Tras la inercia en que cayó por la enfermedad del presidente Fidel Castro, desde su anuncio el 31 de julio, el diferendo entre Cuba y Estados Unidos empezó a recuperar su ritmo habitual desde los primeros días de este año.
Sin llegar a las grandes crisis, o a esos momentos de agudas tensiones que hacen pensar a más de uno en la isla caribeña que "ahora sí" cierran la Oficina de Intereses de Washington en La Habana, La Habana pareció reactivar su mecanismo de respuesta a cualquier amenaza proveniente del "enemigo".
"El país está tomando su ritmo en todo y las interpretaciones pueden ser varias: o todo sigue igual sin Fidel o Fidel está retomando las riendas de alguna manera, aunque no esté recuperado del todo", comentó un profesor de filosofía de la Universidad de La Habana, que solicitó el anonimato.
"El cuartico está igualito", dijo, en tanto, un vendedor de periódicos en la zona antigua de la capital cubana que intentaba revender la prensa del día a turistas extranjeros.
Las noticias sobre el estado de salud del mandatario, incluida su posible gravedad por problemas de cicatrización según reportes periodísticos de fuera de la isla, permanecen ausentes de la prensa cubana, mientras la cancillería y los medios oficiales han reaccionado en tres ocasiones a noticias o acciones procedentes de Estados Unidos.
"El Comandante en Jefe siempre tuvo la razón", afirmó el periodista Orlando Oramas, en un artículo publicado por el diario Granma a raíz de que una nota oficial del Departamento de Justicia estadounidense reconociera que el terrorista de origen cubano Luis Posada Carrilles mintió varias veces sobre su entrada al país.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Posada Carriles habría cometido fraude en el proceso de naturalización y habría mentido al servicio migratorio sobre su ingreso a la nación norteña en marzo de 2005, por lo cual podría recibir una sanción de hasta 35 años de privación de libertad.
El terrorista confeso afirmó que había entrada a Estados Unidos por tierra, por un lugar llamado Matadores, con la ayuda de un coyote (traficantes de humanos), "cuando sabemos que entró en el (barco) Santrina, con cuatro individuos", agrega la nota. La vía de ingreso, reconocida ahora por Washington, había sido revelada por Castro en abril de 2005.
Acusado de haber provocado la explosión en pleno vuelo de una aeronave de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo, en octubre de 1976, prófugo de la justicia en Venezuela y responsable, según sus propias declaraciones, de una ola de atentados contra la industria turística de la isla en 1997, Posada Carriles tendrá que enfrentar cargos en Estados Unidos sólo por violaciones migratorias.
"El gobierno de los Estados Unidos con frecuencia olvida que la verdad ha sido siempre un arma fundamental de la Revolución Cubana. Hoy, casi dos años después, no ha tenido más opción que reconocerlo", afirmó el 15 de este mes en una declaración el Ministerio de Relaciones Exteriores.
La declaración sobre Posada Carriles sucedió a otra declaración de la misma cancillería, del día 10, sobre una decisión de tribunales de Estados Unidos de entregar parte de los fondos cubanos congelados en bancos de ese país como pago de indemnizaciones por demandas presentadas por ciudadanas de esa nación. La acción, que había quedado sin respuesta hasta ahora, data del 27 de noviembre, cuando tribunales federales decidieron compensar con 72 millones de dólares de la cuenta cubana a las ciudadanas estadounidenses Janet Ray Weininger y Dorothy Anderson McCarthy.
Según la cancillería, el monto de los activos congelados en cuentas bancarias pertenecientes al Banco Nacional de Cuba y a la Empresa Cubana de Telecomunicaciones y que la isla no puede cobrar por las Regulaciones para el Control de los Activos Cubanos, aprobadas el 8 de julio de 1963, asciende a 170,2 millones de dólares.
La primera de las demandas corresponde a la hija de un piloto estadounidense que habría sido "ejecutado" en Cuba, en abril de 1961, durante la invasión a Bahía de Cochinos, protagonizada por grupos radicales del exilio cubano con el apoyo del gobierno estadounidense de entonces.
