En los últimos años, el vínculo entre la Unión Europea (UE) y África logró buenos resultados en materia de cooperación, pero el déficit de diálogo político fue notorio. Con su vasta experiencia africana y el apoyo de los 27 líderes del bloque, Portugal pretende cambiar eso.
Portugal ocupará en el segundo semestre del año la presidencia del bloque europeo, y su canciller, Luís Filipe Marques Amado, promete empeñarse a fondo para llevar a buen puerto la Cumbre África-UE que se realizará presumiblemente en noviembre.
Para ello cuenta con el endoso de un cheque político en blanco extendido por los gobernantes de los demás países de la UE y la cercana colaboración técnica de su secretario de Estado (viceministro), João Gomes Cravinho, uno de los más destacados expertos en asuntos africanos de Europa.
Amado dijo a IPS que no se trata solo de África subsahariana, sino de todo el continente. "En el Mediterráneo queremos una UE más comprometida", explicó.
"Nuestra perspectiva es que la UE, de alguna forma, debe ajustar sus relaciones internacionales a la luz de lo que está ocurriendo en el mundo después del 11 de septiembre de 2001", opinó el principal promotor de la iniciativa.
La última edición Cumbre África-UE se celebró en El Cairo en 2000, en la anterior presidencia portuguesa del bloque.
Tras los atentados contra las torres gemelas de Nueva York y a la sede del Pentágono en Washington de 2001, "hay que poner especial atención a la frontera sur de Europa, con el mundo árabe, utilizando nuestras buenas relaciones con el universo islámico", preciso Amado.
La prioridad internacional actual debe apuntar hacia el sur, porque "la agenda está todavía muy amarrada a la década pasada, cuando, tras la caída del imperio soviético, lo determinante fue lograr la estabilidad y la paz en la frontera oriental de la UE", afirmó el canciller.
Pasados 15 años, Europa debe mirar hacia el Mediterráneo, ya que "es preocupante lo que ocurre desde Mauritania hasta el Medio Oriente".
La UE, según Amado, deberá "empeñarse en la solución de los conflictos en África y establecer una política clara de migraciones reguladas".
Consultado sobre el fracaso de la cumbre de 2003 por el veto británico a que la UE se sentase en la misma mesa con el presidente Robert Mugabe, debido a represión contra las minorías de granjeros blancos de Zimbabwe, Amado señaló que "es importante que los valores de los derechos humanos se reafirmen, pero también es necesario no dejar caer en el vacío el diálogo África-UE".
"Es contrario a los intereses de Europa no dialogar con todo un continente, que además es el más próximo, debido al problema puntual de Zimbabwe. Nuestra propuesta es realizar la cumbre y al mismo tiempo continuar la presión política sobre los gobernantes de ese país", concluyó Amado.
Por su parte, entrevistado para la primera edición del año de la revista bimensual "África 21", que se edita en Angola y es distribuida en los países lusófonos, la opinión del vicecanciller Gomes Cravinho fue inequívoca: "Cooperación sin diálogo político es neocolonialismo".
En la óptica de este economista que nació hace 41 años en el seno de una familia luso-angoleña, doctorado en la británica Universidad de Oxford, "el énfasis en la cooperación, a costa del diálogo político, promueve o sustenta una relación de tipo neocolonial".
Por este motivo, en las conversaciones actuales con la Unión Africana (UA) "estamos desarrollando una estrategia conjunta Europa-África, que incorpora preocupaciones de los dos lados", explicó.
Hasta ahora, ha sido un diálogo "centrado en 'nuestro dinero' y en lo que 'ustedes tienen que hacer' para gastarlo, una relación que no toma en cuenta a los Estados soberanos, ni a sus particularidades y reduce a los interlocutores africanos a una condición meramente técnica", deploró Gomes Cravinho.
En el nuevo horizonte que perfila la relación entre los dos continentes, separados por los 13 kilómetros del estrecho de Gibraltar, el maliense Alpha Oumar Konaré, presidente de la Comisión de la UA, "ha sido un gran impulsor de la iniciativa, pero conviene decir que eso fue posible por el apoyo que recibió de los líderes africanos", precisó el numero dos de la diplomacia lusitana.
Los cuatro pilares de la cumbre, acordados previamente entre africanos y europeos, son la paz y la seguridad, la integración regional y el comercio, la gobernanza y el desarrollo.
En ese marco, a su paso por Lisboa en diciembre, Konaré afirmó que "las relaciones con Europa son fundamentales para África y nosotros somos lo suficientemente adultos como para escoger a nuestros aliados".
La corrupción no consta en la agenda, porque, según explicó el economista guineano Carlos Lopes, que representó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Zimbabwe y luego en Brasil, "no existen corruptos sin corruptores".
"Los grandes contratos internacionales muestran que la corrupción en África es, en gran parte, originada por los proveedores y los especuladores", sostuvo Lopes, quien tiene dos decenios de carrera en la ONU y alcanzó el rango de subsecretario general.
Entrevistado por "Africa 21" en su último número, Lopes se manifestó partidario de dar mayor prioridad al concepto de tolerancia que al de democracia.
Sus motivos son claros: "Existe una tendencia a utilizar las elecciones como forma de legitimar poderes que son autoritarios, que muchas veces hasta aniquilan a la oposición".
El alto funcionario de la ONU advirtió que si a esto se une el hecho de que "muchas veces los excluidos son los 'diferentes', étnica, lingüística o racialmente, tenemos una receta para usar la democracia con el fin de obtener un resultado opuesto al que ésta pretende".