DISEÑO-ARGENTINA: La identidad, sello de calidad

Con un desfile de ropa en la capital argentina, artesanos de tres provincias presentaron una moderna versión de sus productos típicos, resultado de un programa que apuntó a renovar sus diseños y mejorar la calidad para ganar nuevos mercados sin perder identidad.

"Mirábamos sin ver y no nos dábamos cuenta de lo que teníamos. Estamos rodeados de mar, de rocas y viento, y eso es lo que nos inspira", contó emocionada a IPS Rosa Sánchez, artesana de la austral provincia de Chubut, junto a la pasarela montada en un salón del céntrico Palacio de Correos de Buenos Aires, donde se lucieron sus diseños.

La iniciativa comenzó en 2005 en el marco del programa Identidades Productivas de la Secretaría de Cultura de la Nación. Un equipo de diseñadores de la Universidad de Mar del Plata capacitó durante un año a centenares de artesanos, productores y artistas de Chubut y de las vecinas provincias de La Pampa, San Juan y Santa Cruz.

Ahora comenzarán a trabajar en el norte del país para lo cual ya se lanzó la convocatoria en Formosa, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán. El objetivo general del programa es fomentar la producción de base cultural valorizando la identidad de las comunidades y apuntando a ganar nuevos mercados.

El resultado llena de orgullo a los participantes. "Ver que a la gente le gusta lo que hacemos nos produce una gran emoción", señaló a IPS Mirta Díaz, otra de las artesanas de Chubut y perteneciente a un grupo de mujeres mapuches que sumaron sus habilidades a la colección de indumentaria que se exhibió en Buenos Aires.

En la muestra, realizadas del 24 al 26 de este mes en Buenos Aires, cerca de 250 artesanos de Chubut, Santa Cruz y San Juan presentaron alrededor de 2.000 objetos. Pero lo más aplaudido cada día fue el momento del desfile, igual que los de alta costura pero con un contenido mucho más genuino.

Los modelos caminan con gracia llevando prendas modernas, que no obstante remiten a lo tradicional por sus materiales, sus temas y sus colores. Las típicas mantas mapuches se fragmentan en bolsos, capelladas de sandalias, en la capucha colorida de una casaca lisa, o en los puños de una camiseta.

El programa alcanza también la producción de muebles, bisutería y objetos de decoración, todo realizado a partir de distintos materiales que se combinan como consecuencia de una labor colectiva en la cual cada uno aporta su saber para un mejor diseño final del producto.

La arquitecta Marta Rueda, coordinadora del equipo de capacitación que recorre el país, explica a IPS que "diseñar es innovar a partir de lo propio, del paisaje, la historia y las actividades de cada lugar". En algunos casos, la habilidad sobresaliente es el tejido, en otras la cerámica, el trabajo con piedras semipreciosas o con madera.

La convocatoria es amplia para que se inscriban no sólo artesanos sino personas con las más diversas habilidades. De esa manera se busca enriquecer la trama de una producción colectiva, subraya la experta. La capacitación es teórico-práctica y se divide en 10 módulos de 16 horas repartidos a lo largo de un año.

Entre los inscriptos hay personas analfabetas, pero con una sólida tradición en el trabajo manual. "En algunos casos cuesta sudor y lágrimas, porque la gente cree que no puede, tiene su creatividad dormida, hasta que comienzan a confiar en sí mismos", comentó Rueda.

"El eje es mejorar la producción, modernizarla y llegar al mercado, sin perder identidad. Usar las mismas técnicas, pero dejar de hacer siempre lo mismo", resumió. "Un poncho se compra una vez en la vida, en cambio esta nueva indumentaria quiere ser como los 'jeans' (vaqueros), que se compran muchas veces en la vida", ejemplificó.

En la pasarela se nota esa búsqueda. Se mostraron conjuntos de faldas y jersey para usar en la ciudad, jerseys que se ajustan en el cuello con un tejido cerrado y que terminan por debajo del busto y otros que siguen hasta los pies pero con una malla calada que deja traslucir un vestido de noche.

"Hay productos acabados y otros con una potencia a desarrollar", sintetizó la coordinadora. Y es que los participantes sólo culminan la primera etapa de un programa que consta de tres instancias. Les falta ahora ajustar los productos logrados y colocarlos en el circuito comercial.

"Una vez presentada la colección es el momento de afinar los prototipos, de buscar una síntesis, elegir los que más fácilmente se pueden producir y, así, llegar a la última etapa, la de la comercialización. Para eso estamos instando a los participantes a que formen cooperativas", remarcó Rueda.

La arquitecta cree que el esfuerzo vale la pena. "Es muy conmovedor ver a gente del interior del país, ignorada por años, que pasó por una situación de total exclusión social, y que ahora llega con su producción a Buenos Aires, la Meca", subrayó.

Sánchez y Díaz, las artesanas de Chubut, están entre los que se sienten transformadas por la experiencia. "Ahora tenemos que cortar el cordón -umbilical- y formar una cooperativa", explica la primera, que aprendió a tejer sin agujas, haciendo nudos, y que une sus redes con piezas de cerámica, telas o juncos para distintos diseños.

"Los artesanos estamos acostumbrados a trabajar en forma individual, pero si queremos llegar a otros mercados vamos a tener que unirnos", advirtió Díaz, antes de partir de vuelta a su provincia natal soñando con sus próximos diseños.

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe