ECONOMÍA-GOLFO: El otro petróleo por alimentos

El encarecimiento del petróleo podría neutralizar el efecto positivo de las inversiones de las potencias petroleras del Golfo Pérsico o Arábigo en tierras fértiles fuera de la región, destinadas a esquivar la carestía y asegurar la seguridad alimentaria, según expertos.

Las naciones del Golfo importan en promedio 60 por ciento de los alimentos que consumen. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos toman la delantera con sus inversiones en tierras en África y Asia, para asegurarse el abastecimiento de cereales, carne y verduras.

Se trata de un cambio de tendencia. Estos países solían adquirir activos en los países ricos de Occidente. Ahora, compran tierras de cultivo en el Sur en desarrollo, en países que sufren una alta inflación inducida por el constante aumento del crudo, e incluso escasez de alimentos.

El ministro de Relaciones Exteriores de India, Pranab Mukherjee, llamó a transformar la relación de comprador-vendedor entre su país y los del Golfo en una asociación más duradera y sustancial.

"Veo las necesidades de India en materia energética y las de seguridad alimentaria en el Golfo como una oportunidad a aprovechar en beneficio mutuo", dijo Mukherjee en el Centro de Investigación y Estudios Estratégicos de Emiratos.
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En una visita a principios de mes, el primer ministro de Pakistán, Yousaf Gillani, pidió a Arabia Saudita 6.000 millones de dólares en asistencia financiera y para la compra de petróleo a cambio de "centenares de miles de hectáreas de tierras".

Según el agrónomo Shoaib Ismail, este tipo de acuerdos se volverá cada vez más común, pues es probable que la inflación y la escasez de alimentos en el mundo se agraven en el futuro.

Por temor a que la inflación desate conflictos sociales, algunos de los principales exportadores de alimentos a los países del Golfo restringieron sus ventas al exterior.

India, segundo exportador mundial de arroz en 2007, prohibió en marzo todos los embarques de ese grano que no fueran de la variedad basmati.

Medidas similares en otros lugares dispararon una ola de compras de gran envergadura, que triplicaron el precio del arroz de referencia mundial, el tailandés.

"El Golfo no es apto para la agricultura sustentable y depende de la importación de alimentos, y ha podido comprarlos a los actuales precios sin dificultad. Pero cuando la disponibilidad de petróleo y otros recursos naturales disminuya en el futuro, la región no podrá mantener el mismo nivel de dependencia", dijo Ismail a IPS.

Apenas uno por ciento de la superficie de Emiratos es cultivable, así como tres por ciento de la de Arabia Saudita. En cambio, 24 y 40 por ciento de las tierras son cultivables en Gran Bretaña y Polonia, por ejemplo.

Arabia Saudita planea poner fin a las compras de trigo a los productores locales en 2016, abandonando un programa de tres décadas que apuntaba a la autosuficiencia pero que, al mismo tiempo, afectó seriamente los limitados recursos hídricos del país.

Dada la escasez de arroz, también se ha aproximado a India, donde compra anualmente entre 500.000 y 600.000 toneladas.

"Como el escenario político mundial cambia constantemente, los países del Golfo pueden verse bajo presión en futuras negociaciones sobre alimentos", advirtió Ismail.

Al analizar la disposición de estas naciones a realizar inversiones agrícolas de largo plazo, agregó que ya cooperando con países en desarrollo con tradiciones culturales, religiosas y políticas similares y con los que mantienen lazos desde hace mucho tiempo.

"Pueden obtener materias primas básicas a precio relativamente bajo, reduciendo su dependencia respecto de Occidente. Y los países exportadores reciben inversiones que pueden aliviar las penurias originadas por el mayor costo de la tierra, el agua y los fertilizantes", señaló Ismail.

La prensa informó que el gobierno de Emiratos y entidades financieras privadas como Abraaj Capital ya han adquirido alrededor de 320.000 hectáreas de tierra cultivable en Pakistán.

Para atraer a los inversores extranjeros, Islamabad ofrece incentivos fiscales en "zonas libres" destinadas a la agricultura y ganadería. También podría aprobar una ley para no aplicarles restricciones a sus exportaciones.

Los países del Golfo se muestran cada vez más abiertos a estos acuerdos porque ven en ellos la oportunidad de importar alimentos con un ahorro de entre 20 y 25 por ciento, aliviando así las presiones inflacionarias domésticas.

El costo de vida aumentó 12 por ciento el año pasado en Emiratos, según datos oficiales, pero analistas privados creen que la inflación superó, en realidad, el 20 por ciento.

Dado que la autosuficiencia no es una opción viable, el Informe de Inflación Alimentaria, publicado por el Centro de Investigación del Golfo, con sede en Dubai, recomendó en mayo contemplar la creación de reservas de alimentos básicos "para reducir la exposición a la volatilidad del mercado".

Con el precio del barril petróleo en torno de los 140 dólares, y sin perspectivas de una baja significativa, se estima que los países exportadores del Golfo habrán acumulado nueve billones de dólares para 2020, lo que les permitirá intervenir en el mercado a través de subsidios o estableciendo techos en los precios.

Pero una de los principales motivos detrás del alza en los granos es el aumento en los costos de producción, particularmente por el mayor gasto en energía, estimado en alrededor de 40 por ciento.

"Lo que hace crecer los ingresos de exportación de Emiratos es lo mismo que provoca el aumento simultáneo de la comida que importa", dijo Dalton Garis, del Instituto de Petróleo de Abu Dhabi al diario de ese país Gulf News.

Ismail destacó, en relación con los planes de inversión en el exterior, que prefiere que el sector privado juegue un papel muy activo, "ya que puede obtener resultados significativos". El gobierno debería limitarse a supervisar "las políticas y las regulaciones".

Pero existen dudas sobre cómo podrán funcionar esos acuerdos y qué ocurrirá en el largo plazo en los países exportadores de alimentos, como consecuencia de la carestía y de los acontecimientos políticos.

Ismail anticipa una segunda ola de problemas a causa del aumento en la población de la región en los próximos años y considera que hay que realizar esfuerzos para producir frutas y vegetales en invernaderos.

"Se debe dar prioridad a productos agrícolas primarios (granos y legumbres) y secundarios (frutas y forrajes). Es posible que estos últimos sean sustentables con un empleo relativamente marginal de tierra y agua", afirmó.

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