La Habana asegura que en realidad "se trata de un piloto agresor", oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, abatido durante la invasión y cuyo cadáver permaneció en el Instituto de Medicina Legal de Cuba hasta 1979 porque Washington ocultaba su identidad.
En el segundo caso, Cuba alega que los tribunales aceptaron los "cargos de supuesta tortura y asesinato extrajudicial" del ciudadano Howard F. Anderson "sin prueba alguna".
Anderson fue condenado a muerte en 1961 en Cuba por "actividades subversivas al servicio del gobierno de Estados Unidos y contra el pueblo cubano".
Esas acciones "se sustentan en la manipulación arbitraria y politizada de la designación" de Cuba como "un supuesto Estado" patrocinador del terrorismo internacional por parte del gobierno de Estados Unidos, así como "en una interpretación tergiversada" de las leyes de ese país", aseguró la cancillería.
"Estas y otras demandas similares carecen de validez y legitimidad para Cuba" y "se basan en argumentos totalmente falsos y manipulados, constituyendo aberraciones legales que sólo pueden tener cabida y sustento en la política irracional y hostil del gobierno de Estados Unidos" contra la isla, afirmó el texto.
En la misma línea, La Habana había rechazado el 5 de este mes la decisión de un hotel noruego de la cadena estadounidense Hilton de no alojar a un grupo de 14 funcionarios cubanos, lo cual consideró como una aplicación extraterritorial del bloqueo de Estados Unidos, esta vez en Europa.
La ley estadounidense Helms-Burton "manda en Europa", afirmó el diario Granma, órgano oficial del gobernante Partido Comunista de Cuba, en una nota que retomó el careo con Estados Unidos y, de alguna manera, con los países de la Unión Europea que mantienen una actitud crítica hacia el sistema de la isla.
La sucesión de reacciones oficiales cubanas contrastaron con un segundo semestre de 2006 más bien tranquilo, matizado por el seguimiento de los casos de Posada Carriles y de cinco cubanos presos en el país norteamericano acusados de espionaje y el rechazo sistemático al plan del gobierno de George W. Bush para una transición política en Cuba.
El ciclo "acción-reacción" frena cualquier mejoría en las relaciones, coinciden analistas locales.
Aunque el año pasado terminó con la visita a la isla de la mayor delegación bipartidista estadounidense que se recuerde en más de 40 años, funcionarios de ese país insisten en que nada podrá cambiar en las relaciones actuales en tanto "todo siga igual", bajo la dirección del presidente interino, el general de ejército Raúl Castro, hermano menor de Fidel Castro.
Una Proclama al pueblo, firmada por Fidel Castro el 31 de julio, delegó en Raúl, ministro de Defensa, sus funciones al frente del Consejo de Estados, del Partido Comunista y como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y, hacía énfasis, en la necesidad de tomar esta medida frente a la amenaza de Estados Unidos.
En tanto, Raúl Castro, dedicó parte de la única entrevista concedida a la prensa desde su nombramiento y su más importante discurso como presidente interino, el pasado 2 de diciembre, a reiterar la voluntad de Cuba de "resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo" bilateral.
Las condiciones cubanas para el establecimiento de relaciones sobre nuevas bases serían, según Raúl Castro, la igualdad, reciprocidad, no injerencia y respeto mutuo. Estamos dispuestos a "esperar pacientemente el momento en que se imponga el sentido común en la conducta de los círculos del poder en Washington", añadió.
"Estados Unidos lleva medio siglo influyendo en Cuba", dijo a IPS Elizardo Sánchez, presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Sánchez aseguró que amplios sectores de la oposición interna ven al país norteamericano como un aliado, un amigo, una fuerza que apoya ahora y apoyará en una "era post-Castro". "La inmensa mayoría mira a Estados Unidos con esperanza; a veces me parece que con demasiadas esperanzas", reconoció el opositor.