FORO SOCIAL MUNDIAL: Tragedia en Colombia es de todo el planeta

Así como algún día el Foro Social Mundial (FSM) fue capaz de catalizar la oposición generalizada del planeta a la guerra de Estados Unidos en Iraq, el Día de Movilización y Acción Global proyectada para este sábado debiera servir para manifestar el repudio a la guerra civil en Colombia.

Así lo afirmaron activistas y expertos colombianos, quienes subrayaron que el conflicto ya ha cobrado la vida a cuatro millones de personas.

En la progresiva internacionalización del conflicto armado interno colombiano y sus secuelas de crisis humanitaria el FSM está llamado a acentuar la movilización social y a ejercer presión sobre las partes en contienda para buscar una salida negociada, según coinciden diversos analistas.

El tema humanitario no ha estado entre los ejes del Foro de la misma manera que los asuntos sociales.

Con matices, pero concordantes en valorar la incidencia que podría tener del FSM en la actual coyuntura, se pronunciaron para TerraViva, Pedro Santana, director de Viva la Ciudadanía, organización que ejerce la secretaría técnica del capitulo colombiano del Foro, Luís Fernando Arias, secretario de la Organización Nacional Indígena ONIC, y Marco Romero, director de la Consultoría de Derechos Humanos y desplazamiento, Codhes.
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La reciente liberación unilateral de Clara Rojas y Consuelo González, rehenes de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), resultado de la mediación del presidente venezolano Hugo Chávez, y las pruebas de vida de ocho de los 43 rehenes «canjeables» -políticos, policías, soldados y tres ciudadanos estadounidenses- que permanecen en la selva, parecen marcar un punto de inflexión en la guerra larvada de medio siglo.

Los relatos desgarradores sobre las condiciones de cautiverio enviadas por algunos de los rehenes y las fotografías que los muestran encadenados, enfermos y tristes, marcaron el comienzo de 2008, superponiéndose a la galería del horror que a lo largo de 2007 constituyeron las primeras confesiones de los jefes paramilitares desmovilizados, con más de 30 mil crímenes, 973 fosas comunes descubiertas, 1.153 restos humanos exhumados y 901 procesos abiertos.

«El FSM puede contribuir de manera eficaz, desde la sociedad civil continental, en la presión a sus gobiernos y a instancias multilaterales como la Organización de Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos para buscar que tanto las FARC como el Gobierno lleguen a un acuerdo humanitario», opinó Pedro Santana.

Santana dice que «urge una presión muy grande» sobre el gobierno del presidente Álvaro Uribe y las FARC para que cedan en cuanto a los llamados «inamovibles» a fin de que se produzca en canje de los 43 rehenes por unos 500 guerrilleros presos.

Las FARC exigen desmilitarizar, por 45 días, los municipios de Pradera y Florida, en el occidental departamento del Valle del Cauca, a lo que el gobierno contrapropone una ‘zona de encuentro’ por 30 días, en una región despoblada, sin despeje militar y con la Iglesia Católica como intermediaria.

La insurgencia, como referente histórico constante desde mediados del siglo XX es apenas uno de múltiples factores de la actual crisis de violencia en este país de 40 millones de habitantes, concentrados en centros urbanos (70 por ciento), cuya población campesina soporta los rigores del conflicto con el desplazamiento forzado como su expresión más notable.

En la última década, unos cuatro millones de campesinos pobres han sido sacados de sus parcelas a causa de la confrontación por el control territorial que enfrenta a guerrilla, bandas armadas del narcotráfico y grupos paramilitares –actualmente desmovilizados mediante acuerdos con el Gobierno-, y sus sucedáneos Águilas Negras y otros emergentes que los relevan.

El pueblo colombiano, y en particular los indígenas, necesitan solidaridad y acompañamiento para explorar salidas políticas humanitarias a los retenidos por las FARC y a las secuelas del conflicto en nuestros territorios, afirmó Luís Fernando Arias, de la ONIC. «Nuestras comunidades sufren estigmatización, efectos sicológicos y organizativos severos y queremos generar en la comunidad internacional conciencia de la situación que padecen los pueblos indígenas, cuyo deseo es que perviva su historia y cultura milenarias», agregó.

Este miembro de la comunidad kankuamo, de la noreste Sierra Nevada de Santa Marta, asolada por frentes paramilitares y presencia de guerrilla, opina que por Colombia pasan las tensiones regionales, derivadas de los modelos que proponen Chávez y Uribe y sus respectivos entornos ideológicos.

«La vida de los pueblos debe estar por encima. Ese debe ser un derrotero que ojala el FSM le plantee a la sociedad. «Somos los ciudadanos quienes debemos trazar cuál es ese ‘otro mundo posible’, que queremos y que lleva como lema el FSM»: para la ONIC es un mundo diverso, incluyente, pacifico, participativo, puntualiza, Arias.

Dado que no es tiempo de dictaduras en América Latina, ni de conflictos armados y que Colombia es una excepción, «éste país no ha estado en el centro de la discusión del Foro que se ha preocupado más por los temas sociales que por los humanitarios», afirma Marco Romero, de Codhes.

Romero define la actual etapa del conflicto como «de pulso militar» en la que el Estado aumenta su presencia militar en el territorio y la guerrilla es cada vez más una fuerza irregular, con menos capacidad de golpear grandes objetivos militares y de concentrar fuerza en territorios, pero con alta capacidad de resistencia.

En ese escenario, es que el desplazamiento forzado, que siempre va de la mano de las lógicas de la guerra, se exacerbó en los últimos años, aún bajo la política de Seguridad Democrática del presidente Uribe (2002-2008), con un promedio anual de 200 mil nuevos desplazados, sin contar que la Procuraduría advierte un subregistro cercano al 40 por ciento.

El director de Codhes cree a manera de espejo para Colombia, el FSM debería propiciar que se reediten las luchas que dieron organizaciones del Cono Sur con sus movimientos antiautoritarios, semilla de partidos políticos. Además, ofrecer canales para reflexionar sobre experiencias centroamericanas como las de las patrullas campesinas de Guatemala, similares a las redes de informantes que implanto el Gobierno en Colombia, y evaluar los alcances y correctivos.

«Así como el FSM cumplió un rol decisivo en la movilización de la protesta mundial frente a la invasión estadounidense a Irak, el caso de Colombia debe ocupar un lugar».

«El mundo no puede pasar por alto un conflicto de 40 o más años y cuatro millones de víctimas y debe contribuir a que no sólo se reconozcan los derechos de estas personas sino a garantizar el principio de no repetición de las masacres y de la dimensión de la tragedia humanitaria que tenemos», pero con una salvedad:

«La sociedad colombiana no puede delegar en otras su propia responsabilidad; si no podemos resolver el problema de los desplazados y otros derivados de la guerra, es que hemos perdido la posibilidad de tener una sociedad democrática donde valen los derechos humanos y está en cuestión si somos o no estructuralmente una nación», precisa Romero.

O como dijo el Nóbel de Literatura José Saramago, a su paso por Bogotá en 2007: «El día en que la tierra colombiana comience a parir sus muertos, quizá ese día, se sensibilice a la sociedad del mundo».

*Este artículo fue publicado originalmente por TerraViva el 17 de enero y reeditado para el servicio de noticias de IPS.

 

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