BOSNIA-HERZEGOVINA: Renovado caos político de raíces étnicas

Doce años después del fin de la guerra que le dio origen, Bosnia-Herzegovina es aún incapaz de funcionar como estado, como lo demuestra la renuncia del primer ministro Nikola Spiric, de la minoría serbia.

Crédito: UN Photo/John Isaac
Crédito: UN Photo/John Isaac
La renuncia del serbio Spiric sumió al país de cuatro millones de habitantes en su peor crisis política desde que sobrevino la paz entre los bosnios musulmanes, croatas y serbios que constituyen la población de este estado multiétnico.

El acuerdo de Dayton, firmado en 1995 en esa ciudad estadounidense, puso fin a las guerra de los años 90 y condujo a la creación de dos miniestados semiautónomos, ambos integrados en Bosnia-Herzegovina: la República Srpska (República Serbia de Bosnia) y la Federación Musulmano-Croata.

Por encima de sus órganos locales se ubican el gobierno y el parlamento centrales, además de una presidencia rotativa de tres miembros.

El acuerdo que selló el fin de la guerra de 1992-1995 en Bosnia-Herzegovina estableció una complicada estructura de representación para serbios, croatas y musulmanes.
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Se requería consenso en el gobierno y el parlamento, pero el alto representante de la comunidad internacional para Bosnia, Miroslav Lajcak, ahora introdujo el principio de la mayoría simple.

Spiric renunció el 1 de este mes, luego que Lajcak presentó iniciativas dirigidas a mejorar la eficiencia en el gobierno y el parlamento como precondición para acelerar la integración a la Unión Europea (UE).

El trabajo de los poderes Ejecutivo y Legislativo a menudo se vio estancado por ausencia de sus miembros.

Spiric protestó contra lo que consideró una intrusión. "Los extranjeros controlaron este país durante 12 años, y esto no está bien. Renuncio. Es la decisión correcta. Desafortunadamente, 12 años después de Dayton, Bosnia-Herzegovina no es un estado soberano", dijo.

Los serbo-bosnios se mostraron indignados por la renuncia, pues temen perder su representación en instituciones centrales a manos de los "bosniaks", los musulmanes bosnios que constituyen la mayoría del país.

Lajcak describió la renuncia de Spiric como "irracional, emocional e irresponsable".

La posición de Rusia complicó la campaña de Lajcak. El Consejo de Implementación de la Paz, integrado por representantes de 40 naciones que controla a la Bosnia-Herzegovina de posguerra, respaldó a Lajcak, pero Moscú, tradicional aliado de los serbios, se abstuvo.

El representante ruso ante el Consejo, Alexander Bocan Harchenko, dijo que el organismo había optado por sembrar "mayor irritación y empeoramiento".

"Las medidas de Lajcak van contra el espíritu de Dayton", dijo Harchenko en una declaración escrita emitida desde la Embajada de Rusia en Sarajevo.

Harchenko es también el representante ruso en el panel internacional de tres miembros que negocia el estatus de la meridional provincia serbia de Kosovo, junto con el diplomático alemán Wolfgang Ischinger y el enviado estadounidense Frank Wisner.

La renuncia de Spiric no puede solucionarse con nuevas elecciones. Bajo la Constitución impuesta por la comunidad internacional a Bosnia-Herzegovina, el actual gobierno continuará, aunque sin ninguna posibilidad práctica de operar.

La mayoría de los bosnios parecen temer que el gobierno permanezca bloqueado, pese a la explicación brindada por Lajcak a la prensa local de que "el funcionamiento del Estado no está en peligro" y que "habrá un gobierno provisional, que debería hacer el trabajo de manera adecuada".

"Ésta es la peor crisis que presencia el país desde 1995. Y los vecinos no están ayudando", dijo a IPS Jovo Bakic, un analista de Belgrado. Se refería a las políticas de Serbia, que respalda a los serbo-bosnios.

El primer ministro de Serbia, Vojislav Kostunica, acusó a Lajcak de ser parte de una conspiración más amplia contra los serbios para "generar la independencia unilateral de Kosovo y eliminar a la República Srpska".

La posición de Belgrado condujo a un proceso diplomático inusualmente agudo desde Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia.

Los contenidos no fueron revelados, pero un diplomático de una de estas naciones dijo a IPS que "hubo un severo recordatorio a Belgrado en cuanto a que Kosovo y la República Srpska no pueden ser tratados de la misma manera".

"El acuerdo de paz de Dayton es un documento internacional sustancial para Bosnia, mientras que Kosovo vive bajo la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", dijo.

"Los dos asuntos no funcionan como naves conectadas", agregó.

Pero el diplomático ni confirmó ni negó si la advertencia se refería a la posibilidad de que los serbios en Bosnia-Herzegovina convocaran a un referéndum sobre la independencia una vez que Kosovo la proclame.

El estatus de Kosovo es negociado desde hace meses con mediación internacional. La provincia es administrada por la ONU desde 1999. Los líderes albano-kosovares dicen que proclamarán la independencia en diciembre.

La ONU se hizo cargo de Kosovo luego de 11 semanas en que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) bombardeó Serbia, debido a la represión lanzada por Belgrado contra dos millones de albaneses.

El periódico Oslobodjenje, de Sarajevo, señaló en un comentario que "la responsabilidad del empeoramiento de la situación radica en los líderes políticos bloquean el progreso con su comportamiento agresivo".

El periódico dijo que incluso líderes religiosos como el jefe de la Comunidad Islámica de Bosnia, el gran muftí Mustafa Ceric, ahora intentan explotar la situación.

En una reciente visita a Estados Unidos, Ceric presionó para lograr la abolición de la República Srpska. La oficina de Lajcak lo reprendió duramente por ese reclamo.

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