El sol genera energía, la caña de azúcar, la yuca, la palma africana, la remolacha y la papa la almacenan y los colombianos están decididos a transformar la fuerza concentrada en esas plantas en biocombustibles.
Lo hacen para enfrentar la creciente disminución de las reservas petroleras del país y ocupar un lugar importante en la elaboración de los llamados combustibles limpios en América Latina, donde Brasil, con el alcohol carburante, es pionero y principal productor mundial.
El gobierno colombiano admitió este mes que la producción del crudo disminuyó en un 0,5 por ciento en el primer trimestre del año, debido, entre otras cosas, a que comenzó a secarse uno de los principales pozos en explotación, el nororiental complejo de Cusiana-Cupiagua, que produjo 116.000 barriles en junio, 16.000 menos que en enero.
Reconoció también que fueron tapados y abandonados 20 de los 38 pozos exploratorios existentes por escasez de petróleo, pese a que la inversión extranjera en el sector pasa por uno de sus mejores momentos.
La fiebre nacional por los biocombustibles, por tanto, se fortaleció, aunque ya había empezado después de que el presidente Álvaro Uribe anunció el 7 de agosto, cuando inició su segundo mandato consecutivo, que esa producción sería una de sus prioridades hasta 2010.
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Para cosechar el sol, Colombia, el segundo país más rico en biodiversidad del mundo después de Brasil, según el Ministerio de Medio Ambiente, desarrolla una serie de proyectos que involucran la caña de azúcar, la yuca, la palma africana y la remolacha.
Además estudia otros planes relacionados con la papa y la higuerilla (ricino), dijo a IPS Leonidas Tobón, director del Instituto de desarrollo tecnológico del Ministerio de Agricultura.
«La producción de biocombustibles es lo más importante que puede suceder en esta década en Colombia, pues se están dinamizando cultivos que antes no eran industrialmente importantes como la caña de azúcar y la yuca», apuntó.
Señaló, además, que «también ha permitido activar la región del Valle del Cauca (en el occidente del país), eminentemente azucarera, donde hoy cinco ingenios producen un millón de litros diarios de etanol».
La euforia de los biocombustibles opacó las denuncias sobre la amenaza que representan para el ambiente los monocultivos, aunque en defensa de esas críticas se afirma que se están haciendo grandes esfuerzos para montar sistemas de rotación de plantíos, que permitirían frenar una posible deforestación.
Sin embargo, Jimmy Osorio, presidente de Likuen, una empresa que instalará una planta para producir combustible limpio a partir de la licuefacción del carbón, advirtió que «los biocombustibles amenazan y encarecen los alimentos».
«Por dinero, los agricultores cultivan caña de azúcar o yuca y olvidan productos básicos. De ese modo amenazan la supervivencia de la especie», añadió.
Colombia comenzó en enero de 2005 a mezclar la gasolina con 10 por ciento de alcohol carburante extraído de la caña de azúcar y planea aumentar gradualmente ese porcentaje hasta llegar a 25 por ciento en 20 años.
Hasta ahora, ese millón de litros de alcohol carburante abastece sólo a Bogotá y al sur y occidente del país, pero deberá elevarse en medio millón de litros más para cubrir otras regiones importantes del norte y del este, según Tobón.
En la actualidad se siembran unas 200.000 hectáreas de caña, 50.000 de las cuales se destinan a la producción del alcohol. Eso «significa que entre 15 y 25 por ciento de los excedentes del azúcar, que antes se vendían a bajo precio en el mercado internacional, se utilizan ahora en biocombustibles», resaltó.
SU MAJESTAD, LA YUCA
Pero, el gran «descubrimiento» nacional en biocombustibles es, sin duda, la yuca, considerada como el pariente más pobre de los cultivos básicos y cuya importancia agroindustrial era hasta hace poco tiempo prácticamente nula en Colombia, pese a producirse en todas las regiones.
Este tubérculo es hoy la segunda fuente de producción de alcohol carburante en el país.
La primera planta que producirá este año 20.000 litros diarios de combustible de yuca la levanta la firma privada Petrotesting, que también explota gas, petróleo y carbón, a dos horas de distancia en automóvil desde Puerto López, en el central departamento de Meta.
La inversión es de siete millones de dólares, pero la empresa se propone aumentar la producción a mediano plazo hasta un millón de litros diarios, según el director del proyecto, el ingeniero Jaime Jaramillo.
