Brasil lidera la fabricación mundial de aviones pequeños. En Argentina descubrieron que compuestos del Viagra controlan los trastornos del sueño. En México comenzó a funcionar un reactor no contaminante que extrae oro y plata. Todo esto gracias a sus propios científicos.
Son aportes de alto calibre en el competitivo mundo de la ciencia y la tecnología. Pero esos avances y otros no alcanzan para superar el amplio rezago que en la materia tiene América Latina frente a los países industrializados.
Aunque algunos gobiernos se esfuerzan por reducir la brecha, "no se ven cambios sustantivos" en el panorama, declaró a Tierramérica Gonzalo Rivas, jefe de la división de Ciencia y Tecnología del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Brasil es el que más invierte en ciencia y tecnología, con recursos anuales que equivalen a 1,05 por ciento de su producto interno bruto (PIB), cifra importante, pero lejana al 4,5 por ciento de Israel, 3,7 de Suiza, 2,7 de Estados Unidos o el 1,4 por ciento de China.
Según Rivas, Argentina es el segundo latinoamericano que más apuesta a mejorar su desempeño en la materia.
En ese país, donde en diciembre se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, las inversiones pasaron de 0,3 por ciento del PIB en 2003 a 0,6 en 2006. La meta es llegar a uno por ciento en 2010.
México definió en 2007 un plan con horizonte en 2030. Aspira a ubicarse ese año "en el primer grupo mundial de 20 países con alta competitividad en ciencia, tecnología e innovación", según documentos oficiales.
Pero, por ahora, sus inversiones anuales respecto del PIB equivalen a sólo 0,49 por ciento, una centésima por debajo de lo alcanzado en 2000. La meta para 2030 es elevar ese rango a 2,5 por ciento.
"A pesar del aumento de las inversiones y el rendimiento en algunos países, el apoyo al desarrollo de la capacidad para la innovación en la región no ha sido proporcional a la necesidad o al desafío", indica el estudio de 2006 del BID "Educación, Ciencia y Tecnología en América Latina y el Caribe".
En general, gobiernos y empresarios latinoamericanos hablan de la importancia de las inversiones en innovación, pero "nunca ponen los recursos", indicó Rivas.
El poco apoyo en esta materia se traduce, entre otras cosas, en estadísticas oficiales "muy poco fiables" y rezagadas en el tiempo, expresó el experto en entrevista telefónica desde Washington.
El BID diseña desde enero proyectos de apoyo al desarrollo de ciencia y tecnología con Argentina, Chile, Panamá y Uruguay, informó.
El secretario de Desarrollo Tecnológico e Innovación de Brasil, Guilherme Pereira, dijo a Tierramérica que su país alcanzó el liderazgo regional gracias a un amplio plan de acción articulado con la política industrial y el sector privado.
"La innovación es prioridad", por eso se aprobó en 2004 la Ley de Innovación y otra que regula los incentivos tributarios dirigidos a alentar las creaciones tecnológicas, continuó.
La cantidad de artículos de autores brasileños publicados en revistas científicas internacionales se elevó en los últimos años hasta alcanzar casi dos por ciento del total, lo cual "equivale a la participación brasileña en el PIB mundial", agregó Pereira.
En Brasil, los pedidos de patentes —otra forma de medir el nivel de innovación, junto con el número de doctorados— superaron los 23.000 anuales en 2005. Pero dos tercios de esa cifra corresponden a solicitudes presentadas por extranjeros, según datos oficiales.
El Informe de Desarrollo Humano 2007-2008, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, precisó que, entre 2000 y 2005, los inventores brasileños obtuvieron en promedio apenas una patente anual por cada millón de personas.
En Argentina, que destina menos recursos a ciencia y tecnología que su vecino, esa relación en igual periodo fue de cuatro, la mayor en América Latina. En México, el porcentaje de patentes por cada millón de personas fue una al año.
Entre 2000 y 2005, Noruega registró 103 patentes anuales por cada millón de habitantes, mientras que Japón llegó a 857 y Estados Unidos a 244.
Ningún gobierno latinoamericano niega el fuerte rezago en ciencia y tecnología, pero se multiplican las promesas de pasar a las ligas mayores en la materia. "Estamos para apoyarles", señaló Rivas.
Luiz de Miranda, ingeniero metalúrgico y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, se declaró agradecido con su país por haber desarrollado un adecuado ambiente para la innovación y el registro de patentes.
"El problema es que después de obtenida la patente", hay que enfrentar un mercado dominado por las transnacionales, dijo a Tierramérica.
Este científico brasileño creó una tinta que protege los metales de la corrosión, pero ésta, que insumió tres décadas de investigación, aún no pudo comercializarse por falta de apoyo empresarial.
Pero no siempre sucede así. También en ese país, la Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer), fundada en 1969 por el Estado y privatizada en 1994, es hoy líder mundial en producción de aviones de hasta 120 pasajeros gracias a las innovaciones desarrolladas por ingenieros y diseñadores nacionales.
En Argentina, científicos de la Universidad de Quilmes descubrieron en 2006 que el sildenafil, compuesto principal del fármaco Viagra, es útil para tratar alteraciones del sueño. Esta investigación mereció en mayo de 2007 una publicación en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
En México, investigadores de la estatal Universidad Autónoma Metropolitana se asociaron en 2007 con una firma procesadora de minerales para poner en operación un reactor electroquímico que ahorra varios pasos de los métodos tradicionales en la separación de oro y plata, es más barato y no genera residuos. Ahora aparecen ofertas de compra del invento desde el exterior.
Rivas reconoció que hay esfuerzos importantes, pero opinó que falta mucho por hacer en la región para superar el rezago en el desarrollo de ciencia y tecnología.
Se requiere más inversión pública, que "el sector privado se incorpore de una manera decisiva y que las universidades dejen de tener esta tendencia a mirarse un poco el ombligo y abrirse más a la sociedad y particularmente al sector productivo", recomendó.
Se necesita formación en recursos humanos y educación de calidad. "El porcentaje de población que llega al sistema universitario es aún muy bajo y, además, con una tendencia fuerte hacia carreras humanistas, que son más baratas en inversión", dijo.
* El autor es corresponsal de IPS. Con aportes de Mario Osava (Brasil) y Marcela Valente (Argentina). Este artículo fue publicado originalmente el 16 de febrero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.