Cristina Fernández reconoce que buen parte del éxito obtenido el domingo, al ser elegida presidenta de Argentina, se lo debe a la gestión positiva de su esposo, el actual mandatario Néstor Kirchner. Su reto, lo sabe, será grande por los asuntos pendientes y por ser mujer.
Los colaboradores y adherentes de Fernández recibieron la confirmación del triunfo con una celebraron medida y su primer discurso fue moderado, como si quisiera ya marcar una impronta distinta al accionar de su esposo y al de ella misma en la campaña electoral, en la que se mostró aguerrida, fría y distante.
Contados 96 por ciento de los votos, la senadora del centroizquierdista sector gobernante del Partido Justicialista (peronista) recoge 44,9 por ciento de ellos, mientras que su más cercana competidora, Elisa Carrió, también en el centro hacia la izquierda, se consolidó como referente de oposición aunque quedó sólo con 23 por ciento de los sufragios.
Esos datos, cuando casi finaliza el escrutinio, confirman la elección de la senadora Fernández como presidenta de Argentina a partir del 10 de diciembre, puesto que sólo se apela a una segunda vuelta si el o la postulante no logra superar 45 por ciento de los sufragios o recoge entre 40 y 45 por ciento y el segundo en disputa se le acerca hasta menos de 10 puntos porcentuales.
Les siguen en orden de adhesiones el ex ministro de Economía del gobierno actual el centrista Roberto Lavagna, con 16,9 por ciento de los votos, y el gobernador de la occidental provincia de San Luis, el peronista de derecha Alberto Rodríguez Saá, con 7,7 por ciento. El resto de los apoyos se repartió entre otros 10 candidatos que representan distintas tendencias del arco ideológico.
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De este modo, Fernández será la segunda presidenta elegida en la historia independiente de los países sudamericanos. La primera fue su vecina, la socialista Michelle Bachelet. Pero su arribo al gobierno de Chile, si bien estuvo precedida por un líder de la misma Concertación por la Democracia y con alto nivel de aceptación, no fue allanado por ningún familiar.
El analista político y encuestador Rosendo Fraga explicó a IPS que la victoria de Fernández es "relevante" comparada con 22 por ciento de los votos que obtuvo su marido en 2003. Pero también advirtió que "más de la mitad de los votantes no optó por el oficialismo".
Fraga recordó que, con excepción de Kirchner, los mandatarios elegidos desde la recuperación de la democracia en 1983 lograron un porcentaje mayor de votos que ella. Por eso, sostuvo que la recién electa presidenta debe haber tomado nota de ese dato al hablar por primera vez luego de conocido el resultado.
Con un discurso cálido y agradecido que hizo hincapié en la responsabilidad que le espera y con un llamado "a toda la sociedad" para una amplia participación, Fernández dejó por primera vez de lado el tono batallador que usó en la campaña y que la clase media y alta al parecer rechaza.
"Hemos ganado ampliamente, tal vez con la mayor diferencia entre la primera fuerza y la segunda en la historia de la democracia", dijo, pero enseguida añadió que eso, "lejos de ser un privilegio, nos coloca en un lugar de mayor responsabilidad". Luego llamó a participar a todos, "a los que nos votaron y a los que no".
Según el análisis de los resultados, Fernández, tuvo un fuerte respaldo de los sectores bajos y medio bajos, tradicional bastión del Partido Justicialista. En cambio le fue mal electoralmente entre las clases medias y medias altas de las ciudades. "Quiero que gane Cristina, pero voté por Carrió", dijo a IPS un votante de la ciudad de Buenos Aires de 52 años.
El hombre, que trabaja en una empresa publicitaria, comentó que Fernández garantiza la continuidad del modelo de Kirchner, que logró un sostenido crecimiento económico. "Pero no quiero que estos tipos se crean que estamos con ellos a muerte", explicó aludiendo al oficialismo.
Su hijo, que votaba por primera vez, prefirió en cambio respaldar a quien a la postre resultó ganadora, pero sin convicción. "Dicen que todavía les falta, que saben como hacerlo", dijo parafraseando el eslogan de campaña. "Les di mi voto para ver si lo hacen", añadió.
En estas expresiones puede estar parte de la explicación de porque la esposa de Kirchner, aunque logró la presidencia con holgura, perdió en las tres ciudades más grandes de Argentina. En Buenos Aires quedó segunda, con 23,64 por ciento de los votos, al igual que en Rosario, con 32,91 por ciento, mientras que en Córdoba llegó tercera, con 23,82 por ciento de los votos.
Tampoco le fue muy bien en La Plata, su ciudad natal y capital de la oriental provincial de Buenos Aires, a la que representa en el Senado. En esa urbe también obtuvo un segundo lugar, con casi 34 por ciento de los votos.
