INDIA: Reuniendo las piezas tras atentados en Mumbai

India comienza lentamente a recuperarse de la conmoción causada por los devastadores atentados terroristas en la occidental ciudad de Mumbai y a preguntarse sobre los posibles motivos detrás de la tragedia.

Al menos 200 personas murieron y otras 700 resultaron heridas el martes en la capital financiera del país al estallar siete bombas coordinadas en trenes y estaciones repletas a la hora de la tarde de mayor congestión.

Muchos comparan los atentados del martes, por su magnitud y características, con los perpetrados en marzo de 2004 en Madrid, en los que murieron 192 personas. Los de la capital española fueron los peores ataques terroristas en la historia de Europa.

Los españoles respondieron a esos atentados derrotando en las urnas al candidato del presidente José María Aznar (1996-2004), estrecho aliado del estadounidense George W. Bush en su "guerra contra el terrorismo", y llevaron al poder al socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien rápidamente retiró las tropas españolas de Iraq.

India no parece estar dispuesta propiciar un cambio político similar, pero los atentados de Mumbai despertaron muchas dudas entre la población local.

Algunas de las preguntas que surgen son: ¿Estos ataques bien articulados y coordinados suponen una seria amenaza a la estructura social india y a su democracia? ¿Quién llevó a cabo estos atentados y qué motivos tuvo? ¿Cómo debería responder India a esta violencia sin perder su democracia y sus obligaciones constitucionales de defender los derechos humanos?

Y no menos importante, ¿cuál será el impacto probable de los ataques en el proceso de diálogo con Pakistán? Nueva Delhi ha responsabilizado sistemáticamente a las milicias islámicas apoyadas por Islamabad de los atentados perpetrados en India en los últimos años.

Esta última pregunta podría ser más fácil de contestar que las anteriores.

"No vemos ninguna dificultad en la próxima ronda de conversaciones bilaterales. Pakistán fue uno de los primeros países en condenar los ataques en Mumbai. Ningún dedo se alzó contra Islamabad de parte de los funcionarios indios", dijo a IPS un representante del Alto Comisionado de Pakistán en Nueva Delhi.

"Creemos que los dos países están en verdad comprometidos en su acercamiento desde hace dos años y no permitirán que ningún caso de violencia haga naufragar el importante proceso de paz", añadió.

Si bien las agencias de inteligencia indias no descartan la participación de elementos "hostiles" dentro de los servicios secretos pakistaníes en los casos de terrorismo contra India, también reconocen que el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, combate duramente a los extremistas islámicos tanto en su país como en la vecina Afganistán.

Los atentados del martes fueron los peores perpetrados en India, seguidos por los del 12 de marzo de 1993, también en Mumbai, que segaron la vida de 257 personas.

Los ataques de 1993 fueron considerados una "retribución" de extremistas islámicos a la demolición de una mezquita del siglo XVI y a la discriminación sufrida por los musulmanes indios.

Los atentados del martes fueron diferentes. Las víctimas no pertenecían a una categoría en particular, sino simplemente eran parte de los cuatro millones de personas que usan el sistema de trenes suburbano de la ciudad.

"Esta aleatoriedad hace que la violencia sea especialmente temible. Te intimida y te hace extremadamente vulnerable. Pero, más allá de eso, no supone ningún desafío para el sistema político ni para la democracia", sostuvo el politólogo Achin Vanaik, de la Universidad de Nueva Delhi.

En los últimos tiempos, el terrorismo no ha logrado crear en India la sensación de una crisis ni ha amenazado la estabilidad del gobierno ni estimulado la violencia entre hindúes y musulmanes. El público indio simplemente se resiste a la provocación.

Esto se debe a la madurez de la ciudadanía india y a su afirmación del pluralismo social, más que a la forma en que el gobierno maneja el problema del terrorismo.

El tratamiento dado por el gobierno a pasados atentados "estuvo marcado por la falta de inteligencia, las investigaciones desordenadas y la ausencia de interrogatorios a los testigos", dijo Nitya Ramakrishnan, abogado de Nueva Delhi y defensor de las libertades civiles.

"El Estado no ha logrado reunir la información necesaria para procesar a los culpables en ninguno de los casos, ni crear una base de datos sobre los diferentes grupos y sus vínculos. Difícilmente exista algún caso en los que un supuesto terrorista haya sido juzgado con evidencia adecuada", indicó.

El hecho de que ningún grupo se haya atribuido los atentados estimula aun más las especulaciones en todos los sectores de la sociedad. El gobierno y la prensa hablan de organizaciones islamistas como Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios), originaria de Pakistán, o el Movimiento de Estudiantes Islámicos de India, pero sin manejar ninguna evidencia.

La izquierda y la derecha en India tuvieron reacciones diversas ante los ataques. Los partidos izquierdistas, que apoyan al gobierno del primer ministro Manmohan Singh y el carácter secular del Estado, pidieron moderación y llamaron a los ciudadanos a no responder con violencia contra los musulmanes.

Mientras, los partidos derechistas como el prohindú Bharatiya Janata, que lidera la oposición, acusó al gobierno de "ignorar" la seguridad nacional y pidió la adopción se severas medidas de seguridad, como la Ley de Prevención del Terrorismo.

"Las leyes draconianas sólo vulnerarían los derechos fundamentales de los ciudadanos y devaluarían la democracia", alertó Vanaik.

"Eso sería trágico. Las restricciones de las libertades sólo brutalizarán a las personas comunes y estimularán la irresponsabilidad oficial, el abandono del deber y el abuso de poder. Esas medidas distraen la atención del mucho más grave daño causado por los excesos del Estado en la población", señaló

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