pesar de las críticas a esa iniciativa surgida en 2007 como resultado de las negociaciones con la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el Ministerio de Cultura, a raíz de la "guerra de los e-mails".