«El desierto ha sido un lugar de inspiración de santos y anacoretas. Tiene un significado mitológico, místico, es un espacio de observación, reflexión y fascinación», dice, entusiasmado, Arturo Duclos, curador de la primera muestra artística a realizarse en la zona salitrera del norte de Chile.
La primera Bienal Arte en el Desierto tendrá como sede entre el 17 de este mes y el 31 de octubre a la ex oficina salitrera Humberstone, declarada en 2005 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Humberstone y su similar Santa Laura fueron amparadas por la Unesco y de inmediato fueron también ingresadas a la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro, debido a su importante deterioro provocado principalmente por los terremotos que han azotado al norte chileno.
Ambas se sitúan en el desierto de Atacama, de la región de Tarapacá, a unos 1.800 kilómetros al norte de Santiago. Fueron construidas en 1872 y pasaron por diversos propietarios y paralizaciones temporales hasta su cierre definitivo hacia la mitad del siglo XX.
Entre 1880 y 1930 se vivió el auge mundial de la industria salitrera. El mineral se ubicaba principalmente en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, pertenecientes a Perú y Bolivia, respectivamente, pero era explotado por empresas de capitales chilenos e ingleses.
Precisamente, diferencias comerciales derivadas de su explotación y la fuerte influencia de esos capitales llevaron a la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883) o del Salitre, que terminó con la victoria militar de Chile y la incorporación a su territorio de las dos regiones ricas en nitrato.
Este mineral fue muy utilizado como fertilizante en la agricultura y para la confección de pólvora. Perdió importancia cuando se creó su símil artificial a fines de la Primera Guerra Mundial.
La oficina donde se decidió inaugurar la Bienal adquirió ese nombre en 1934 en honor al ingeniero químico inglés James Thomas Humberstone. En su mejor época llegó a albergar a una población de 3.700 personas. Actualmente es propiedad de la Corporación Museo del Salitre, institución privada sin fines de lucro.
La muestra es una iniciativa del destacado pintor chileno Benito Rojo, originario de la región de Tarapacá, y gestionada por la productora CB Asociadas. Cuenta con el auspicio y patrocinio de diversas empresas privadas y reparticiones públicas.
Duclos comentó a IPS los 12 artistas y el arquitecto convocados para la bienal tienen trayectorias "consistentes" y son capaces de "reflexionar e investigar sobre el lugar elegido para plantearse desafíos"..
La obra emblemática de la muestra es "Escritura en bicicleta", ideada por el Colectivo O-inc, integrado por los jóvenes artistas Antonia Rossi, René Valenzuela y Hernán Rivera.
Ellos colocarán 20 bicicletas en la entrada de la oficina para que sean utilizadas por los visitantes, quienes además recibirán un reproductor de audio digital donde escucharán el relato de una antigua habitante de Humberstone, que actuará como guía turística.
La idea es que los espectadores finalicen su recorrido en una torta calichera de 15.000 metros cuadrados, donde estará escrita la frase "Esto no es América", que cita a la obra homónima del artista chileno Alfredo Jaar, que denuncia el imperialismo estadounidense, explicó Duclos.
Otros de los creadores chilenos que estarán presentes en la bienal son Gonzalo Díaz, Rodrigo Vergara, Iván Navarro, que reside en Nueva York, Juan Pablo Langlois, Carolina Ruff, Rosa Velasco y Camilo Yánez. También participarán la fotógrafa Paz Errázuriz y el arquitecto Andrés Silva.
Según el curador, una de las principales características de la bienal es que todas las obras están pensados para ser registrados desde el aire por instrumentos como Google Earth, imágenes que serán reproducidas en la página de Internet www.arteeneldesierto.cl, que estará disponible a partir de la inauguración.
El objetivo de los organizadores es difundir, a través de la tecnología, las obras de gran formato creadas para la muestra, ya que están conscientes de que es un desafío desplazar el arte desde la capital hacia el norte del país e intervenir un lugar remoto como la oficina salitrera.
"Esperamos provocar un remezón, un impacto a nivel regional. Creemos que es una iniciativa que puede ayudar a descentralizar los proyectos artísticos y a potenciar el turismo del norte de Chile", indicó el curador.
Las obras de Langlois y Errázuriz traen de vuelta a los trabajadores de la salitrera. El primero realizará 50 réplicas en papel de diario de ropa de trabajo y utensilios de uso cotidiano de la población, como overoles, pañuelos para protegerse del sol, camisas, bototos, sombreros y delantales.
La fotógrafa, a su vez, retrató a ex obreros de Humberstone que todavía viven en la región y amplió las imágenes a escala humana para ser repartidas por la ciudadela.
Las duras condiciones laborales que soportaban los trabajadores salitreros hicieron brotar con fuerza a comienzos del siglo pasado el movimiento sindical en el país. En 1907 se produjo la emblemática matanza de la escuela Santa María de Iquique, en la que fueron asesinados centenares de obreros en huelga.
La historia de esa matanza fue plasmada en una cantata, que lleva ese nombre, compuesta a fines de 1969 por Luis Advis y estrenada en julio del año siguiente por el grupo Quilapayún, parte fundamental de lo que se dio en llamar La Nueva Canción Chilena.
Los 100 años de ocurrida la tragedia están siendo conmemorados con diversas actividades en todo el país.
Para el próximo año está programada la publicación de un libro y un filme documental sobre la primera Bienal Arte en el Desierto. Los organizadores esperan realizar en 2009 la según versión del evento en otro lugar del norte chileno, la cual estaría abierta a creadores extranjeros.