TRABAJO-ARGENTINA: Infancia perdida en el surco

Productores agropecuarios, sindicalistas y gobernantes de Argentina suscribieron este martes, junto a representantes de organismos internacionales, un compromiso para denunciar públicamente el trabajo rural infantil y coordinar estrategias para desalentarlo.

Datos recogidos por el Ministerio de Trabajo indican que ya suman 1,9 millones los niños, niñas y adolescentes que trabajan en Argentina, 400.000 de ellos en tareas rurales, una práctica sobre la cual casi nada se sabe en las ciudades y que es tomada como algo natural en el campo.

En las cosechas de algodón, de tabaco o en viñedos, en granjas lecheras o en corrales, los niños trabajan solos o con sus padres desde los cinco años y, según registros ministeriales, se ausentan de la escuela o directamente la abandonan tempranamente en un porcentaje que duplica al de los menores criados en el campo que no trabajan.

Ante esta realidad, representantes sindicales, del Ministerio de Trabajo, de la Secretaría de Agricultura y de las entidades que reúnen a grandes, medianos y pequeños productores firmaron este martes el "Protocolo de Intención para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil en la Agricultura".

Lo hicieron en ocasión de la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que este año puso el foco sobre la labor de niños y niñas en el sector rural. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el mundo hay 218 millones de menores de entre cinco y 17 años que trabajan y 70 por ciento lo hace en el campo.

En América Latina hay 20 millones de menores que laboran en la actividad rural, un área que puede resultar muy peligrosa para quienes aún están completando etapas claves de su crecimiento. A los niños se los ve manipular herbicidas, pesticidas, afrontar temperaturas extremas y utilizar maquinaria pesada, se explicó.

El Protocolo, firmado también por delegados de la OIT y del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), sostiene que el trabajo rural infantil "daña el bienestar de los niños y menoscaba su educación afectando su desarrollo futuro", por eso propone trabajar en forma articulada con los sectores implicados para desalentarlo en toda la cadena productiva.

También supone la necesidad de adoptar estrategias de "sensibilización" de la sociedad ante el problema, de "concientización" entre productores y trabajadores rurales, y poner en marcha acciones orientadas a incidir sobre los condicionantes económicos y culturales que hacen que persista el trabajo infantil en el campo.

En el acto de la firma del compromiso, miembros del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Rurales (Renatre), impulsores de la iniciativa de dotar a los peones de una libreta de trabajo, presentaron un video en el que trabajadores de provincias describieron distintos aspectos del fenómeno.

El cortometraje, realizado en base a tomas de las reuniones y talleres del Renatre, se titula "Que las ganas de estudiar y jugar no se pierdan en el surco" y deja ver a los niños entre los cultivos, extrayendo el fruto del algodón, recogiendo las uvas o las hojas del tabaco, descalzos, con el torso expuesto al sol.

"Los niños que trabajan le quitan el empleo a los padres", remarcó uno de los trabajadores entrevistados. "Un padre educado no debe permitir que sus hijos dejen la escuela, pero el problema es que el padre tampoco estudió", señaló otro. "Hay familias numerosas que por ganar un peso más hacen trabajar a todos", cuestionó.

También hablaron para el corto las mujeres, que realizan trabajos en el campo y las tareas domésticas desde muy pequeñas. "Yo trabajé desde los seis años y a los 10 dejé la escuela porque era muy lejos", contó una. "No sabía leer y escribir, pero con 15 años podía ordeñar las vacas y cuidar a los terneros", relató otra.

El presidente de Renatre, Alfonso Maculus, remarcó que, si todos los trabajadores rurales se registran, podrían recibir beneficios de la seguridad social para ellos y su familia, sin necesidad de que los niños trabajen. "El sector rural necesita cada vez mayor capacitación, y si no estudian serán desempleados en el futuro", alertó.

María del Pilar Rey Méndez, presidenta de la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, de la cartera laboral, señaló que las leyes vigentes en Argentina "impiden seguir mirando para otro lado". "Los niños son sujetos de derecho y no podemos permitir que se naturalice su trabajo en el campo", alertó. En tanto, Ennio Rufino, representante regional de Unicef en Argentina, subrayó la necesidad de llevar a la práctica la obligatoriedad de la educación hasta los 17 años, garantizada por ley, a fin de reducir a cero el trabajo infantil para 2015, como se comprometió este país en el marco de la aprobación en 2000 en la Organización de las Naciones Unidas de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio.

"El trabajo infantil tiene múltiples causas", declaró a IPS Gimol Pinto, de Unicef. "Hay condicionamientos económicos, sociales, culturales e institucionales. Hace falta un compromiso de todos los sectores para retener a los niños en la escuela y mejorar las condiciones de empleo de sus padres", recomendó.

Por su parte, la representante de la OIT, la uruguaya Ana Lía Piñeyrúa, dijo que el trabajo rural infantil en América Latina era una realidad negada hasta hace poco tiempo, que ahora se está comenzando a revelar. "Hoy todos somos conscientes de que este tipo de trabajo reproduce la pobreza a futuro", advirtió.

Desde el sector productivo, Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural Argentina, que agrupa a grandes terratenientes, dijo a IPS que comparte la idea de erradicar el trabajo infantil, pero opinó que para ello debe haber mayor difusión de la libreta de trabajo, concientización de los padres, y mejor infraestructura.

"Si las escuelas están a 15 o 20 kilómetros a caballo, es difícil que las familias manden a los niños", cuestionó el dirigente agropecuario. Asimismo, remarcó que no sólo se trata de pequeños que van a la cosecha a trabajar a la par de sus padres, sino que es común también que los niños "ayuden" al peón de estancia en largas jornadas.

No es que los obliga el patrón, sino que el padre considera que es bueno transmitirle el oficio a su hijo, aún cuando la realización de esa labor le reste tiempo al estudio.

Finalmente, Hugo Moyano, el secretario general de la Confederación General del Trabajo, una de las dos centrales sindicales argentinas, consideró como "una paradoja" que sea el campo, una de las actividades que deja más divisas en el país y de las más rentables, el que aprovecha la necesidad de las familias rurales más pobres.

"Esta realidad, no nos debe dar lástima sino rabia", finalizó.

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