El gobierno de Georgia recurrió al fraude masivo en los comicios presidenciales del 5 de diciembre, afirmó el principal candidato opositor, Levan Gachechiladze, luego de la confirmación del triunfo del presidente Mikheil Saakashvili por parte de la Comisión Central Electoral.
Varios miles de seguidores de Gachechiladze continúan protestando en Tbilisi. Los nueve partidos que integran una coalición opositora afirmaron que continuarán reclamando una segunda vuelta y otras fuerzas políticas podrían sumarse a ese pedido.
El Partido Laborista, liderado por Shalva Natelashvili, exigió un recuento de sufragios después de obtener sólo 20 por ciento de los votos.
"Los comicios no fueron limpios", declaró el comisionado de Derechos Humanos de Georgia, Sozar Subari. "Se emplearon recursos del gobierno en gran escala y esto debe rectificarse para la próxima elección", reclamó.
Pero, agregó, considerando que en el pasado los ganadores obtenían entre 70 y 90 por ciento de los sufragios, el resultado más "razonable" demuestra que "el pueblo de Georgia es dueño de su destino". Saakashvili se impuso con alrededor de 55 por ciento de los votos.
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A pesar de las acusaciones de la oposición, Saakashvili ayudó durante su primer mandato a transformar el país, que fue una de las repúblicas de la hoy disuelta Unión Soviética, en una economía en crecimiento con aspiraciones de incorporarse a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
El presidente desea, asimismo, establecer lazos más estrechos con Washington y reducir la influencia de Moscú en esta nación de 4,5 millones de habitantes, ubicada estratégicamente sobre el Mar Negro y limítrofe con Rusia y Turquía.
Saakashvili dijo que ofrecerá a representantes de la oposición cargos en el gabinete, para descomprimir las crecientes tensiones políticas.
No todos, sin embargo, avalan las acusaciones de fraude. "Creo que los resultados obtenidos por la oposición son buenos. Tuvieron lo que ganaron. Si Saakashvili está debilitado, deberían sentirse felices", dijo a IPS Alexander Rondeli, presidente de la Fundación para Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Tbilisi.
"Hubo discrepancias, pero los observadores internacionales consideraron que las elecciones fueron justas y democráticas", agregó, y recordó que la oposición había declarado antes de los comicios que si ganaba el oficialismo sería por obra del fraude.
Una delegación de la Mancomunidad de Estados Independientes (CIS, por sus siglas en inglés), que reúne a 11 ex repúblicas soviéticas, señaló que no había detectado irregularidades "obvias" durante la votación.
"Los comicios, en reglas generales, fueron organizados de conformidad con la legislación nacional electoral", afirmó el presidente de la delegación, Nauryz Aidarov.
"La votación se desarrolló en una atmósfera tranquila, aunque hubo algunas fallas relacionadas con la organización de un proceso normal de sufragio. Existieron algunos problemas con los padrones, lo que en opinión de la misión de la CIS implica que algunas partes de la ley electoral deben ser revisadas", agregó.
Saakashvili también tiene sus defensores. "La oposición gozó de un buen acceso a los medios de prensa durante la campaña e incluso ahora", dijo a IPS Tamar Ghlonti, vicepresidente del Centro Guria, una organización social y educativa que sostiene programas para jóvenes en Tbilisi.
Asimismo, la oficina local del Instituto Nacional Democrático, con sede en Washington, una entidad sin fines de lucro que promueve la expansión de la democracia en el mundo, señaló que las elecciones se desarrollaron esencialmente de acuerdo con lineamientos democráticos, aunque hubo algunas fallas en el proceso.
En un informe sobre los comicios, la organización reclamó a los líderes políticos un "diálogo constructivo, adoptar una actitud de mayor consulta al público entre elección y elección y hacer más transparente la toma de decisiones en todos los niveles".
