La segunda independencia económica y social de Bolivia está en marcha, dijo este miércoles el presidente Evo Morales al hablar en esta ciudad en el acto que reemplazó a la tradicional ceremonia anual de Sucre, suspendida por el clima de hostilidad que esperaba al mandatario izquierdista.
La norma constitucional instruye al parlamento, radicado en La Paz al igual que el gobierno, a reunirse en sesión conjunta de las dos cámaras para recibir el informe del presidente en Sucre, la capital del país, cada 6 de agosto, aniversario del nacimiento en 1825 como país independiente de la colonia española.
Esta vez la tradición fue dejada de lado debido al cargado ambiente de rechazo en esa ciudad, también capital del departamento de Chuquisaca, hacia el primer mandatario indígena de Bolivia, a quien se responsabiliza de los hechos violentos de noviembre mientras deliberaba la Asamblea Constituyente, que dejó un saldo de tres personas muertas.
La prefecta (gobernadora) de Chuquisaca, Sabina Cuellar, y organizaciones civiles locales, alineadas a los cuatro departamentos que buscan su autonomía, reclamaron un pedido de perdón de parte de Morales por los violentos incidentes, y advirtieron con actos de protesta que crearon un ambiente de inseguridad.
Frente a una multitud en La Paz, que acompañó el discurso con aplausos, Morales detalló en forma triunfal los buenos resultados de la gestión económica de su mandato iniciado en enero de 2006 y proclamó el inicio de un proceso de liberación para generar sustento alimentario e independencia de la aún fuerte influencia estadounidense en el país.
La inicial expresión sombría de Morales, por los incidentes registrados el martes que cobraron la vida de dos mineros a manos de la represión policial, cedió lentamente a poco de aparecer en el balcón del edificio sede del gobierno, conocido como Palacio Quemado.
En su alocución destacó el notable crecimiento de los ingresos fiscales debido a la renegociación de los contratos petroleros con las firmas transnacionales y la obtención de un saldo favorable en la gestión anual (superávit fiscal), el primero en 40 años de historia republicana.
Este líder indígena atraviesa las horas más críticas de su gobierno por la resistencia de las autoridades y organizaciones civiles conservadoras de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, que han iniciado huelgas de hambre precisamente en reclamo de recursos derivados del negocio de los hidrocarburos y que Morales destinó al pago de rentas vitalicias en todo el país.
Con ese reclamo por delante, un centenar de habitantes de la sureña ciudad de Tarija protagonizó en la víspera una serie de incidentes, que obligó a suspender una reunión prevista por Morales con sus pares Cristina Fernández, de Argentina, y Hugo Chávez, de Venezuela, que tenía por finalidad la firma de convenios de integración energética.
La sucesión de hechos de violencia protagonizados por opositores coinciden con los últimos días de la campaña desplegada por Morales, su vicepresidente Álvaro García Linera, y por ocho de los nueve gobernadores que pondrán sus cargos a referendo de la ciudadanía el próximo domingo.
Morales abonó el terreno para exponer resultados notables en materia de ingresos, pero hoy se mostró más que satisfecho al informar que desde enero de 2006 entregó a los 327 gobiernos municipales 4.674 millones de dólares en recursos fiscales, comparando esa cifra con los 4.249 millones de dólares transferidos a lo largo de los 12 años anteriores a su mandato.
Con estos argumentos, el mandatario izquierdista construyó un discurso que privilegia el buen uso de los recursos naturales como el gas, los minerales y la tierra, y proclamó el final de la historia de un "país mendigo", con una política de recuperación estatal de empresas privatizadas y una constante lucha popular.
Su informe económico fue matizado con la evocación de las luchas indígenas contra el dominio de la colonia española hasta 1825 y los posteriores levantamiento por la obtención de tierras de manos de grandes hacendados en el occidente del país y por la nacionalización de las minas de estaño, que ha vuelto a convertirse en uno los principales productos de exportación.
Mientras la oposición realiza una intensa campaña en medios audiovisuales para mostrar una situación de depresión económica, alza de precios al consumo y desabastecimiento, Morales tiene bajo el brazo los resultados de un ciclo muy favorable al comercio exterior.
Así explica que al finalizar este año las exportaciones sumarán 6.000 millones de dólares, una cifra muy distante de los 2.800 millones de dólares registrados por este concepto en 2005.
El crecimiento de las exportaciones para un país con sólo 11.000 millones de dólares de producto interno bruto es un factor que no merece mayor importancia para los empresarios y organizaciones civiles del departamento de Santa Cruz, donde se concentran la agroindustria y propietarios de grandes extensiones de tierra que no fueron afectadas por la reforma agraria de 1953.
Allí está localizada la cabeza de la oposición al gobierno nacional, con una imagen corporativa y civil en lugar de los tradicionales partidos de derecha, y su interés por retornar al cauce de una economía de mercado los convierte en blanco de las críticas de Morales.
"Algunos quieren someterse sólo al imperio (Estados Unidos) y no someterse al pueblo", dijo este miércoles, en referencia a la oposición que en su opinión busca las autonomías como una forma de generar la división del país y desea impedir la realización del referendo del domingo próximo.
Pero Morales asumió una posición de defensa frente a sus críticos que observan su inclinación por medidas favorables a los pueblos indígenas y sectores populares, y a ellos les recordó que nacionalizó la empresa de telecomunicaciones para extender los beneficios a las clases medias y grupos económicos influyentes.
Fiel a un pensamiento indígena comunitario, llamó a todos los sectores a ingresar en el camino del cambio abandonando las posiciones "egoístas, individualistas, separatistas y de ambición personal".
A manera de justificación por las tareas inconclusas, admite que en dos años y medio no es posible responder a todas las demandas históricas que datan de la colonia, de comienzos de la vida independiente de Bolivia e, incluso, o de los últimos 20 años de gobiernos de tendencia derechista y de libre mercado.