AGRICULTURA-CUBA: A la espera de reformas

Mientras ajusta el bolsillo para los gastos extraordinarios de las festividades de fin de año, la población cubana cifra sus esperanzas en que 2008 traiga, al menos en el sector agropecuario, reformas que conduzcan a una oferta de alimentos más variada y a precios asequibles.

"Yo no sé nada de economía, pero creo que esos cambios son inevitables. Además, Raúl (Castro) lo anunció el 26 de julio", comentó María Gómez, consumidora habitual de un mercado agrícola del barrio capitalino El Vedado. "Aquí encuentro de todo, pero sólo puedo venir porque mi hija vive en Italia y me ayuda", confesó la mujer.

Según dijo, cada vez que acude a ese lugar cambia 10 pesos convertibles (cuc), la moneda que circula en Cuba en lugar del dólar estadounidense.

"Gasto casi todos los 240 pesos cubanos que me dan en la Cadeca (Casa estatal de cambio de moneda) por esos 10 cuc", cada uno de los cuales equivale a 1,25 dólares estadounidenses, al cambio en efectivo.

Para un salario promedio, situado en 385 pesos, los precios de estos mercados resultan en realidad prohibitivos. Una cabeza de ajo cuesta entre cuatro y cinco pesos, una libra (450 gramos) de cebollas, 10 pesos, una libra de tomates, de cinco a 20 pesos, según la temporada, naranjas o toronjas a un peso la unidad y una lechuga a cinco pesos.
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Las expectativas sobre eventuales transformaciones en el sector rural están en la calle desde que el presidente interino Raúl Castro anunció el 26 de julio que "habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios" para hacer producir más la tierra.

Si bien el Ministerio de la Agricultura deberá rendir cuentas de su gestión en el último período de sesiones del año de la Asamblea Nacional (parlamento unicameral), previsto habitualmente para la segunda quincena de diciembre, no hay trascendidos acerca de las medidas que podrían anunciarse para frenar el estancamiento del sector agropecuario, afectado por tres años seguidos de retroceso.

Para este año se planificó en la agricultura un crecimiento de 9,5 por ciento, que según expertos se verá frustrado por el impacto de dos tormentas tropicales, lluvias intensas e inundaciones en la porción oriental del país. En tanto un verano caliente y húmedo provocó una caída de 35 por ciento en los rendimientos de la cosecha de papa.

En 2006 no hubo ciclones y el régimen de lluvias fue favorable, sin embargo las producciones agrícolas (no cañeras) descendieron 7,3 por ciento, respecto de 2005, que sí estuvo afectado por una severa sequía.

Para economistas, los desastres naturales sólo agravan el problema, que va desde la falta de estímulo al campesinado, sea privado o del sector cooperativo estatal, hasta la falta de recursos para producir más y con mejor calidad, así como el exceso de centralización administrativa, entre otros aspectos.

Al respecto, Armado Nova, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), considera prioritario dar continuidad a las transformaciones iniciadas en el sector agropecuario a principios de los años 90 e introducir nuevas medidas para facilitar "el desarrollo de las fuerzas productivas".

Los cambios de aquel entonces incluyeron la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), a cuyos miembros se les entregó la tierra en usufructo gratuito por tiempo indefinido y un programa de entrega de parcelas (también en usufructo) para el autoconsumo familiar y aumentar la producción de alimentos dirigidos al mercado interno cubano.

Esas nuevas formas de tenencia y producción se añadieron a las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y a las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), las formas básicas de asociaciones rurales que existían en Cuba desde la primera reforma agraria, que en 1959 repartió tierras a 200.000 personas y la propiedad de aproximadamente 20 por ciento de la superficie agrícola del país.

En un análisis sobre el tema entregado a IPS, Nova enumeró varias iniciativas que, de aplicarse, podrían sacar del estancamiento al sector, hasta ahora incapaz de producir alimentos en las cantidades y con los precios que necesita la isla, pese a que alrededor de la mitad de la superficie agrícola disponible está sin cultivar.

En opinión de Nova, las UBPC, CPA, CCS y otras empresas dedicadas al rubro agropecuario deberían tener autonomía para decidir cómo obtener medios de labranza, fertilizantes y otros recursos productivos, qué van a producir y a quién venderlo, así como para lograr beneficios económicos.

El experto estima además que se deben eliminar barreras de acceso al mercado a los productores, comprometidos a vender al Estado alrededor de 75 u 80 por ciento de sus cosechas, y permitir que una parte mayoritaria de la producción se venda según la oferta y demanda.

Al facilitar que los productores acudan al mercado como vendedores directos, de forma individual o cooperada, se simplifica la cadena de comercialización y la mayor proporción de los valores creados queda en la fuente productiva, como elemento de estímulo indispensable en busca del incremento de la producción, añade Nova.

Para el especialista también resultaría saludable lograr una mayor participación de la inversión extranjera, especialmente en aquellos sectores o subsectores agropecuarios susceptibles de un rápido proceso de recuperación en la producción de alimentos con destino al mercado interno y la sustitución de importaciones.

Cuba posee una superficie agrícola poco mayor a las 6,6 millones de hectáreas, lo cual representa más de 60 por ciento de sus tierras firmes. Pero su área cultivada alcanza a 3,1 millones de hectáreas, casi 1,3 millones de las cuales son sembradíos de caña de azúcar, 180.000 de arroz y 806.300 hectáreas de cultivos varios como hortalizas, viandas (raíces y tubérculos) y granos.

Según la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas, otras 104.000 hectáreas están dedicadas a la siembra de plátanos y 169.2000 a cítricos y frutales. El resto del área cultivada abarca la dedicada a café y tabaco.

Del total de superficie cultivada, más de 2,4 millones de hectáreas están en manos del sector no estatal, repartidas entre las UBPC, CPA, CCS y privados. De la superficie no cultivada, la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas señala que 2, 3 millones de hectáreas se encuentran cubiertas de pastos naturales y el resto corresponde a tierras ociosas.

Las razones de ese desaprovechamiento incluyen la escasez de recursos financieros, dado que el agropecuario es un sector altamente dependiente de la importación de insumos, y problemas ambientales, pues se estima que alrededor de 75 por ciento de la superficie agrícola del país está degradada de una u otra forma.

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