«Vergüenza», «un equipo sin alma» y «los argentinos por lo menos cayeron de pie» son algunas de las expresiones de hinchas indignados y comentaristas perplejos de Brasil ante la derrota de su selección de fútbol, que selló la pérdida de la hegemonía del Mercosur en torneos mundiales de la FIFA.
La Unión Europea (UE), con 25 países miembro, igualará el domingo los nueve trofeos conquistados por Argentina, Brasil y Uruguay, los tres integrantes del Mercosur (Mercado Común del Sur) junto a Paraguay, desde que comenzó en 1930 en Montevideo la disputa cuatrienal de la Copa del Mundo organizada por la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado).
Estos torneos de FIFA hasta ahora sólo tiene campeones en estos dos bloques de países, incluso los considerados antecesores como fueron los jugados en el marco de los Juegos Olímpicos de 1920 en la ciudad belga de Amberes, ganado por el país anfitrión, y los de 1924 en París y 1928 en Amsterdam, donde triunfó Uruguay en los dos casos.
La selección brasileña, con cinco campeonatos ganados y muchos jugadores considerados entre los mejores del mundo, fue la gran decepción en este país y para los amantes del fútbol en todas partes del mundo.
Sus jugadores, antes totalmente expuestos en los medios de comunicación, ahora se están ocultando, evitan mostrarse y, para ello, salen por puertas traseras de hoteles y aeropuertos.
Más que la derrota del sábado ante Francia, los hinchas no les perdonan la apatía manifestada, la "falta de garra (fuerte convicción y tesón) demostrada por futbolistas que ganan millones de euros o dólares y aparecen diariamente en publicidad de bebidas, calzados deportivos, bancos, teléfonos celulares.
El equipo pareció reflejar en la cancha el semblante siempre aburrido, sin aliento, del director técnico del equipo, Carlos Alberto Parreira.
"Imagen de la apatía", tituló el diario O Globo, de Río de Janeiro, un reportaje desde Frankfurt ilustrado por una gran foto de Parreira "mirando el reloj" mientras "su equipo se arrastraba en la cancha".
La derrota es aceptable en un deporte en que favoritos pierden con frecuencia, pero no la ausencia de esfuerzo, de dedicación a una selección nacional, coincidieron muchos comentaristas. "Faltó alma", resumió Armando Nogueira, una especie de decano del periodismo deportivo en Brasil, que estuvo en más de una decena de campeonatos mundiales.
Es lo que entienden también los hinchas, que, como contraste, destacan la recepción que ofrecieron sus colegas argentinos a su selección, pese a la derrota el viernes en los penaltis con el anfitrión Alemania, después de terminar empatados uno a uno durante los 90 minutos de partido y los 30 de prórroga..
Aplausos populares junto a títulos y comentarios en los medios de comunicación sobre el "honor", el "orgullo" y el "adiós con la mejor imagen" acogieron a los jugadores argentinos. "Hay derrotas que tienen más dignidad que la misma victoria", señaló un aviso del estatal Banco de la Nación.
La selección argentina fue creciendo en su calidad de fútbol a medida que avanzó en el torneo hasta constituirse en una de las favoritas, al contrario de Brasil que vio su favoritismo previo caer ante sus pésimas presentaciones hasta finalmente rendirse frente a Francia.
Los jugadores argentinos insistían en que no podían creer que tantas personas fueran a recibirlos al aeropuerto a su llegada a Buenos Aires pese a que habían quedado eliminados de la Copa Mundial de la FIFA en cuartos de final.
Tras la desclasificación de Argentina y Brasil, sólo quedan cuatro selecciones europeas en la Copa Mundial para disputar las finales: Alemania e Italia, que ya ganaron este tipo de torneos tres veces y se enfrentarán en semifinales este martes, y Francia, con una copa en su haber, y Portugal, que por primera vez alcanza la fase semifinal, los cuales se medirán este miércoles.
Hinchas y comentaristas deportivos analizarán exhaustivamente durante años los fracasos brasileño y argentino, pero el resultado refleja también la tendencia al triunfo de los anfitriones, al menos en un concepto amplio, continental.
Los europeos siempre triunfaron en las copas disputadas en su continente, a excepción de Suecia en 1958, cundo venció Brasil, y nunca en otro lugar del planeta.
Los tres países miembro del Mercosur alcanzaron nueve Copas, principalmente en su ambiente latinoamericano. Brasil, que acumula cinco, fue el único en triunfar fuera de la región: Estados Unidos en 1994 y Corea-Japón en 2002, además de Suecia en 1958.
Por su parte, Uruguay triunfó en su país en 1930 y en Brasil en 1950 (el llamado Maracanazo), mientras que Argentina lo hizo en 1978 también la oficiar de anfitriona y en 1986 en México.
La rivalidad futbolística hizo que muchos brasileños celebraran la eliminación de Argentina y viceversa, pero no faltaban los que hinchaban por una final entre los dos países, que consolidaría por una década más la hegemonía sudamericana.
"No comparto el espíritu revanchista de festejar como un triunfo propio cuando a Brasil le va mal", pero este país perdió merecidamente, pues "fue superado por Francia que jugó un fútbol exquisito", comentó a IPS el argentino Pablo Moseinco, un fan del fútbol bien jugado, mas allá de hincha de su club y de su país.
El fútbol, pese a su "globalización", sigue dominado por algunos países europeos, cada vez más numerosos, y América del Sur, más exactamente su Cono Sur y últimamente limitada a Argentina y Brasil, ante la declinación uruguaya en las últimas décadas.
Esta Copa de Alemania no modificó esa "geopolítica" del fútbol y tampoco trajo novedades, como innovaciones tácticas, una selección brillante o destacadas campañas de países africanos, asiáticos o europeos orientales que ocurrieron en algunas ocasiones anteriores.
Pero merece una mención el hecho de ser la Copa en que más se destacaron los arqueros, explicando en parte el bajo promedio de goles, también debido al bajo nivel técnico. Ya se convirtieron en "héroes", por ejemplo, el alemán Lehman y el portugués Ricardo, por la defensa en los penaltis.
* Aportes de Marcela Valente, de Argentina
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