CINE-CUBA: Cámara en mano, pies en la tierra

La generación más joven de cineastas cubanos insiste en llevar sus ideas a la pantalla, a pesar de las dificultades en la producción y distribución de sus obras, la falta de recursos y la compleja relación con las instituciones culturales.

Si bien las nuevas tecnologías han hecho más accesibles el rodaje y la edición de productos audiovisuales, quienes los realizan de manera independiente difícilmente recuperan el dinero invertido, muchas veces procedente de sus bolsillos, y, además, carecen de un marco legal que los ampare.

"El audiovisual cubano actual que se hace fuera del instituto de televisión y el de cine, se asume con mucho trabajo y sacrificio", dijo a IPS Karel Ducasse, estudiante del Instituto Superior de Arte (ISA) de Cuba. "Este tipo de cine lo estamos haciendo a todo pulmón", enfatizó.

Por lo general, estos grupos de realización deben buscar cámaras de vídeo prestadas, o utilizar equipos no profesionales. La falta de presupuesto, casi siempre irrisorio, es suplida "con creatividad y con la colaboración de mucha gente", señaló Ducasse, que concluyó en 2007 su primer documental, "Zona de silencio".

Para rodar el material, este joven artista contó con el equipamiento de la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del ISA, pero el resto de los gastos los afrontó por su cuenta. "El Estado no tiene recursos para apoyar la cantidad de proyectos que la cultura cubana y los creadores pudieran asumir", indicó.

Adriana F. Castellanos, productora de set del largometraje "Vedado", relató a IPS cómo el grueso del costo de ese filme independiente, poco más de 400 dólares, fue aportado por fuentes privadas. Otras alternativas son embajadas extranjeras, organizaciones no gubernamentales o amistades interesadas en el séptimo arte.

Para Ducasse, filmar bajo el auspicio de las instituciones puede significar la aceptación de opiniones sobre la producción y el tema de los materiales, que no siempre coinciden con los criterios del realizador. Cuando se tratan cuestiones polémicas de la realidad cubana, entonces se hace más difícil recibir apoyo estatal.

La historia de la prostitución en Cuba debió ser abordada de manera totalmente independiente por Ricardo Figueredo, de 36 años, como hizo el estudiante del ISA Jesús Miguel Hernández en "Ella trabaja", al tratar la incorporación laboral de un grupo de travestis.

Ambos documentales se estrenaron en la séptima Muestra de Nuevos Realizadores que, bajo el auspicio del estatal Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), se celebró del 26 de febrero al 2 de marzo en La Habana, con la presentación de unas 150 obras, entre documentales, ficción y dibujos animados.

La carencia de presupuesto parece un factor común para los jóvenes cineastas latinoamericanos. "Trato de hacer la película que pueda realizar por mi cuenta", dijo a IPS el chileno Matías Bize, director de los largometrajes "En la cama", "Lo bueno de llorar" y "Sábado", este último rodado con apenas 60 dólares.

Sin embargo, para Bize, invitado especial a la muestra cubana, las limitaciones han terminado por beneficiar a sus filmes, pues lo han obligado a tener una idea más clara de la historia y le han garantizado mayor independencia creativa.

"Cuando uno pasa tanto trabajo para hacer algo lo valora más", señaló Castellanos, directora de "El pez de la torre nada en el asfalto", un cortometraje sobre la violencia doméstica. "Obligarte a trabajar con lo que tienes te hace moverte como cineasta independiente", afirmó.

"Para mí poner dinero en la obra es una ventaja y hasta un privilegio", sostuvo Ducasse. "Siento que sale mucho más honesta si soy capaz de creer en ella y apostar mi propio dinero para hacerla, incluso sin pensar en recuperarlo, sólo para terminarla y expresarme como creador", dijo.

"Lo más importante en el cine independiente es tener una buena idea que valga la pena contar, y estar muy seguro de lo que se quiere hacer para comprometer a la gente a trabajar con uno", acotó Castellanos, quien considera la distribución como el problema más peliagudo del cine independiente cubano.

En el seminario "Cómo se produce el audiovisual en Cuba", efectuado el día final de la muestra, el crítico de cine Gustavo Arcos llamó a legalizar las formas de producción independiente y a renovar las vías de distribución. En ese sentido, Arcos cuestionó que los gobiernos locales sean los responsables de las salas de exhibición.

Danae Diéguez, profesora del ISA, recordó las dificultades para distribuir obras que no poseen los derechos de autor de las imágenes y las bandas sonoras, un hecho ratificado por Camilo Vives, director de la Productora Internacional del Icaic, encargada de comercializar en el extranjero la cinematografía de esta isla del Caribe.

Vives, por su parte, anunció la creación en ese instituto de un área dedicada a fomentar los documentales, con la participación de jóvenes cineastas. El productor de clásicos de la cinematografía cubana como "Lucía" (Humberto Solás, 1970), estimó necesaria también la apertura de un fondo para estimular las realizaciones noveles.

La muestra organizó, además, "Haciendo cine", un espacio de concertación entre proyectos de guiones y entidades productoras. Al intercambio se presentaron 12 propuestas y ocho instituciones, entre ellas las entidades no gubernamentales Fundación Ludwig, Centro Martin Luther King Jr. y Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

"La muestra tiene un papel meritorio, porque es muy abierta, muy valiente, porque está aceptando todo tipo de trabajos y temas", apuntó Ducasse.

"Está asumiendo un papel muy necesario, al ser un festival espontáneo, donde los jóvenes confrontan sus ideas y el público ve reflejados temas de la realidad cubana de los cuales es preciso hablar", afirmó el realizador.

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