POESÍA: Yo soy Iraq

Este grito, «yo soy Iraq», se escuchó como un eco en calles y plazas de esta ciudad del noroccidente de Colombia, donde se celebró el XVI Festival Internacional de Poesía de Medellín, creado para resistir el miedo. El conflicto colombiano, originado hace decenios, fue adscrito a fines de 2001 a la «guerra contra el terrorismo», que también paga el invadido Iraq.

Estados Unidos, que invadió Iraq en nombre de esa guerra en marzo de 2003, brinda al gobierno colombiano la tercera ayuda militar más cuantiosa del mundo, y lo apoya con helicópteros artillados, aviones espía y asesores en su lucha contrainsurgente.

El poeta más aclamado del festival, entre 70 que llegaron invitados de 40 países y cuyas obras fueron escuchadas, según la prensa local, por unas 150.000 personas, fue el iraquí Muhsin Al-Ramli, de 39 años.

Su poema "No a liberar a Iraq de mí", escrito en Madrid el 30 de marzo de 2003, 10 días antes de la caída de Bagdad, causó sensación en el festival, celebrado entre el 24 de junio y el 2 de julio.

"Esta tinta derramada en vuestra prensa es la sangre de mi país. Esta luz diluviada de vuestras pantallas es el brillo de los ojos en los niños de Basora", inicia el poema.
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Al-Ramli relató a IPS que en su tierra, cuna de la literatura árabe, todavía hoy las cartas se escriben en verso, y que en el mercado de Basora la gente acudía hasta hace poco a comprar poemas.

El poeta vive exiliado en Madrid luego de que su hermano Hasan Mutlak fuera muerto en la horca a los 29 años, en 1990, tras un fallido intento de derrocar al dictador Saddam Hussein (1979-2003).

Mutlak también era escritor y considerado en círculos intelectuales de su país el Federico García Lorca de Iraq. Al- Ramli, además novelista, dramaturgo, narrador y periodista, traduce sus propios poemas al inglés y al castellano.

"Éste que está sollozando en la oscuridad de su exilio soy yo; huérfano después de que hayáis matado a mis padres: Tigris y Éufrates; viudo después de que hubierais crucificado la pareja de mi alma: Iraq", se escuchó una y otra vez en la voz de Al-Ramli en los distintos escenarios del festival.

"Digo a los padres que enseñen a sus hijos, como primera palabra: No", expresó Al-Ramli a IPS, para ilustrar su indignación por lo que ocurre no sólo en su país, sino en el mundo.

"Ay… de vosotros, señores de la guerra / Escuchadme: / No a la fiesta de los ejércitos en el tejado de mi casa. / No al verdugo que habéis plantado o al que vais a plantar. / No a vuestra libertad caída sobre las cabezas de mi gente en bombas / No a liberar Iraq de mí o a mí de él./ Yo soy Iraq".

"Volved a vuestras películas detrás del océano. / Dejad para mí lo que queda / de los minaretes, de los mausoleos de mis ancestros,/ de las tumbas de mi familia… / Y bebed de las copas del petróleo hasta que os saciéis", dice más adelante el poema.

En Medellín, los transeúntes lo reconocían en la calle y lo saludaban: "¡Yo soy Iraq!". "¡Yo soy Colombia!", les contestaba él.

"Llevad lo que queráis y marchad, / dejadme solo / con lo derribado de los sueños de mi hermana, / con el incendio de las palmeras en las orillas de Mesopotamia, / con los huesos de mi padre / y el té de la merienda", increpa Al-Ramli a los invasores.

El festival de Medellín ya es conocido mundialmente por su enorme afluencia de público, oficinistas, amas de casa, estudiantes, desempleados, maestros, personas del común que colman plazas y auditorios para escuchar poesía.

La gente que acude al festival afirma que, cuando los poetas leen sus versos, dicen cosas que uno siente, pero que quizá no sabía cómo decirlas.

"La poesía sigue siendo útil para la gente. Para iluminar sus versiones sobre asuntos y sentimientos, o ideas que no están bien claras en este mundo", dijo Al-Ramli a IPS.

Los poetas acudieron también hasta las prisiones a leer sus obras. El iraquí fue a la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, cerca de Medellín, donde están presos, entre otros, narcotraficantes y guerrilleros.

Al-Ramli esperaba con emoción su lectura en la cárcel. "Vengo de un país entero que está en la dura prisión. Así que hice contacto con la gente que está en la prisión" en Colombia, dijo a IPS.

"Iraq, pueblo hermano, mi tierra se desangra igual que tú, mi corazón arde como el fuego cuando veo el dolor de tu gente que es mi gente", le escribió, a mano en un papel, un preso que firmó como "Javier".

"Espero que escuches estas palabras que brotan de mi alma. Y recibe el abrazo de este hermano que en Colombia derrama lágrimas de sangre al ver la invasión que destroza tu corazón", garrapateó Javier.

"Fue como una respuesta a mi poesía", expresó Al-Ramli. "A los presos también les duele lo que ocurre afuera", agregó.

Javier fue uno de la veintena de presos a los que les fue permitido estar con los poetas en la biblioteca de la cárcel. Los demás los siguieron por circuito cerrado de televisión. Entre los presentes, algunos mostraban golpes en el rostro, pero de esas cosas no se pudo hablar.

Al-Ramli cree que Javier "es un preso político", quizá uno de los miles que están tras las rejas por rebelión y delitos relacionados con la guerra.

El poeta colombiano Allan Luna, nacido en 1957 en el departamento de Nariño, cerca de la frontera con Ecuador, poco conocido aunque invitado a leer su obra en el festival de Medellín, había oído a un oficial de la Fuerza Aérea Colombiana que describía "con placer la capacidad de las bombas, el modelo, los mecanismos de precisión" usados en su trabajo letal.

"Disfrutaba contando cómo disparaba. De las consecuencias de lo que hacía no tenía la menor idea. La guerra la llevan en su cabeza, por las películas de Vietnam", dijo Luna a IPS.

Bagdad, la ciudad de "Las Mil y una Noches", cayó bajo control estadounidense el 9 de abril de 2003. Ese mismo mes, Luna escribió su poema "Vuelo":

"No soy un criminal cualquiera./ Yo vuelo./ Mis presas están allá abajo./ No veo sus ojos ni oigo sus gritos./ Vuelo./ Sé que me están mirando./ No sé cómo se llaman, ni quiénes son,/ No necesito saberlo. / Me basta con saber dónde están, / Para dejar caer sobre ellos / Una lluvia dolorosa.

"Lo mío es la muerte y después una cerveza./ No conozco la guerra. / Aún no me han derribado", dice el poema leído por Luna en Medellín y publicado en las memorias del festival por la revista Prometeo, de los organizadores del encuentro.

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