La apatía caracterizó a las elecciones generales de este lunes en Pakistán, acompañadas de violencia y denuncias de fraude.
Todavía no se sabe exactamente cuántos de los 87,5 millones de pakistaníes habilitados para votar acudieron a las urnas en las cuatro provincias de Sindh, Punjab, Balochistán y la Provincia de la Frontera Noroccidental, además de las siete agencias tribales fronterizas con Afganistán.
Pero se percibió poca presencia en los comicios, destinados a elegir 272 miembros de la Asamblea General y 728 de las asambleas provinciales. Las urnas cerraron a las 12.00 GMT de este lunes.
Al menos nueve personas murieron en enfrentamientos aislados en distintos puntos del país. Además, se denunciaron actos de intimidación, especialmente en zonas rurales.
Aunque muchos pakistaníes veían a las urnas como una oportunidad para avanzar y alejarse de la interferencia de los militares en la política, los comicios fueron antecedidos por denuncias de fraude y manipulación.
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La tensión creció tras la divulgación en Internet de una conversación telefónica, en la que supuestamente el fiscal general Malik Qayyum admitía un masivo fraude. Pero la grabación fue sólo un elemento en los tormentosos meses previos a la votación, comenzando con el regreso al país de la ex primera ministra Benazir Bhutto, el 18 de octubre, y el atentado con bomba esa noche, durante una procesión para recibirla, que dejó 150 muertos y decenas de heridos.
El gobierno postergó para este lunes las elecciones, que estaban previstas inicialmente para el 8 de enero, luego de que Bhutto fuera asesinada el 27 de diciembre en la localidad de Rawalpindi.
Para entonces, según observadores, ya se estaba produciendo una manipulación del proceso, reduciendo la credibilidad de las elecciones, como el despido por parte del gobierno de Pervez Musharraf de gran parte del sistema judicial, creando una maquinaria electoral parcializada y poniendo frenos a la prensa.
Un atacante suicida, que tenía como objetivo a un candidato independiente respaldado por el Partido Popular de Pakistán (PPP), de Bhutto, mató el sábado a por lo menos 40 personas e hirió a otras 100 en la localidad de Parchinar, cerca de la frontera con Afganistán.
El Grupo de Ciudadanos para el Proceso Electoral (CGEP, por sus siglas en inglés), organización conformada por jueces y militares retirados, periodistas y editores, señaló en un comunicado divulgado el 9 de enero que todo el proceso electoral era "muy injusto", y le otorgó una puntuación de 26 en una escala de 100.
El CGEP señaló que las perspectivas de que las últimas fases del proceso electoral fueran justas eran "muy escasas", en particular debido a la falta de independencia del sistema judicial y la falta de efectividad y credibilidad de la Comisión Electoral.
Musharraf creó una comisión gubernamental para vigilar el proceso, pero que sólo incluye a varios funcionarios y miembros de la Liga Musulmana Pakistaní Qaid E Azam (PML-Q), que lo apoya.
Además, como señaló la organización Human Rights Watch (HRW), Musharraf le ha pedido abiertamente a la población que vote por los partidos que lo respaldan (por ejemplo, durante una reunión pública en la meridional localidad de Vehari el 17 de diciembre), y promociona en periódicos y carteles callejeros los proyectos de desarrollo realizados por su gobierno. La comisión supervisora de las elecciones no incluye a nadie de la oposición. Entre sus miembros se destacan el primer ministro Mianmohammad Soomro, de la PML-Q, el ministro de Información y Radiodifusión, Nisar Memon, y el ministro de Coordinación Interprovincial, Muhammad Amjad.
"La falta de independencia e imparcialidad (de la Comisión Electoral) es uno de los asuntos estructurales clave que impiden unas elecciones justas", indicó HRW, subrayando que ese órgano está encabezado por un juez retirado designado directamente por el presidente.
Además, miembros de la Comisión trabajan además como jueces de la Suprema Corte, y eso "compromete su efectividad", dijo por su parte a IPS el director de la independiente Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, I.A. Rehman.