Empero, en las ocho provincias en las que se elegía gobernador ganaron los aliados al gobierno de Kirchner, del peronista Frente para la Victoria.
Pero la victoria clave fue la obtenida por el actual vicepresidente de Argentina, el ex motonauta Daniel Scioli, en la provincia de Buenos Aires, que representa 38 por ciento del padrón electoral del país. El ahora gobernador electo se alzó con 48,1 por ciento de los votos, seguido de Margarita Stolbitzer, postulante de la coalición liderada por Carrió, con 16,6 por ciento de los sufragios.
En el Congreso Nacional, el oficialismo logró aumentar su representación, que ya era mayoría absoluta en ambas cámaras.
El hecho de ser mujer no fue obstáculo. Pero no porque la prédica feminista haya arraigado fuerte entre los electores. "Soy candidata porque el gobierno (de Kirchner) fue bueno. Si no hubiera sido así, no habría podido serlo", admitió en plena campaña ante un columnista del rotativo local Clarín.
En diálogo con IPS, la encuestadora Analía del Franco, de la consultora Analogías, coincidió en que "Cristina", como la llaman todos, "ganó porque formaba parte de un proyecto político y de un gobierno que tenía muchas posibilidades de renovar el contrato con la sociedad. No por su marido".
Lo que resta brillo a su elección es la forma en que fue designada. Cristina fue catapultada por su esposo. "Es verdad que hubiera sido mejor ser proclamada por un partido, pero hay que decir que esto se dio en un contexto en el que prácticamente ningún candidato pasó por elecciones internas", aclaró Del Franco.
La encuestadora remarcó que la candidata elegida tiene trayectoria como legisladora muy involucrada en los grandes temas del país. "Fue respetuosa del gobierno de Kirchner, manteniéndose siempre al margen. Esperemos que ahora él haga lo mismo", auguró.
Al respecto, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, no tiene dudas, al descartar de plano que haya un "doble comando" en el manejo del próximo gobierno. "Quien conoce a la pareja sabe que, aunque conversan todo, conocen perfectamente el rol que cada uno debe tener", aseguró.
Sobre el tono moderado de su primer discurso, afirmó que la presidenta electa "entiende el diálogo como una constante" y "conoce muy bien que las cosas se hacen por consenso". "Hemos elegido a una presidenta mujer que era el mejor candidato que teníamos, estoy seguro de que nos va a llenar de orgullo", confió este estrecho colaborador de Kirchner y que, según versiones periodísticas, seguiría en el mismo cargo.
Los comicios nacionales de Argentina transcurrieron sin violencia y con relativa normalidad, salvo el presunto robo de boletas denunciado por candidatos de la oposición. Pero el Ministerio del Interior y la Junta Electoral Nacional aclararon que la existencia o falta de papeletas de votación en las mesas es responsabilidad de los partidos y de sus fiscales.
De todos modos, apoderados de casi todos los partidos opositores hicieron una presentación conjunta ante la justicia electoral para que investigue si hubo "robo sistemático de boletas".
Se estima que concurrieron a las urnas el domingo 73 por ciento del padrón electoral, un porcentaje de los más bajos del último siglo en un país donde el sufragio es obligatorio.
La Coalición Cívica, que lideraba Carrió, también protestó por la demora de las autoridades en contar los votos de las ciudades, una dinámica que provocó que en las primeras horas tras el cierre de la votación se creyera que Lavagna había salido segundo y no tercero, como finalmente ocurrió.
Carrió, molesta con el oficialismo que salió a celebrar el triunfo con apenas 15 por ciento de las mesas escrutadas, resolvió esperar hasta la madrugada de este lunes para reconocer su derrota y celebrar de todos modos una "buena cosecha" para el futuro.
"Está claro que soy la líder de la oposición y voy a ejercer ese cargo", dijo Carrió, hoy sin ningún cargo institucional a ejercer. También apuntó que no volverá a postularse para la presidencia a fin de dejar ese espacio a nuevos dirigentes de la coalición.
El gran derrotado, según los analistas, fue el empresario derechista Mauricio Macri, elegido hace cuatro meses alcalde de la ciudad de Buenos Aires con un alto caudal de votos, y que ahora no apoyó directamente a sus aliados, que hicieron una pésima elección.
Ricardo López Murphy, socio político de Macri, obtuvo apenas 1,4 por ciento de los votos a la presidencia. "Macri perdió 750.000 votos en cuatro meses", estimó el sociólogo Artemio López. De todos modos, este observador tampoco se ilusiona con el crecimiento de la Coalición Cívica.
"Hizo una buena elección, pero su continuidad no está garantizada. Tiene un gran desafío por delante. Lo único que no está en duda es que la gran referente de la oposición a nivel nacional es ahora Carrió", remarcó López, de la consultora Equis.