Ñandubaysal, el «balneario» más atractivo de la argentina Gualeguaychú, está sobre el fronterizo río Uruguay, frente al país de nombre homónimo. Desde sus arenas, el agua se pierde hacia el inmenso estuario del Plata , o se topa con una chimenea de la fábrica de celulosa en la ribera uruguaya.
"Tenemos el mejor amanecer del mundo", se ufana el encargado de uno de los restaurantes de este "balneario" (como se llama en la región a los lugares turísticos con playas) que recibe unos 300.000 visitantes cada verano.
La chimenea de 120 metros de altura es, por ahora, casi un atractivo más para los visitantes, pero si la planta de la firma finlandesa Botnia empieza a funcionar en 2007, como está previsto, será el comienzo del fin, teme el hombre que se identifica como Agustín.
"La mayor parte del tiempo, el viento viene de ese lado y traerá el olor a huevo podrido que sale de la chimenea", dice refiriéndose a las emisiones de compuestos de azufre que la empresa reconoce emitirá algunas veces al año. El olor se sentirá hasta 50 kilómetros de distancia dependiendo de los vientos. La playa argentina está a 17 kilómetros.
Respecto del río, Agustín también es pesimista. La fábrica utilizará al menos 80 millones de litros por día que tomará del Uruguay que, en la orilla argentina, permite a los bañistas adentrarse hasta 200 metros sin que el agua les llegue a la cintura. Y hay mucha inquietud acerca de los líquidos residuales que devolverá la industria al mismo río.
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"Este río es un remanso. La corriente no escurre rápida hacia el Río de la Plata sino que el agua va y viene, por eso tenemos mucho miedo de la contaminación", explicó la fuente. "Los que tenemos mi edad —64 años— lo hemos visto en otros ríos donde hace décadas usted podía bañarse y ahora son una cloaca inmunda", afirma en referencia al Riachuelo, en el sur de la ciudad de Buenos Aires.
Ñandubaysal (que significa monte de ñandubayes, un árbol autóctono de la zona) es un establecimiento privado a 15 kilómetros de la nororiental ciudad de Gualeguaychú, en su zona rural. Es su único balneario sobre el río Uruguay y es el más apreciado por los visitantes y por los residentes de la urbe de 90.000 habitantes, ubicada al este de la provincia de Entre Ríos y 270 kilómetros al norte de Buenos Aires.
Otras playas se extienden sobre el río que da nombre a la ciudad, un angosto afluente sobre el que descansa la zona urbana. Aun cuando al casco urbano llegarán las emisiones de la chimenea, desde allí la planta no se ve. Pero se trata de playas pequeñas y de aguas muy profundas. "El río Uruguay es más grande y mucho más bonito", coinciden los vecinos.
La apacible Gualeguaychú obtuvo notoriedad internacional por su resistencia a la anunciada instalación de dos fábricas de celulosa en la margen oriental del río Uruguay.
En 2003, algunos residentes iniciaron marchas y protestas que en el último año se volvieron más aguerridas, incluyendo un bloqueo casi permanente del tránsito sobre la ruta que conduce a uno de los tres puentes internacionales con el país vecino, instalado en el pasado verano austral y reiterado desde este mes de diciembre.
"Hace unos 25 años cerró el Frigorífico Gualeguaychú, del que vivía un tercio de nuestra población, y desde entonces nos volcamos al turismo", explicó a IPS Marta Gorrosterrazú, secretaria de la no gubernamental Asamblea Ciudadana Ambiental de la ciudad, contraria al arribo a gran escala de la industria de la celulosa. "Nos cambiarían ese modelo de vida", asegura.
Martín Alazard es médico y activo integrante de la Asamblea. "Es cierto que desde aquí no se ve la planta", dice a IPS sentado en una oficina que la Secretaría de Cultura del municipio cede a los vecinos. "Pero esta ciudad vive de los visitantes que llegan atraídos por el carnaval y por las playas", asegura.