«Comenzamos hace cinco años y cuando decidimos levantar la planta ya teníamos experiencia en yuca y también en el sector de hidrocarburos. Fue un matrimonio perfecto», aseguró a IPS.
Primero se hicieron pruebas con algunas variedades de yuca y se decidió después por las de «reina», «vergara» y «rosa», tres tipos que se adaptan a los suelos ácidos de los Llanos Orientales de Colombia y a las características climáticas de la zona, indicó a su vez a IPS el agrónomo Álvaro Santos.
Petrotesting, además, firmó un convenio con el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), con sede en la occidental ciudad de Cali, para investigar las variedades de yuca que son más propicias y rentables en la producción de alcohol.
Esa entidad, reconocida mundialmente por su excelencia en tecnología de yuca, con más de 6.000 variedades en su Banco de Germoplasma, está trabajando en la reducción de los costos de producción y en nuevas variedades.
«Hay especies que tienen un gránulo de almidón más pequeño y exigen una menor cantidad de enzimas para degradarlo» y las estamos estudiando, explicó a IPS Hernán Ceballos, coordinador del proyecto genético de la yuca del CIAT.
Existen, además, yucas azucaradas utilizadas por indígenas de Ecuador, Guyana, Colombia y Brasil para fabricar el alcohol que consumen, que fermentan más fácil y que podrían ser mejores para la producción de etanol.
«Eso nos llena de optimismo y nos lleva a creer que en unos 10 años tendremos una materia prima de excelente calidad», afirmó.
El proyecto de esta primera planta de biocombustible de yuca comenzó a ponerse en marcha con la siembra de 350 hectáreas de las tres variedades mencionadas, aunque se estudian otras 30 especies y se programa incrementar la siembra a 800 hectáreas al finalizar este año.
Eso significaría una producción de 25 a 27 toneladas por hectárea, lo cual incrementaría rápidamente la producción de alcohol, si se tiene en cuenta que para la obtención de un litro se requieren de tres a cuatro kilogramos de yuca.
La procesadora contará con tecnología italiana y con asistencia de técnicos de Brasil y de Colombia, en la parte del procesamiento de la yuca. Inversionistas de Estados Unidos y de Japón se manifestaron interesados en el proyecto, pero ingresarían en una segunda fase. Por el momento «estamos muy optimistas frente al futuro», agregó Jaramillo.
Y tiene razones para estarlo. Su proyecto comienza con perspectivas de éxito y existe la posibilidad de abaratar los costos de producción debido a los grandes avances logrados en la transformación de los almidones en azúcares.
«Los ‘gringos’ han avanzado mucho en el procesamiento del maíz y han hecho descubrimientos en tecnología, nuevas enzimas y levaduras. Esos avances nos sirven a nosotros para la yuca», sostuvo.
Para preservar el ambiente, se está armando un sistema de rotación de cultivos, con maíz, soja o sorgo dulce a fin de fortalecer los suelos y mejorar sus características físicas y químicas, dijo Jaramillo.
El Ministerio de Agricultura estima que no deben presentarse problemas ambientales con las plantaciones de caña de azúcar o de yuca, porque «se utilizan zonas que están abiertas en pastos, como lo son los Llanos Orientales o el Magdalena Medio, en el centro, donde no hay selvas ni bosques», dijo Tobón.
Actualmente se siembran en Colombia unas 128.000 hectáreas de yuca, en su mayoría para el consumo humano, pero el cultivo se está dinamizando por su utilidad industrial, no sólo para la producción de alcohol.
A partir del almidón agrio de yuca se comenzó a producir, por ejemplo, plásticos biodegradables y hasta revestimientos o guardafangos para automóviles, según un proyecto que se desarrolla con el apoyo de la empresa automotriz transnacional Toyota.
Actualmente, hay otros dos proyectos de bicombustibles de yuca en los departamentos de Sucre y Córdoba, al norte del país, y uno de ellos, apoyado por el Ministerio de Agricultura, programa producir 75.000 litros diarios de alcohol, con una inversión inicial de 30 millones de dólares.
Por todo lo anterior, la milenaria yuca, cultivada por los mayas, incas, muiscas y otros pueblos de la América prehispánica, está recuperando su olvidada importancia en la historia agrícola regional, que data de 10.000 a 12.000 años, según estudios.
* Gloria Helena Rey lleva 25 años como corresponsal extranjera en América Latina y Europa. Ha recibido varias distinciones nacionales e internacionales. Actualmente colabora con El Periódico de Catalunya y Lecturas Fin de Semana, del diario El Tiempo, de Bogotá.