El sistema de defensa balística que Estados Unidos pretende desplegar en Europa oriental despierta preocupación en todo el continente. Alemania, Francia, Rusia y Ucrania reclaman un diálogo al respecto.
Este esquema, que tiene el objetivo de proteger a Occidente de ataques con misiles por parte de "estados díscolos", tendría dos componentes para 2011: un radar en la República Checa y una base antimisiles en Polonia.
Los gobiernos de derecha de esos dos países apoyan el proyecto y ya avanzan en la negociación de los acuerdos al respecto con Estados Unidos.
Mientras, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están divididos y todavía consideran sus implicaciones estratégicas y financieras. Varios países de la Unión Europea (UE) podrían terminar reconsiderando su rol político.
Grandes países del bloque, como Francia, "esperaron hasta hace poco actuar como mediadores entre Irán y la comunidad internacional, así como continuar ejerciendo influencia en Medio Oriente", dijo a IPS Svetlozar Andreev, cientista político del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid.
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"El problema básico es cómo conciliar los intereses de países grandes como Francia, Alemania, Italia y España con los de Estados Unidos", señaló Andreev.
El presidente francés Jacques Chirac advirtió que la base podría crear "nuevas divisiones en Europa".
En su visita a Polonia, la canciller (jefa de gobierno) alemana, Angela Merkel, insistió en "una solución dentro de la OTAN" y en "una conversación abierta con Rusia sobre el asunto".
Su ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, advirtió sobre el peligro de una nueva carrera armamentista.
El parlamento de Ucrania también condenó los planes de Estados Unidos, pero funcionarios del gobierno creen que el país debería participar activamente en las deliberaciones debido a su posición entre Occidente y Rusia.
Según analistas rusos y ucranianos, el primer ministro Viktor Yanukovich podría ser quien logre incluir a Rusia en el complejo proceso de negociaciones.
Pero el prooccidental presidente Viktor Yushchenko dijo que la base era un asunto que involucra sólo a los países participantes, e insinuó que el proyecto beneficiaría a la seguridad colectiva europea.
Mientras, Rusia reacciona con dureza ante las especulaciones. Pero Svetlozar cree que Moscú podría estar preparándose para una Europa diferente.
"A los rusos les gustaría mucho esgrimir el incremento de las instalaciones militares de la OTAN y Estados Unidos cerca de su frontera occidental como excusa para modernizar sus sistemas de defensa, deslegitimar a Estados Unidos como 'potencia hegemónica' y, probablemente, obtener concesiones en la arena internacional", dijo el experto a IPS.
La falta de información exhaustiva sobre sus planes por parte de los gobiernos de Polonia, República Checa y Estados Unidos también despertó críticas, incluso entre figuras favorables a la base.
En Trokavec, aldea checa en cuyos alrededores se construirá el radar, la abrumadora mayoría de los ciudadanos rechazaron en una consulta popular la instalación del aparato.
Los opositores al acuerdo con Estados Unidos mencionaron entre los argumentos falta de información, riesgos de salud y la posibilidad de convertir el poblado en blanco de ataques.
Las encuestas indican que la mayoría de los entrevistados checos y los polacos rechazan esas instalaciones. En el caso de Polonia, los expertos en opinión pública indicaron que los encuestados mejor informados tienden a estar en contra de la construcción de la base.
Quienes se ubican en el centro y en la izquierda del espectro ideológico prefieren el establecimiento de un sistema único de defensa dentro de la OTAN, el cual debería aprobarse en referendo.
Mientras, los encuestados de derecha alegan que en el bloque atlántico hay demasiados puntos de vista divergentes al respecto, y que el sistema hoy en negociación podría integrarse luego al sistema de defensa de la alianza.
Pero Ondrej Liska, del Partido Verde de República Checa, que integra el gobierno, cree que la mayoría de sus conciudadanos quieren involucrar a la OTAN, por lo que llamó a postergar la decisión sobre la base hasta después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el año próximo.
Luego de reunirse hace poco con dirigentes del Partido Republicano, gobernante en Estados Unidos, y del opositor Demócrata, así como con funcionarios y expertos de ese país, Liska concluyó que no hay unanimidad sobre el costo y la efectividad del sistema.
También señaló que Estados Unidos y la UE, a la que pertenece la República Checa, tienen diferentes estrategias de seguridad.
Una organización civil integrada por personalidades de la cultura y ex políticos manifestó su apoyo a la base, con el argumento de que República Checa debe corresponder los esfuerzos militares pasados de Estados Unidos "en defensa de la libertad en Europa".
Desde la derecha muchos ven la presencia de Estados Unidos en al región bajo una luz positiva, equilibrando lo que ellos perciben como una dominación y asociación alemana y rusa en los campos económico y energético.
Los ciudadanos derechistas tienden a confiar más en el "activo" Estados Unidos más que en la "pasiva" UE, y también rechazan a los gobiernos de Europa occidental por reconocer las preocupaciones rusas.
Muchos han reconocido que el radar en la República Checa podría controlar movimientos de tropas en buena parte de Rusia, y que la base podría crecer en el futuro.
Analistas rusos consideran que la base alterará el equilibrio de fuerzas estratégicas entre Estados Unidos y Rusia, y especula con que su objetivo sea arrastrar a Moscú hacia una carrera armamentista innecesaria y costosa.
Las derechas de Polonia y República Checa alegan que la base es defensiva y desechan las preocupaciones rusas, a las que consideran la manifestación de un problema político interno.
Además, declaraciones de generales rusos diciendo que Moscú tendría la capacidad de apuntar sus misiles a la base estadounidense inflamaron a la derecha anti-rusa en Europa oriental.
Aunque niegan que la base pueda ser usada contra Rusia en el futuro, funcionarios checos señalan un alto grado de desconfianza hacia su gigantesco vecino.
El canciller Karel Schwarzenberg declaró que no había manera de saber si los misiles rusos apuntaron alguna vez contra República Checa, y que la Federación Rusa "comienza a reclamar en Europa la posición de la ex Unión Soviética".
Schwarzenberg también dijo que la posición de Rusia sobre el sistema de defensa balística no sería tomada en cuenta.
Expertos y periodistas polacos también mostraron preocupación por el aumento del presupuesto militar de Rusia y sus supuestas ambiciones imperiales.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia cuestionó, incluso, la capacidad de la OTAN para garantizar la seguridad del país en caso de conflicto con Rusia.
Varsovia está decidida a firmar un acuerdo bilateral de seguridad con Washington, agregó la cartera.
La información, que incluyó una declaración del viceministro de Relaciones Exteriores Witold Waszczykowski, según la cual la OTAN no era "la alianza de nuestros sueños", causó protestas en Polonia.
El experto Roman Kuzniar, del estatal Instituto de Asuntos Internacionales, dijo que el enfoque de la cancillería equivalía a un "voto de no confianza" en la OTAN, en cuya órbita Polonia estuvo más segura que nunca.
Esta visión oficial también representa a un regreso a un punto de vista simplificado del mundo, más propio de la Guerra Fría.
Advirtiendo sobre las tácticas estadounidenses de forjar alianzas bilaterales con miembros de la OTAN, Kuzniar consideró que "no hay amenazas que puedan forzarnos a depender sólo de la única superpotencia".