En Gualeguaychú, la calle comercial es larga. Casi no hay local que no tenga un letrero en su vidriera expresando su rechazo a las fábricas de celulosa. En algunas tiendas hay tantos carteles y fotografías de las movilizaciones, que cuesta identificar si se trata de un comercio o de una oficina de la Asamblea.
El carnaval es el atractivo turístico principal de la ciudad desde diciembre a marzo. "Un día de carnaval, en el corsódromo recibimos a 30.000 personas, y de ese total que se mueve por la ciudad, hay 10.000 que van a Ñandubaysal, donde sí se ve la chimenea", afirma Alazard.
El médico también teme por las emisiones atmosféricas que pueden llegar al centro, ubicado a unos 25 kilómetros de la planta, y sufre por la contaminación del río. "Si dejamos que se instalen allí, después vendrán otras firmas que querrán radicarse en nuestras ciudades de la ribera, más arriba y más abajo del río", vaticina. Según la Secretaría de Turismo de Gualeguaychú, que apoya el movimiento vecinal, en 2005 la ciudad recibió unos 470.000 visitantes, y este año, por primera vez, hubo visitas también en invierno debido a la inauguración de un complejo de baños termales.
"Tenemos el carnaval, las playas, las termas, los deportes náuticos, el casino y, por supuesto, la naturaleza", enumera a IPS el coordinador de la Secretaría de Turismo, Fabián Godoy. "Hay 4.500 personas ocupadas en relación al turismo todo el año, y ese total se duplica en los meses de verano", afirma el funcionario.
De hecho, en los comedores populares que mantiene el gobierno comunal para personas pobres y sin empleo, la cantidad de comensales baja en verano de 6.000 a 4.500, merma atribuida a la mayor oferta de trabajos temporarios.
Por eso, explican los asambleístas, cortan la ruta como medida de protesta contra Uruguay, cuyo gobierno, paradójicamente, apoya la instalación de la industria de la celulosa con un fin similar: incentivar la creación de empleo.
"En el turismo es donde más duele", dice Agustín, en referencia a que el bloqueo frena la llegada de visitantes a las playas uruguayas situadas sobre el océano Atlántico. "Ellos dicen que los cortes les perjudican la llegada de turismo, pero yo aquí tengo tres empleadas uruguayas, y de este negocio viven además mis hijos y mis nietos", precisa el hombre, participante asiduo de las reuniones de la Asamblea.
El gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez estima en más de 400 millones de dólares las pérdidas que dejaron los cortes de tránsito en la última temporada.
De este lado se exhiben estimaciones de los daños económicos que hubiera causado la puesta en marcha de las dos fábricas, incluyendo la de la española Empresa Nacional de Celulosa de España (ENCE), que este año decidió retirarse de su emplazamiento original y este mes anunció su intención de instalarse en otro sitio del territorio uruguayo.
El informe de la delegación argentina al fallido Grupo de Trabajo de Alto Nivel, conformado por ambos gobiernos en 2005 para hallar una solución a la controversia, evaluó en 813 millones de dólares el impacto socio-económico que hubieran tenido esas dos plantas.
Dicho informe enumeraba la depreciación de los inmuebles rurales y urbanos, el potencial lucro cesante y las pérdidas por la caída de actividad en el turismo y la producción agropecuaria.
Para el vecino de Gualeguaychú, quien alimenta el corte de ruta, el turismo es el tesoro más preciado, y en las oficinas de información turística hay carteles y folletos sobre las fábricas que se entregan a cada visitante.
La ciudad recibe al recién llegado con un enorme cartel de rechazo a las fábricas, que ya parece su seña de identidad.
"Aquí cuando viene el turista, no llueve", sentencia el taxista minutos después de mi llegada bajo un verdadero aguacero. Y, efectivamente, en cuestión de horas el cielo está celeste y la temperatura cerca de los 30 grados.