MERCOSUR: Riesgos y oportunidades de los biocombustibles

Los biocombustibles podrían volverse una amenaza para la soberanía alimentaria de los pueblos, advirtió el ministro de Agricultura de Paraguay, Alfredo Molinas.

Al hacer un balance de la XIII reunión del Consejo Agropecuario del Sur (CAS), que concluyó el martes en Asunción, Molinas señaló a IPS que "si las estrategias no están adaptadas a nuestras realidades, pueden convertirse en un riesgo social".

Los combustibles agrícolas dominaron la agenda del CAS, integrado por los ministros de Agricultura del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y sus pares de Bolivia y Chile, países asociados a la unión aduanera.

Sin embargo, Molinas y el chileno Álvaro Rojas, presidente del Consejo, fueron los únicos ministros presentes en la reunión. Los otros Estados enviaron a representantes de menor jerarquía.

Paradójicamente, el encuentro concluyó con un compromiso retórico de coordinar acciones para aumentar la producción de biocombustibles en la región, pues consideraron que muestran un gran potencial.
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Pero cada país, aclararon, debe determinar sus metas en forma autónoma y decidir si se volcarán al mercado interno o a la exportación.

Algunos expertos ven con alarma la creciente utilización de alimentos básicos como el maíz, la soja y la caña de azúcar para destilar biodiésel y alcohol carburante, ya que la mayor demanda eleva sus precios, lo que reduce la capacidad de compra de los pobres y aumenta los costos para los países que deben importar comida.

Los participantes en la reunión del CAS sostuvieron que los biocombustibles son importantes para la agricultura regional, ya que representan una nueva oportunidad de desarrollo productivo, tecnológico, innovación, nuevos empleos, inversión y dinamización de las economías locales.

Pero las diferencias afloraron cuando se discutieron los modelos de producción y las asimetrías regionales.

Brasil es considerado una potencia mundial en la producción de biocombustibles y Argentina podría llegar a serlo por el potencial de su sector agrícola. Pero Bolivia y Paraguay tienen proyectos en ejecución, Uruguay está en los prolegómenos y para Chile es algo totalmente nuevo.

Molinas indicó que "pueden ser utilizados" como complemento para el desarrollo económico y social de los países de la región. Sin embargo aclaró que se requiere una instrumentación operativa, institucional y normativa "que permita a nuestros países progresar en esa materia".

El subsecretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de Uruguay, Ernesto Agazzi, opinó que se trata de "una oportunidad industrial más" que se inserta en la estructura agropecuaria de cada uno de los países.

"Es importante que para ello cuente con un espacio local y que no sea una actividad solamente llevada adelante por compañías extranjeras, que comprarían tierras y convertirían la producción de energía en un monopolio de grandes empresas", opinó.

Agazzi también pidió descartar una visión social que solamente responda a los pequeños agricultores, ya que "debe desarrollarse con buenos productos, con normas fijadas por las autoridades que corresponden, con buenos efectos ambientales y sostenibles desde el punto de vista económico".

Rojas consideró que los biocombustibles "ofrecen una opción importante para que los agricultores pueden ampliar sus rubros de cultivos".

La prioridad es contar con políticas estables, basadas en tres ejes principales: seguridad en el abastecimiento, eficiencia económica y sustentabilidad del desarrollo, agregó.

Rojas resaltó la necesidad de fijar un porcentaje obligatorio de mezcla de biocombustibles con las gasolinas y el gasóleo, tal como hace Brasil, como requisito para desarrollar la industria. También hizo referencia a la necesidad de establecer franquicias tributarias, exenciones impositivas y disponer de recursos para fomentar nuevos proyectos.

En la reunión del CAS también se analizaron temas relacionados con la agricultura familiar campesina y aspectos de la sanidad animal.

"La agricultura familiar está llamada a jugar un papel multifuncional en la producción de bienes, alimentos y servicios, en la conservación, el agroturismo y el mantenimiento de identidades culturales", dijo Rojas.

Molinas destacó que es necesario valorizar y modernizar la pequeña agricultura, pero advirtió que ese proceso no debe darse a costa de violentar los sistemas tradicionales de producción. Se trata, dijo, de encontrar un equilibrio entre los modelos industriales y los de pequeña escala.

"La modernización le va a permitir al pequeño agricultor formar parte de cadenas productivas, para alimentos de consumo familiar, de exportación o de biocombustibles", dijo Molinas a IPS.

"Eso permitirá que el pequeño productor en economías rurales como la nuestra deje de ser tratado como una persona residual, se incorpore socialmente y se controle de esa forma la migración", afirmó.

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