DROGAS-PERÚ: Cocaleros llegan al Congreso

Después de Bolivia, Perú se ha convertido en el segundo país de la región andina con un movimiento cocalero representado en el Poder Legislativo. Una de sus principales dirigentes, Nancy Obregón, asumirá el 28 de este mes como parlamentaria de Unión por el Perú (UPP), junto a otros nueve congresistas que apoyan la lucha de los cultivadores de coca.

La bandera cocalera en Perú empieza a izarse en distintos bastiones de la política. Otra de las dirigentes del movimiento campesino, Elsa Malpartida, fue elegida para el Parlamento Andino por la UPP, el partido que postuló a la Presidencia al nacionalista Ollanta Humala.

Ambas campesinas dijeron a IPS que lucharán desde sus respectivos cargos por "la despenalización de la hoja de coca, su industrialización" y el reconocimiento de este cultivo como "patrimonio cultural".

Lo mismo defenderán los restantes legisladores que representarán en el próximo Congreso legislativo a las regiones de mayor producción de hoja de coca de este país: Yaneth Cajahuanca, Karina Beteta, Aníbal Huerta, Juana Huancahuari, Elizabeth León y Roger Nájar Kokally, todos ellos de UPP, así como dos legisladores del socialdemócrata Partido Aprista Peruano, Aníbal Huerta y José Macedo, y uno, Rolando Reátegui, de Alianza por el Futuro, el sector del ex presidente Alberto Fujimori.

Así, hay un bloque pro cocalero a punto de instalarse. "Desde el Congreso, tendremos un discurso más amplio sobre la hoja de coca. Sabemos que el tema pasa por incorporar una agenda clara en el sector agrario y por la conformación de coaliciones con otros movimientos cocaleros como Bolivia", expresó Obregón con una argumentación fluida basada en su experiencia gremial.
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La dirigente se reunió en La Paz en octubre de 2005 con campesinos cocaleros de los países andinos, como parte de la Confederación de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras en el Perú (Conpaccp). Al cónclave también asistió el líder de la otra facción del movimiento, Iburcio Morales, del valle El Monzón, en la selva amazónica de la oriental región Huánuco. El nexo fue el ex diputado boliviano Dionicio Núñez, del Movimiento al Socialismo (MAS), que llevó este año a la Presidencia de Bolivia al indígena Evo Morales.

En la reunión se acordó luchar en bloque por el retiro de la hoja de coca del Apéndice 1 de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes —que la considera sustancia sujeta a fiscalización y control y califica su masticación como toxicomanía—, lo que comúnmente los campesinos llaman "despenalización" del cultivo.

El uso medicinal, alimenticio y ritual de la coca forma parte de la cultura ancestral de los países andinos. Pero convertida en materia prima de la cocaína, ha sido penalizada y estigmatizada.

Hasta ahora, desde la base social y sin ninguna representación directa en el aparato gubernamental, la posibilidad de poner el tema en la agenda política resultaba imposible para los cocaleros peruanos.

A diferencia de los productores de Bolivia, que hicieron su aparición en la política en los gobiernos municipales, los del Perú decidieron comenzar la carrera desde el Poder Legislativo. Así, Obregón y Malpartida se postularon al Congreso y al Parlamento Andino desde las filas de Humala, con la venia del entonces encarcelado líder de la Conpaccp, Nelson Palomino.

Palomino purgaba condena desde hacía tres años y medio, acusado de secuestrar a un campesino en 2003 durante una protesta. A inicios de junio, las autoridades peruanas ordenaron su semi-libertad, y ahora el dirigente acaba de crear su propio partido bajo una palabra quechua que intenta refutar las críticas sobre la división del movimiento cocalero: Kuska, que significa "unidos".

El dirigente campesino presenta a Kuska como "un proyecto pluralista que nace en el seno del movimiento cocalero para luchar por los excluidos". Palomino dijo a IPS que se encuentra en reparativos para que la agrupación participe en las elecciones municipales y regionales que se realizarán el 19 de noviembre.

