LIBERTAD DE PRENSA-LUSOFONÍA: Con libertad condicionada

La plena libertad de prensa es una realidad sólo para una ínfima parte de los 235 millones de habitantes de los ocho países de lengua portuguesa en cuatro continentes.

En efecto, sólo Cabo Verde, Portugal y Santo Tomé y Príncipe, que en su conjunto suman modestos 11,5 millones de habitantes, salen bien parados en el informe de este año de la Casa de la Libertad (FH por sus siglas del inglés Freedom House), divulgado con motivo de la celebración este jueves del Día Mundial de la Libertad de Prensa.

El reverso de la medalla, es encabezado por Angola, donde, según la FH, no existe libertad de prensa, "a pesar de las garantías constitucionales".

En Angola, con 14 millones de habitantes y que ocupa el lugar 135 en el elenco mundial de 194 países divulgado por la FH, "la libertad de prensa es restringida", aunque se admite que se ha verificado "una mejoría" con la nueva ley de prensa aprobada en 2006, pese a que contiene "varias normas restrictivas".

Entre los 209,5 millones de lusófonos restantes la libertad de prensa es parcial, según esta organización internacional con sede en Washington, que se reclama independiente pese a recibir apoyo del gobierno estadounidense.
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La FH es también miembro fundador del Intercambio Internacional de la Libertad de Expresión, una red formada por 71 organizaciones no gubernamentales presentes de todo el mundo.

Mozambique, con 20 millones de habitantes, fue ubicada en el puesto 87 en la lista ascendente de mayor a menor libertad de prensa, Timor Oriental, con un millón de habitantes, y Brasil, con 187 millones al momento del estudio, comparten el escalón 90, y Guinea-Bissau, con sus 1,6 millones de habitantes, fue colocada en el lugar 102.

Todo ellos son considerados por la organización países con libertad de prensa "parcial".

Portugal, con 10,5 millones de habitantes, ocupa el peldaño número 12, junto a Liechtenstein y Palau, superando a Alemania, Irlanda y Estados Unidos que comparten el puesto 16 de la escala encabezada por los "campeones" de la libertad de prensa, Finlandia e Islandia. La evaluación fue hecha en base al "ambiente jurídico en que los medios operan, las influencias políticas en la actividad periodística y el acceso a informaciones y a las presiones económicas sobre el contenido y la divulgación de noticias".

La colocación de Portugal, dijo a IPS el analista Augusto Vilela, se debe a que no existen censuras formales, sino que, al igual que el resto del llamado 'mundo libre', los periodistas se autocensuran, condicionados por los directores y editores.

"En Portugal, los periódicos, estaciones de radio y de televisión, son dirigidos por personas que desempeñan un papel de 'capataces' de los empresarios propietarios de los medios, para imponer sus ideas", apuntó.

Cuando no se trata de una ideología, "es para vender el 'producto', en un mundo donde la inmensa mayoría de los periodistas ya no escriben para la 'opinión pública', sino para 'consumidores' de noticias, normalmente breves, escandalosas o inocuas", concluyó Vilela.

La opinión de Vilela coincide con la de Carlos Narciso, un popular presentador y reportero de televisión, quien sostuvo la semana pasada que en el periodismo portugués, "cuando el patrón manda, el director obedece y acciona una cadena de transmisión donde, al final, siempre hay un redactor que hace el trabajo".

En el lugar número 61 de la escalera se ubican por igual Cabo Verde, con 600.000 habitantes, y Santo Tomé y Príncipe, con sólo 170.000 personas, haciendo parte del selecto grupo de países africanos donde según FH existe libertad de prensa. Los demás son Gana, Mauricio, Sudáfrica, Benin, Botswana, Malí, Namibia, Lesotho y Senegal.

En noviembre pasado, Cabo Verde fue clasificado "el país más libre de África" en un informe sobre las libertades en general divulgado por la FH, pero a comienzos de ese mismo año 2006, la organización internacional lo había colocado entre las naciones de libertad de prensa "parcial".

La subida en la lista se debió, según FH, "a la continua consolidación de las tendencias democráticas, que llevaron a una mayor apertura del ambiente en el que los medios operan y en una disminución de los casos de intimidación legal y de ataques a periodistas".

En cambio en Angola, "a pesar de que el gobierno en general tolera críticas de los medios privados, entidades estatales muchas veces presionan a los medios independientes para cubrir (el sector) gobierno con una óptica más favorable", apunta el informe, que a renglón seguido deplora que continúen ocurriendo "detenciones arbitrarias, intimidación y ataques contra periodistas".

Los periodistas Paulo Mateta, subsecretario general de la Unión de Periodistas Angoleños, Luisa Rogério, secretaria general del Sindicato de Periodistas, y Maurício Camuto, director de la radio privada católica Ecclesia, no comparten esta valoración.

Citados por el periódico electrónico Noticias Lusófonas, el martes, los tres profesionales coincidieron en que "el pluralismo de los órganos de comunicación social y el acceso a una información diversificada son señales de que el derecho a la libertad de prensa es ejercido en los hechos en Angola".

Camuto aseguró que "han sido dados pasos importantes en la consolidación de la libertad de expresión, fruto de la mayor exigencia de la ciudadanía en la actual situación de paz en el país", la que cumplió cinco años. El 22 de febrero de 2002 muere el líder rebelde angoleño Jonas Savimbi y el 4 de abril de ese mismo año se firma el cese del fuego.

En la ocasión, Mateta identificó como "indicadores satisfactorios" la existencia de medios públicos y privados, la ausencia de censura, así como "la contribución de los periodistas en la afirmación de la democracia y la mejoría del desempeño del gobierno".

En la misma oportunidad, Rogério sostuvo que, al no haber existido en 2006 denuncias por casos de atropello flagrantes a la libertad de prensa, tales como prisiones o actos de violencia, "es una prueba del cambio de mentalidad en relación al trabajo del sector".

"Falso, o por lo menos parcialmente falso. El hecho de no haber quejas, poco significa", rebatió el periodista Orlando Castro en una columna de opinión en el mismo diario.

Castro se cuestiona qué induce a estos tres destacados periodistas angoleños, "los primeros defensores de lo que piensan sea toda la verdad, a sólo decir media verdad", al paso de recordar que en Angola hay una diferencia sustancial entre lo que está consagrado "de jure" y lo que ocurre "de facto".

Incluir a la prensa estatal angoleña entre los medios que gozan de libertad de información "es lo mismo que convocar a un paralítico para la selección de fútbol, que puede saber todo sobre fútbol… pero no puede jugar", concluyó Castro con ironía.

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