Con perfil bajo, como tratando de que su presencia en esta vasta tribuna del mundo en desarrollo pase desapercibida, Argentina retorna invitada al Movimiento de Países No Alineados (NOAL), del que se retiró con estruendo hace 15 años para abrazarse a Estados Unidos.
El regreso se concretará en la XIV Cumbre del NOAL, que se celebrará del 11 al 16 de este mes en La Habana.
Pero de los modos de participación, que son miembro pleno y observador al NOAL o invitado a una cumbre, el gobierno centroizquierdista de Néstor Kirchner eligió el tercer y menos comprometido escalón. Por ello sólo podrá asistir a la apertura y a la clausura de la reunión en Cuba, pero no a las deliberaciones.
En diálogo telefónico desde Cuba, el embajador argentino, Darío Alessandro, explicó a IPS que su país "tiene interés en estar presente en una organización que representa a casi todos los países en desarrollo". "Es un paso, una simple presencia, (y luego) veremos cómo evoluciona el movimiento", explicó.
"Creemos que el movimiento tiene una condición digna de observarse, y sabemos que estar presentes tiene su importancia, pero hay que ver las definiciones que se adoptan" en la próxima reunión insistió con cautela Alessandro, quien presidirá la delegación argentina al encuentro.
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"El mundo cambió mucho desde la fundación del NOAL", recordó Alessandro. "Cuando se creó el movimiento, el mundo era bipolar y estaba en auge la tercera posición. Eso se terminó, la discusión ahora es para redefinir sus nuevos objetivos", consideró el embajador.
Justamente, la cumbre pondrá a la discusión, para el medio centenar de jefes de Estado y de gobierno y de delegados de los 116 países miembro, un documento preparado por Cuba con una propuesta de "aggiornamiento" de los principios y propósitos del grupo en la escena internacional, de modo de ofrecer una nueva agenda de cohesión.
El NOAL se fundó en 1961 con el fin de reunir a los países en desarrollo que no estaban alineados con Estados Unidos ni con la hoy disuelta Unión Soviética, aunque luego adoptó criterios más flexibles.
Argentina se sumó como observador en 1964 y se incorporó como miembro pleno en 1973 con la llegada al gobierno por las urnas del Partido Justicialista (peronismo), tras una sucesión de dictaduras militares.
En 1991, cerrada la llamada Guerra Fría con la desaparición de uno de los polos, el gobierno argentino de Carlos Menem (1989-1999) envió una delegación disminuida a la reunión de Ghana, y meses después se desvinculó del movimiento. "Tras el acuerdo Este-Oeste el NOAL ha perdido sentido", explicó el entonces canciller Guido Di Tella, ya fallecido.
Di Tella añadió en ese momento que, aunque el país podía seguir con un baja representación en el bloque, se había decidido el retiro "de manera tajante" y "marcando donde están nuestros intereses primarios", en alusión al firme alineamiento con los organismos multilaterales de crédito y con Estados Unidos, en lo que él mismo llamó "relaciones carnales".
En la actualidad, el gobierno de Kirchner mantiene buenas relaciones con Estados Unidos, pero no un alineamiento automático.
Un ejemplo de esa independencia en política externa fue el enfrentamiento de Kirchner con su par estadounidense, George W. Bush, respecto de la estrategia de integración continental, verificada en la última Cumbre de las Américas, realizada en 2005 en la meridional ciudad argentina de Mar del Plata.
En esa ocasión, Kirchner ejerció una fuerte resistencia al avance del Área de Libre Comercio de las Américas, una propuesta lanzada por Washington a mediados de los años 90 y congelada desde esa última cumbre.
Respecto de los organismos multilaterales de crédito, Kirchner canceló en forma anticipada la deuda con el Fondo Monetario Internacional, con la intención declarada de ganar independencia respecto de las imposiciones del organismo para la política económica interna cuando de sus préstamos se depende. Buenos Aires insiste en la necesidad de una reforma de esas entidades.
Sin embargo, ese nuevo modo de inserción internacional no parece indicar que Argentina esté transitando una política exterior de enfrentamiento general con Estados Unidos, ni tampoco que esté proyectando erigirse en un miembro protagónico del NOAL.
"No puedo concebir que alguien en el gobierno esté pensando en que a través de un instrumento del pasado, como es el NOAL, se pueda proyectar la política exterior de Argentina", declaró a IPS Juan Tokatlián, director académico de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés.
"El NOAL quedó desdibujado, no tanto por lo que hicieran o no sus miembros, sino porque decayó su gravitación al finalizar la Guerra Fría. El no alineamiento perdió su razón de ser y el grupo tuvo un perfil cada vez más bajo. Nadie invoca al NOAL para el despliegue de su política exterior", sostuvo Tokatlián.
Para el académico, el grupo "no tiene la capacidad de influencia ni la homogeneidad de otras épocas".
El gobierno de Cuba, anfitrión de la próxima cumbre, quizás se proponga proteger su revolución e incidir en la agenda internacional a través del relanzamiento de NOAL, pero es poco probable que otros países en desarrollo estén pensando en este mecanismo como eje de su política exterior, apuntó.
América Latina está en busca de mecanismos de inserción internacional "más novedosos", observó. Citó el caso de Chile, que se proyecta en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico). Se trata de una instancia de concertación económica de una veintena de países de esa región.
En la misma línea, el experto ubicó el modelo de inserción brasileño, que apela al IBSA, la alianza estratégica de Brasil, India y Sudáfrica con propósitos fundamentalmente económicos y comerciales, y también a la instancia del BRIC, por las siglas para identificar a Brasil, China, Rusia e India como las grandes economías con mayor potencial.
"Esos sí son instrumentos nuevos, con mirada de futuro, que buscan una proyección de los países a través de alianzas entre pares", subrayó Tokatlián, autor del libro titulado "Hacia una nueva estrategia internacional", en el que recomienda a Argentina forjar una política exterior consistente, con identidad de cara al mundo.
Dejó, en tanto, para los exegetas del Partido Justicialista, nacido a mediados del siglo XX y que a lo largo de su historia cobijó tendencias ideológicas distintas y hasta opuestas, la interpretación acerca de las acciones contradictorias, casi extremas, de esta agrupación política respecto del Movimiento de No Alineados.
Fue un gobierno peronista —de sesgo izquierdista — el que introdujo a Argentina en el NOAL en 1973, en momentos en que prevalecía la idea de diferenciarse de Estados Unidos, contribuir a la democratización de las relaciones internacionales y proyectar la política externa argentina en lo que se conocía como Tercer Mundo, recordó.
Otra administración justicialista, pero de signo contrario y montado a la ola de políticas económicas neoliberales, resolvió en 1991 la retirada y se volcó por la opción del "alineamiento irrestricto con Estados Unidos".
Ahora es otra vez un gobierno centroizquierdista de la misma fuerza política el que vuelve con sigilo y mucha cautela, buscando esta vez no quedar comprometido con nadie en particular. "Es el mismo partido, que a través del tiempo, hace distintas lecturas de la realidad", opinó.