Eslovenia comienza el año con el reto de ejercer por seis meses la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE), uno de los mayores honores en su corta historia de 16 años como nación independiente.
Este pequeño país de dos millones de habitantes, que limita con Austria, Croacia, Hungría e Italia, es el primero de los nuevos miembros de la UE —se incorporó en 2004— que accede a la presidencia del bloque ya integrado por 27 naciones.
Eslovenia es, además, la única república de la antigua Yugoslavia que forma parte del bloque. Entre ellas, se destaca por ser la más occidentalizada y la que alcanzó el mayor grado de desarrollo.
"Para nosotros se trata de un proyecto histórico", dijo el ministro esloveno de Relaciones Exteriores, Dimitrij Rupel. "No es común que nos ofrezcan una presidencia de estas características, así que queremos realizar un esfuerzo extra", agregó.
El gobierno ha destinado 93 millones de dólares para pagar asesores, estrategas e intérpretes que le permitan ejercer el puesto sin sobresaltos durante los próximos seis meses de este año. Organizará docenas de conferencias y reuniones ministeriales.
Aunque serán una contribución a la política de la UE, también resultarán de ayuda para promocionar a Eslovenia.
Los logros del país desde que alcanzó la independencia en 1991 han sido sorprendentes. Su producto interno bruto por habitante de 22.200 dólares se aproxima al de algunos de los países ricos de Europa. La tasa de desempleo de nueve por ciento es la más baja en la zona de los Balcanes y la inflación no llega a cinco por ciento anual.
Los éxitos económicos de Eslovenia le permitieron adoptar el euro como moneda.
"Eslovenia ha estado siempre un paso adelante de las otras repúblicas de la ex Yugoslavia" —Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro y Serbia— "y no sorprendió que acelerara su ingreso a la UE", dijo a IPS la analista Misa Brkic.
"Es una lástima que las otras no hayan tenido la misma idea", agregó.
Eslovenia se enfrentó en una guerra de 10 días con el ejército yugoslavo en junio de 1991, cuando proclamó su independencia. El conflicto, en el que perdieron la vida 14 eslovenos, fue el preludio de la sangrienta desintegración de Yugoslavia.
Las guerras en Bosnia-Herzegovina y Croacia costaron más de 120.000 vidas. Los únicos "divorcios" en buenos términos fueron la independencia de Macedonia en 1992 y Montenegro en 2006.
Rupel señaló que una de las prioridades de Eslovenia, en la presidencia del bloque, será "acercar a los Balcanes occidentales a la UE". Su país, agregó, puede ser "un puente, porque conocemos mejor la región y los temas en agenda".
Croacia aspira a ingresar a la UE a fines de esta década, mientras que Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Serbia deberán aguardar por lo menos hasta 2012.
Actualmente, Serbia no se encuentra en buenos términos con la UE, que planifica reconocer en los próximos meses la independencia de Kosovo, una provincia meridional de mayoría albanesa administrada por la Organización de las Naciones Unidas.
Pero Rupel señaló que la admisión de Serbia al bloque no debe ligarse a la posición de Belgrado respecto de los planes separatistas de los kosovares.
Eslovenia ha definido cinco áreas prioritarias que impulsará durante su ejercicio de la presidencia de la UE.
La gestión se centrará en el nuevo tratado institucional, que sólo requiere ratificación parlamentaria y que reemplazó la Constitución rechazada en referendos en la mayoría de los países.
También fomentará las inversiones en investigación, conocimiento e innovación, el desarrollo de un ambiente de negocios competitivo, la reforma del mercado laboral y una respuesta a los desafíos demográficos.
Asimismo, prestará más atención a los temas relacionados con el ambiente y la energía. Buscará estrechar los lazos de los Balcanes occidentales con Europa y, por último, promoverá el diálogo intercultural entre las naciones europeas.
Los eslovenos se definen a sí mismos como gente modesta y trabajadora. Pero otros señalan algunas prácticas dudosas, como el caso de los "borrados".
En febrero de 1992, poco después de la independencia, miles de personas, que no eran de ascendencia eslovena, fueron borradas de los registros de ciudadanía y privadas de su residencia. Muchas fueron forzadas a abandonar el país, incluso hacia zonas de guerra como Bosnia o Croacia, en violación de la ley internacional.
"Fue una limpieza étnica administrativa", dijo a IPS Neva Miklavcic Predan, directora de la organización eslovena de derechos humanos Helsinki Monitor.
Predan deberá enfrentar un juicio por realizar esos comentarios a la prensa extranjera, por orden del gobierno conservador del primer ministro Janez Jansa. La policía argumentó que "estaba enlodando deliberadamente la imagen" del país.
El gobierno también tomó como blanco a la prensa. Criticó el tratamiento de "temas marginales" como el de los "borrados". En octubre de 2007, alrededor de 600 periodistas firmaron una declaración acusando a Jansa de "sofocar la libertad de expresión e imponer la censura".
"En 2006, este gobierno reemplazó a 80 por ciento de los editores de los medios de prensa eslovenos a través de su propiedad directa o indirecta de los mismos", dijo Blaz Zgaga, uno de los autores del manifiesto. "Cambió las leyes para ganar el control de la mayoría de los medios", agregó.
Para los turistas, sin embargo, la pequeña y pintoresca Eslovenia, y su capital Liubliana, presentan el idílico panorama de la vida en la nueva Europa. Y esto es lo que la mayoría de los eslovenos quieren que vea la UE.