«Me gustaría que me toque algún día hacer de loca o de mala, por curiosidad… porque en realidad yo no soy así», aclara Carmen Drive, una ama de casa argentina de 56 años que ya actuó en 18 películas sin salir siquiera de su ciudad de sólo 30.000 habitantes.
Drive es una de las actrices preferidas del dúo de cineastas Julio Midú y Fabio Junco, promotores de un fenómeno cultural conocido como "Cine con vecinos", que surgió casi como un juego hace más de una década en la localidad de Saladillo, 180 kilómetros al sudoeste de la capital argentina en la oriental provincia de Buenos Aires.
Más de 300 vecinos, incluido hasta el intendente local, se prestaron a la aventura de representar personajes en la ficción. Primero en telenovelas y luego para la gran pantalla. Los estrenos consiguieron que se reabriera el cine del lugar, y las películas fueron exhibidas en múltiples festivales de Argentina y del exterior.
La idea fue replicando en otros distritos, despertó la curiosidad de la crítica, y es vista con interés ahora por la televisión. El canal 7, estatal de Argentina, proyectará en 2008 una selección de filmes en la que participan vecinos, con la idea de abrir ventanas a un nuevo lenguaje cinematográfico a su vez muy variado.
En los últimos años, estas películas merecieron una sección especial del Festival de Toulouse, en Francia, pero también en encuentros realizados en Bolivia, Cuba, México, Estados Unidos, Francia, Holanda y Uruguay, así como también en festivales internacionales y locales realizados en ciudades y provincias de Argentina.
"Son películas de muy bajo presupuesto, filmadas con cámaras que muchos tienen en casa para los cumpleaños, y los actores son vocacionales, familiares del director o vecinos", explicó a IPS Junco, volcado ahora al "IV Festival Nacional de Cine con Vecinos" que se realizará del 4 al 8 de diciembre en Saladillo.
Apenas terminado el encuentro, los fundadores del movimiento viajarán a Cuenca, Ecuador, para organizar un taller de cine con esta modalidad, de manera de promover la actividad en ese país donde se manifestó un gran interés, contó.
El festival, que lleva el lema "La diversidad cultural de un cine propio", surgió para captar ideas similares en ciudades y pequeños pueblos del interior. "Recibimos 46 largometrajes de todo el país, se seleccionaron ocho para competir y ocho para la muestra", explicó. El jurado está integrado por destacados directores y directoras.
Está conformado por Lucía Puenzo ("XXY"), Leonardo Di Cesare ("Buena vida delivery"), Aníbal Di Salvo ("Los próximos pasados"), Pablo Mesa ("Buenos Aires 100 km"), Lorena Muñoz ("Yo no sé qué me han hecho tus ojos"), y Fernando Spiner ("La sonámbula"), quienes ya vieron las películas preseleccionadas.
El premio a la mejor película es un micrófono profesional "boom" para cine, cedido por la Secretaría de Cultura de la Nación, pero serán reconocidos con estatuillas de madera y aluminio hechas en la Escuela Técnica de Saladillo a los mejores director, guión, actriz, actor y producción.
"Puenzo estaba eufórica, muy sorprendida por el material que vio, porque le parece que abunda en nuevas ideas, en renovadas estructuras dramáticas y en una increíble autenticidad en las actuaciones, para nada artificiosas", subrayó Junco. Pero, aparte de la competencia, él y Midú eligieron películas para la muestra.
Para Junco, no hay manera más efectiva de dar a conocer cómo se habla en los pueblos del interior del país que a través de estos filmes, por eso es que tienen un gran interés cultural.
"Las preseleccionadas para competir fueron elegidas por el cinéfilo del Festival de Toulouse Hayrabet Alacahan, por su factura técnica. Pero nosotros para la muestra preferimos películas más populares y divertidas, que, aunque sean algo desprolijas, resultan más afines para un festival de cine con vecinos", explicó.
Entre los títulos seleccionados para una y otra sección hay directores provenientes de la capital argentina, pero sobre todo de localidades de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Salta, Río Negro, Santa Cruz, Tucumán y Neuquén. Algunos son estudiantes de cine, otros aficionados y hay entre los actores incluso peones rurales.
Durante el festival se proyectará además el documental "Las dos orillas", del argentino Emilio Cartoy Díaz, y habrá clínicas de producción cinematográfica a cargo de directores reconocidos como Nicolás Batlle, disertaciones especiales sobre guión (Meza) y tecnologías digitales (Rodolfo Hermida).
Pero además, los organizadores aprovecharán que el fenómeno cumple una década para lanzar una fundación que les permitirá recibir subsidios del Estado, para promover sus realizaciones, y firmar convenios con provincias, municipios, instituciones y con otros países.
"Ahora no podemos hacer muchas cosas porque somos dos personas que recibimos apoyos pero en cambio si somos una fundación todo será más fácil", dijo.
Junco y Midou también empezaron como aficionados, y con el tiempo decidieron estudiar cine. Sus últimas producciones, que ellos consideran las más logradas, fueron "Lo bueno de los otros" y "El último mandado". En ambas actuó Drive, en personajes muy distintos.
"En realidad yo actué en casi todas las de los chicos", dice la mujer, que tiene un hijo y cuatro nietos, y trabaja como cuidadora de un bebé. "Yo creo que hubiera sido actriz porque me gusta, no me da vergüenza para nada. En 'Lo bueno de los otros" hacía de una esposa sufrida, sometida, y en 'El último mandado" interpretaba a una mucama maleducada".
Drive trabaja además en una telenovela que se ve en Saladillo los fines de semana, dirigida por Midú. "Acá mucha gente que no me conoce me identifica en la calle por la novela", cuenta orgullosa. Pero, a pesar de que su trayectoria sugiere que el oficio en ella está consolidado, admite que algunas veces "mete la pata".
"Siempre nos reímos de una vez que estábamos haciendo 'Lo bueno ' y yo, sin pensar, me fui a la peluquería, me teñí el cabello más claro y me hice permanente (rulos). Ni pensé que faltaba grabar escenas. Los chicos me querían matar, pero bueno, me puse un pañuelo en la cabeza y listo, la terminamos".
