SALUD: Turismo de transplantes prospera en el Sur

Aunque las historias sobre comercio ilegal de órganos pueden parecer más adecuadas para la pantalla grande, las series de televisión o las novelas de ciencia ficción, ocurren en el mundo real con una frecuencia perturbadora.

Nancy Scheper-Hughes, profesora de antropología médica en la estadounidense Universidad de California, sabe de esto muy bien. Es cofundadora y directora de Organs Watch, un proyecto creado en respuesta a los difundidos rumores de secuestro de cadáveres y robo de órganos en los barrios carenciados de Brasil a mediados de los años 80.

En un nuevo ensayo publicado en el última edición del Informe sobre las Américas del no gubernamental Congreso Norteamericano sobre América Latina, titulado "Biopiratería y búsqueda global de órganos humanos", Scheper-Hughes señala que "médicos estadounidenses o japoneses que trabajan para grandes hospitales del exterior secuestraron cuerpos".

De éstos extrajeron las partes que querían, especialmente ojos, riñones, corazones e hígados, y luego arrojaron los restos "a los lados de carreteras del país o en contenedores de hospitales".

Aunque esto es negado por profesionales de la medicina, Scheper-Hughes comenzó en 1997 a seguir el rastro de rumores sobre esta lúgubre práctica comercial.
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A lo largo de los años, la experta viajó a 12 países y visitó más de 50 escenas de compra ilícita de órganos y tejidos.

Varias naciones aprobaron legislación para tomar medidas enérgicas contra este tipo de comercio, pero Scheper-Hughes dijo a IPS que "las cosas todavía son bastante inestables".

"China está preparando una nueva ley para volver ilegal el turismo de transplantes. No habrá ningún pago por órganos ni pacientes extranjeros que se realicen transplantes", informó.

"Es demasiado temprano para decir si eso frenará o aumentará una oscura economía de transplantes. En Israel se aprobó una nueva ley que hace ilegal que a los pacientes israelíes sometidos a transplantes sus agentes de seguros de salud les efectúen reembolsos por transplantes ilegales", señaló.

"Pese a toda esta actividad legislativa, el turismo de transplantes crece a hurtadillas en los márgenes, mientras los pacientes luchan por resolver sus problemas. Finalmente veo que la donación paga de riñones se vuelve (un asunto de) rutina y hasta legal, para que el comercio se produzca a nivel nacional más que transnacional", indicó.

"Ése sería un triste resultado, pero tal vez es inevitable ahora" que estos hechos están expuestos, concluyó.

Una de las cosas más estremecedoras para ella fue darse cuenta de que la industria ilegal de órganos pasó de ser algo que "evocaba conmoción y repulsión, lindando con las náuseas" a ser "un hecho médico aceptado y defendido con argumentos pragmáticos".

Scheper-Hughes integró el panel sobre Ética, Acceso y Seguridad en Transplantes de Tejidos y Órganos en una reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebrada en 2003, y estuvo presente cuando un funcionario de un banco privado de ojos "defendió la 'necesaria' comercialización de bancos de tejidos en el mundo en desarrollo".

Sin apoyo del gobierno para una "banca de tejidos subsidiada", señaló el funcionario, los países pobres tienen que recurrir a una compra-venta internacional de órganos que no son usados en su país de origen y que podrían ser transportados a través de acuerdos informales al mundo industrializado, donde existe una gran demanda para cirugías ortopédicas y otras que requieren alta tecnología.

En lo que en la superficie parece ser una situación de ganancia neta, "a cambio, las pobres instituciones de donantes podrían recibir un suministro constante de córneas, (que son) escasas".

Organs Watch descubrió un "negocio multimillonario, grande e irregulado, de tejidos humanos, tomados sin consentimiento u obtenidos (gracias a) ingenuos familiares de donantes con muerte cerebral que creen que sus 'obsequios' serán usados altruistamente para salvar vidas y reducir el sufrimiento humano".

En vez de eso, estos "presentes" fueron convertidos en materias primas vendidas y compradas, procesadas y transportadas, ganando un valor adicional a medida que se mueven dentro del mercado.

Organs Watch descubrió que huesos e injertos de piel fueron vendidos y procesados por firmas privadas de biotecnología en Estados Unidos y convertidos en caros productos comerciales para dentistas y cirugías ortopédicas y plásticas.

En Sudáfrica, documentación oficial reveló que "válvulas de corazón humanas fueron tomadas sin consentimiento de los cuerpos de negros pobres en depósitos de cadáveres de la policía y embarcados a centros médicos en Alemania y Austria", señaló el grupo.

En 2002, Scheper-Hughes informó al Ministerio de Salud de Sudáfrica sobre un plan originado en un banco nacional de tejidos para "transferir cientos de tendones de Aquiles sacados sin consentimientos de los cuerpos de víctimas de la violencia y enviados por el director del banco a un empresario corrupto de Estados Unidos que pagó 200 dólares por cada uno".

Llegados por barco a Estados Unidos vía Corea del Sur, fueron empacados y vendidos dentro y fuera del país a firmas médicas y biotecnológicas privadas a 1.200 dólares cada uno.

El crecimiento del "turismo de transplantes" —un término acuñado por Scheper-Hughes— "es motivado por una insaciable demanda de órganos para transplantes, que se incrementa en forma exponencial contra una muy escasa oferta de órganos donada a través de los medios tradicionales y regulados".

Mientras las donaciones siguen siempre pocas —aumentaron sólo 33 por ciento en la última década— el número de pacientes en listas de espera se incrementaron 236 por ciento.

Ante la necesidad, las personas pobres ceden o son engañadas para donar partes de su cuerpo y así satisfacer la demanda de pacientes ricos, que están dispuestos a romper las leyes nacionales y las regulaciones internacionales para obtener órganos, señaló Scheper-Hughes.

La experta dijo a IPS que continúa activa en Organs Watch y ahora trabaja con la OMS en las "manchas negras" del turismo de transplantes: China y Pakistán, así como con las autoridades de Brasil y Sudáfrica para detener a los responsables de estos delitos.

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