El aumento paulatino de hombres que rechazan asumir los patrones tradicionales de lo masculino y mujeres opuestas al machismo predominante pueden abrir el camino a un cambio en las relaciones de género en Cuba, más allá del efecto de las medidas de signo igualitario impuestas en el último medio siglo.
El debate sobre la masculinidad en esta isla caribeña comienza a ocupar mayores espacios en la academia, los medios de comunicación y la sociedad en general, urgido por el desafío antimachista, el auge de fenómenos como la llamada "metrosexualidad" o la mayor visibilidad de orientaciones sexuales opuestas a la heterosexualidad hegemónica.
"Las construcciones de género femenino y masculino también pasaron por muchas de las transformaciones que ha vivido Cuba en los últimos 15 años", explicó a IPS Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades. El país ha sufrido en estos tres lustros la más larga crisis económica de su historia.
González atribuye esos cambios a motivaciones económicas, por la presencia de mujeres con trabajos mejor remunerados que sus compañeros, y al efecto de "políticas públicas que promueven una mayor equidad entre ambos sexos". "Esto hizo que los conceptos tradicionales se debatieran no sólo a nivel universitario, sino dentro de la propia familia", aseguró.
Desde el triunfo de la Revolución en 1959, las autoridades cubanas han estimulado la irrupción femenina en espacios de tradicional preeminencia masculina, en particular económicos, lo cual ha provocado un paulatino repliegue de los hombres y un lento, pero constante, resquebrajamiento del dogma machista.
El Informe Global de la Brecha de Género de 2007 publicado por el World Economic Forum (Foro Económico Mundial) indica que las mujeres cubanas abarcan 62 por ciento de la fuerza técnica y profesional, aunque aún son minoría en el parlamento y en el gabinete ministerial, donde representan 36 y 16 por ciento, respectivamente.
Especialistas consideran que una de las manifestaciones más evidentes la crisis de legitimidad del modelo de masculinidad convencional es el acercamiento de algunos padres jóvenes a la paternidad, con una ternura y responsabilidad en la crianza antes reservada sólo a las madres.
Sin embargo, en buena parte de los hogares cubanos la crisis desatada a comienzos de la década del 90 acentuó la prevalencia de un orden fiel al modelo de masculinidad hegemónica, que asigna a los hombres el papel de proveedores económicos y los mantiene ajenos a las labores domésticas, la crianza de los hijos y el cuidado de las personas enfermas.
Como norma, a los varones se les educa en la creencia de que deben ser fuertes, atrevidos, exitosos en los estudios, el trabajo y los deportes, no manifestar sus sentimientos, desear a las mujeres como piezas de caza, y evitar cualquier rasgo que se pueda asociar a lo femenino.
"Los hombres no lloran" o "tienes que portarte como un hombre" repiten madres y padres a los varones desde pequeños. "¿Cuántas novias tienes?", le preguntan al infante, como una especie de rito de iniciación en una carrera donde gana el que más muchachas lleve a la cama.
En un artículo publicado por la revista cubana Temas, González asegura que la "mítica" creada por la Revolución ha luchado "contra las expresiones del machismo relacionado con las mujeres, pero se ha mantenido intransigente con respecto a los propios hombres", pues "los valores de la masculinidad hegemónica" no han cambiado.
La masculinidad hegemónica, indica el profesor universitario, sigue siendo representada "por los hombres blancos, citadinos y heterosexuales", una realidad que contradice "leyes, disposiciones e instrumentos legales contra la discriminación, las exclusiones sociales, raciales y de género", pero responde a la complejidad y resistencia de las matrices de identidad de género.
La de los homosexuales ha sido una de las masculinidades más discriminadas por el canon machista, que tilda de afeminados y hasta pervertidos a los hombres que eligen las relaciones sexuales con personas del mismo sexo.
González participó en la organización del Foro Universitario de Masculinidades y Cultura de Paz, que se realizó en sede universitaria municipal del municipio Cerro, en La Habana entre el día 21 y el 22 de este mes, con la asistencia de líderes comunitarios, profesores, intelectuales y estudiantes de diversos niveles.
La discusión de investigaciones concluidas y proyectos de tesis de grado abordaron temas en general poco tratados abiertamente en la familia o la comunidad, como la violencia de género, la emigración, la raza, las leyes, la pornografía, las legislaciones sobre diversidad sexual, atravesados por el análisis de lo masculino y lo femenino.
"Si eventos como este foro universitario lo reproducen los medios de comunicación y el sistema educativo general estaremos logrando que la academia se integre al debate de la sociedad", señaló González.
Este experto, que imparte el tema de masculinidades y cultura de paz en la Maestría de Género de la Universidad de La Habana, reconoce que "los estudios de masculinidad dentro de la academia cubana son muy recientes y con muy pocos seguidores aún", aunque algunos estudiantes han comenzado a desarrollarlos en sus trabajos de tesis.
En este sentido, existe un grupo de equidad en la Universidad de Oriente, situada en la ciudad de Santiago de Cuba, 850 kilómetros al este de la capital cubana, y uno de estudios socioculturales en la Universidad Marta Abreu, en la central provincia de Villa Clara, que realizan esfuerzos para estimular investigaciones sobre el tema.
Las sesiones del foro incluyeron una presentación sobre salud sexual del grupo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH) del Centro Nacional de Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual, y un debate sobre la metrosexualidad, con la participación del diseñador cubano de modas Raúl Castillo.