Su objetivo es ganar peso en las regiones cocaleras del centro y oriente del país, como Ayacucho, Huánuco, San Martín y Ucayali, además de lograr que Nancy Obregón, Elsa Malpartida y otros legisladores que apoyan esta lucha rompan con Humala y se sumen a Kuska. Palomino busca un movimiento cocalero representado en un solo partido, lo que no pudo lograr desde la cárcel, y así prepararse para los comicios presidenciales de 2011.

"A diferencia de Bolivia, que desde hace más de 15 años tiene un movimiento cocalero con representación política, en el Perú recién se están sentando las bases para que los productores de la hoja de coca dejen de ser actores políticos en las calles para hacerlo desde el aparato formal del Estado, ante la incapacidad del gobierno de atender sus demandas", explicó a IPS el especialista Ricardo Soberón.

Pero el presidente de la gubernamental Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida Sin Drogas (Devida), Nils Ericsson, consideró "una barbaridad" la emergencia de los cocaleros en la política. "Con enorme hipocresía piden que se respete el excedente de la producción de hoja de coca para industrializarla cuando saben que eso no es viable. Esa defensa en el Congreso solo va a generar el incremento del narcotráfico", dijo Ericsson a IPS.

Soberón, sin embargo, rescató que a través de los nuevos parlamentarios se promuevan leyes que permitan cambiar "la política represiva de erradicación de los cultivos que es digitada desde Estados Unidos y que hasta el momento demuestra ser un fracaso". Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC, por sus siglas en inglés) publicado en junio, en 2005 la producción de hoja de coca en Perú fue de 106.000 toneladas métricas, ocupando 48.200 hectáreas, lo que convierte a este país en el segundo productor más importante de este cultivo en la región andina detrás de Colombia y antes de Bolivia, que aparece con 25.400 hectáreas.

De las 106.000 toneladas producidas, solo 9.000 son consideradas para el consumo tradicional, y su industrialización se destina principalmente a bolsitas filtrantes para infusión, de acuerdo con la encuesta nacional sobre consumo de hoja de coca del Instituto Nacional de Estadísticas (INEI). El resto de la producción es catalogada como materia prima para el narcotráfico, y por lo tanto, las autoridades trabajan en su erradicación.

La Empresa Nacional de la Coca, que desde 1978 tiene el monopolio de la compra y venta del cultivo en las 14 cuencas cocaleras, el año pasado solo adquirió 3.044 toneladas, de las cuales apenas 111 fueron a la exportación y para fines industriales, o sea, apenas uno por ciento de la producción total.

Sin embargo, Palomino señaló que existen más de 9.000 toneladas de hoja de coca en el mercado formal y reclamó al gobierno peruano que realizara un censo en los valles. "Esas cifras son manipuladas. Por eso los campesinos cocaleros ya empezamos a hacer nuestra propia medición", comentó.

Soberón consideró que "Estados Unidos tiene que hilar muy fino. Si en Bolivia su política de represión ya generó un efecto contrario con la aparición de Evo Morales, no vaya a suceder lo mismo con Nelson Palomino".

La presencia estadounidense en la lucha contra el narcotráfico en Perú se revela en lo que aporta económicamente. Devida informó a IPS que de los 124 millones de dólares que el gobierno invierte para este fin, 120 millones proceden de la comunidad internacional, 90 por ciento de Estados Unidos, y sólo cuatro millones de dólares salen de las arcas del Estado peruano.

Ericsson señaló que mientras las autoridades no incrementen su inversión para combatir el narcotráfico, que mueve en este país 19.600 millones de dólares al año, se continuará interviniendo en los valles cocaleros que elija Estados Unidos.

Lo curioso es que en el valle El Monzón, considerado un enclave del narcotráfico y el segundo productor más importante de coca con 15.633 hectáreas, no hay programas de cultivos alternativos en marcha.

La nueva bancada pro cocalera asegura que presentará propuestas legislativas para que se aplique un programa de lucha contra el narcotráfico que también considere el desarrollo de las regiones cocaleras por sus altos índices de pobreza.

Según el INEI, en la región de Huánuco ahora representada por Nancy Obregón, 77,6 por ciento de la población es pobre y 49,6 por ciento extremadamente pobre. En Ayacucho, donde nació Palomino, son pobres 64,9 por ciento de los habitantes.

Detrás de la aparición del movimiento cocalero en la tribuna política, también hay una demanda de presencia del Estado en esas regiones.

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