SRI LANKA: Acuerdo de paz sigue en pie, a pesar de todo

A pesar del atentado suicida de esta semana al comando del ejército de Sri Lanka y de la represalia aérea sobre bases de los rebeldes Tigres tamiles en el norte y este de la isla, el acuerdo de paz promovido por Noruega en 2002 sigue en pie.

Pero ¿hasta cuándo?

Tras dos días de continuo bombardeo, concentrado en la nororiental ciudad portuaria de Trincomalee, este jueves se vivió en calma al interrumpirse las operaciones de represalia ejemplarizante de la fuerza aérea srilankesa.

"El cese del fuego está vigente", comunicó Ulf Henricsson, jefe sueco de la misión de paz de países nórdicos (SLMM) que supervisa la tregua, cada vez más frágil, aunque señaló que los ataques y represalias de esta semana son una "seria violación" del acuerdo.

Diez personas murieron el martes en un atentado suicida contra el comando del ejército —una instalación de máxima seguridad— en el centro de Colombo. El miércoles, 28 personas, entre ellas el comandante del ejército, general Sarath Fonseka, resultaron gravemente heridas.
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En una operación en respuesta a esos atentados, los rebeldes sufrieron 12 bajas fatales y 27 heridos. Y este jueves, cinco soldados murieron al estallar una mina en el norte de este país.

Los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil se negaron a comentar el ataque contra el comando del ejército, pero pocos en Sri Lanka dudan que el atacante, disfrazado de mujer embarazada, pertenecía a la facción de la organización dedicada a operaciones suicidas, denominada "Tigres Negros".

Los Tigres informaron en un comunicado que 40.000 personas debieron abandonar sus hogares en el norte y este del país a causa de las represalias de la fuerza aérea y el bombardeo de la artillería.

Esta semana se registraron los peores choques desde el acuerdo de alto el fuego, pero la violencia se ha gestado desde el triunfo electoral en noviembre de la coalición nacionalista Alianza Popular Unida para la Libertad, liderada por el actual presidente Mahinda Rajapakse.

En la Alianza participan partidos representativos de la mayoría cingalesa y budistas, que promueven mano dura y acciones extremas contra los Tigres.

Setenta y tres por ciento de los 18 millones de habitantes de Sri Lanka son de la etnia cingalesa —la mayoría budistas— y 18 por ciento son tamiles, cuyos ancestros proceden del sur de India y practican el hinduismo.

Los Tigres tomaron las armas en su afán por lograr un estado autónomo en el norte y este para la minoría tamil de este país, que constituye la amplia mayoría de la población en esa zona. Aun en esos territorios, los tamiles han sufrido una intensa discriminación por parte de autoridades cingalesas.

Hoy, los Tigres se inclinan por una autonomía en el marco de una república federal. En las últimas dos décadas murieron más de 65.000 personas en el conflicto armado.

La radicación de la comunidad tamil en Sri Lanka se remonta a los siglos V y VI, cuando el reino de esa extracción étnica y religiosa lanzó desde el sur de India una serie de invasiones a la isla.

"La comunidad internacional y todos los que están a favor de la pacificación admiten que los Tigres quebraron de forma unilateral los esfuerzos de paz del gobierno en medio de obstáculos considerables", dijo Rajapakse en un mensaje televisado pocas horas después del atentado.

"Nuestro gobierno está dispuesto a enfrentar cualquier desafío", agregó el presidente.

Rajakpse soporta la presión de sus aliados ultraconservadores para que reconsidere la política de negociación del gobierno.

En su mensaje a la nación, pareció referirse a ellos cuando dijo: "Amigos, ningún tipo de terrorismo me asustará. Igualmente, acepto el desafío al que nos enfrentamos."

"Tenemos que tomar una decisión como nación unida para derrotar al terrorismo", señaló Wimal Weeravansha, legislador del Frente de Liberación Popular (FLP), partido ultraconservador aliado de Rajapakse.

El FLP no apoya una solución federal al problema étnico que en un principio fue acordado por el gobierno anterior. Los Tigres manifestaron a lo largo del cese del fuego su disposición a considerar un acuerdo basado sobre el federalismo y la participación de los tamiles en el gobierno.

Los mediadores noruegos trataron en varias oportunidades de reunir a representantes de ambos bandos a la mesa de negociaciones.

En enero lograron la reanudación en Ginebra de las conversaciones después de tres años de interrupción, pero no por mucho tiempo pues rápidamente se produjeron intensos intercambios de acusaciones.

Aparte de la oposición del nuevo gobierno al federalismo, a los Tigres les preocupa que una gran facción armada escindida de sus propias filas encontró refugio en zonas del este del país dominadas por el gobierno. Desde allí, esas milicias han lanzado ataques contra los Tigres.

El gobierno acordó en las negociaciones de enero en Ginebra desarmar a la facción escindida de los Tigres, liderada por el renegado comandante Muralitharan, conocido como "coronel Karuna". Pero no cumplió su compromiso, presionado por el ejército y por partidos cingaleses nacionalistas.

Desde principios de abril, han muerto 88 personas, incluyendo a 54 efectivos de las fuerzas armadas. Las luchas internas se desataron en Trincomalee hace dos semanas, y las matanzas se prolongaron hasta esta semana.

"Los civiles son hoy blanco de ataques permanentes de las mortíferas fuerzas armadas y sus paramilitares. Es una confabulación del gobierno para enfurecer a la población y así acabar con el alto el fuego", afirmó el líder político tamil, S. P. Tamilselvan en una carta enviada el martes 25 al enviado noruego Jon Hanssen-Bauer.

"Es una artimaña del gobierno pretender por un lado que está comprometido con el proceso de paz y por otro lado, permitir que los paramilitares prosigan con la violencia desenfrenada. La comunidad internacional debe ser consciente de esto y condenar la dualidad del gobierno", señaló Tamilselvan.

Otra declaración de los Tigres hecha pública el miércoles 26 desaprueba los ataques perpetrados por la fuerza aérea. "Mientas el gobierno lleva adelante esta guerra declarada y mata civiles tamiles, la comunidad internacional está dando la espalda".

Ambas bandos presentan reclamos mutuos ante la comunidad internacional y amenazan con desatar la guerra.

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