EDUCACIÓN-RUSIA: Al compás del mercado

Al zambullirse en el capitalismo tras el colapso de la antigua Unión Soviética, Rusia atravesó cambios en materia educativa tan radicales como los políticos, como el abandono de sistema centralizado.

IPS dialogó al respecto con el ex ministro de Educación y Ciencia de ese país, Vladimir Fillipov, quien se desempeñó en el cargo entre 1998 y 2004.

IPS: — ¿Qué cambios significativos se introdujeron en la enseñanza durante su periodo al frente del Ministerio?

VLADIMIR FILIPOV: — La prioridad fue estabilizar el sistema educativo y consolidar los programas. Realizamos el primer congreso de maestros y trabajadores de toda Rusia en el Kremlin el 14 de enero de 2000, y decidimos instituir en el plano nacional una nueva doctrina educativa, que hoy atraviesa reformas necesarias.

La necesidad de reformas fue explícitamente clara para el gobierno desde inicios de la presidencia de Vladimir Putin, y los maestros apoyaron con fuerza la reforma educativa. Luego, comenzamos a implementar medidas para concretar ese programa, que incluyeron la modernización de la infraestructura y el programa escolar hasta 2020.
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Se prestó particular atención a la informatización de las escuelas. Otra innovación importante fue la introducción de un sistema unificado de exámenes. Lo siguiente fue la introducción de varios niveles en el sistema de educación superior.

— ¿Por qué se volvieron necesarias las reformas tras el colapso soviético, en 1991?

— El sistema político cambió, ya no estamos operando bajo el viejo sistema comunista centralizado. La introducción de la economía de mercado hoy constituye la base de la enseñanza en Rusia.

El sistema educativo soviético se basaba sobre la ideología comunista. Ahora somos testigos de una democratización en el sistema escolar; las materias han cambiado considerablemente y buscamos más innovación en el sector.

En la educación superior es necesario preparar a expertos que sepan trabajar en las condiciones dictadas por una economía de mercado capitalista. El mercado laboral se desarrolla rápidamente, y sus demandas también son dictadas por las cambiantes fuerzas del mercado.

— Los empleadores, especialmente en el sector privado, ¿están satisfechos con la calidad de la capacitación que reciben los estudiantes?

— El acceso a la educación terciaria se expandió sustancialmente en comparación con la era soviética. Hay casi 500 estudiantes cada 10.000 habitantes. Por otro lado, cuando hay un gran aumento en los números, la calidad decae. Pero el hecho es que un buen graduado es siempre un buen graduado, y eso no depende de la universidad.

Sorprendentemente, algunas de las universidades mejor calificadas forman graduados mal calificados. Para los empleadores es ventajoso permitir que los graduados compitan de modo igualitario en las mismas condiciones de mercado y que evalúen su eficiencia por sí mismos.

— ¿Cómo se desarrolla la educación en el sector privado?

— El sector educativo privado crece rápidamente, junto con las instituciones estatales, las cuales concentran alrededor de 70 por ciento de los estudiantes. Las inscripciones anuales aumentan por el aprecio y valoración de la educación rusa en las repúblicas ex soviéticas y de los países en desarrollo de América Latina, África y Asia.

— ¿Es suficiente el presupuesto estatal para apoyar a la educación?

— El gobierno redujo subsidios, lo que significa que los padres tienen que pagar todo el costo de la educación de sus hijos. Pero todavía hay algunos que acceden a becas estatales. También notamos disparidad en el financiamiento en centros urbanos y en regiones rurales. El gobierno federal y los gobernadores se esfuerzan por superar la brecha.

— ¿La educación rusa es comparable con la de Europa y Estados Unidos?

— Nuestras universidades tienen sus propios estándares. Cuando hablamos de los institutos de enseñanza superior estadounidenses podemos nombrar 100 como máximo, aunque hay más de 2.500. Le aseguro que 2.000 de ellas están por debajo del estándar. Muchos profesores de Israel, Francia, Bélgica y Estados Unidos abandonaron sus países para venir a trabajar aquí.

— Entonces, ¿por qué las elites rusas todavía envían a sus hijos al exterior?

— Simplemente por estatus. Eso se ve en todo el mundo. Pero muchos mantenemos a nuestros hijos en las escuelas locales. El costo de la educación en las escuelas rusas es muy menor al de Europa, y el material educativo aquí es abundante.

— ¿Cómo resumiría usted la política educativa rusa?

— El programa de reformas educativas fue iniciado en 2001 y planificado hasta 2010. Desde que dejé el Ministerio en 2004, muchos aspectos del programa, desafortunadamente, no están completos. Con la reorganización del gabinete, de algún modo se enlentecieron las reformas, porque el nuevo ministro se ha tomado su tiempo para estudiar el plan anterior.

Pero estoy contento de que mi trabajo en el Ministerio llevó a buen término una nueva política. El Estado garantiza la infraestructura educativa en todo el territorio ruso, y la política atravesó muchos cambios para ofrecer la mejor capacitación.

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