Ambientalistas, pescadores artesanales, dirigentes sociales y deportistas acuáticos plantearon al gobierno chileno la necesidad de mejorar las tecnologías de las plantas de celulosa y de impedir que descarguen sus desechos en el mar, lagos o ríos. «La autoridad debe tener la voluntad de hacer un cambio tecnológico real en este tipo de industrias, para que no contaminen cursos de agua con residuos que son tóxicos para la salud de las personas», dijo a Tierramérica Antonia Fortt, ingeniera ambiental de la organización Oceana.
La empresa Celulosa Arauco y Constitución (Celco), que en 2003 provocó una masiva mortandad de cisnes y otras especies en el santuario natural del río Cruces, planea construir un ducto para descargar sus desechos en el océano Pacífico.
