La economía y los servicios públicos de Gran Bretaña colapsarían sin los inmigrantes que ingresaron de manera ilegal en este país, según diversos expertos.
"El Servicio Nacional de Salud cerraría mañana. Nadie podría recibir asistencia médica. Con muchas escuelas ocurriría lo mismo. Tampoco habría transporte en minibuses", dijo a IPS el director ejecutivo de la Fundación Africana para el Desarrollo, Chukwu-Emeka Chikezie.
"Nadie limpiaría las oficinas, porque buena parte de la limpieza corresponde a empleados africanos, latinoamericanos y de otros lugares. Entonces, no habría muchos bienes y servicios. Londres se detendría, básicamente", sostuvo Chikezie.
Y el gobierno está al tanto de la situación, aseguró. "Los políticos saben que la economía depende de los inmigrantes irregulares. Pero, por supuesto, se trata de una cuestión políticamente delicada", explicó.
Sin embargo, los gobiernos causan confusión al no reconocer la contribución de los inmigrantes ilegales, según este experto.
"Las empresas dependen mucho de este trabajo. Por lo tanto, la que ocupan es una incómoda zona gris y no le dicen a la población la importancia de este trabajo irregular para la economía y para el modo de vida al que se ha acostumbrado la gente", indicó Chikezie.
Los inmigrantes ilegales —o personas con estatus irregular, como muchos prefieren llamarlos— no dilapidan recursos del Estado sino que contribuyen con éste, dijo Khalid Koser, analista de la Comisión Mundial sobre Migraciones Internacionales, organismo independiente fundado por la ONU.
"Existe una concepción equivocada en cuanto a que los inmigrantes vienen aquí, viven de los recursos del Estado y ocupan empleos", dijo Koser a IPS.
"Es claro que eso no es verdad. Creo que la mayoría de las personas que vienen aquí lo hacen porque quieren trabajar, mejorar sus vidas, y realizan tareas esenciales. Devolverlos a sus países originaría una brecha en el mercado laboral", afirmó.
La visión oficial es hipócrita, según Koser. "Por un lado, el gobierno dice que son irregulares y quieren deportarlos. Por el otro, sabe muy bien que necesitamos a esa gente", afirmó.
Desde la perspectiva de la economía británica, "no podemos enviarlos de regreso", afirmó. "Es difícil hacerlo. No sabemos quiénes son, dónde están. En segundo lugar, necesitamos su trabajo. Sabemos que están aquí. Entonces, ¿por qué no les permitimos trabajar regularmente? Me parece escandaloso que no lo hagamos."
El gobierno británico considera la implantación de un documento de identidad para controlar la inmigración ilegal. Pero pocos expertos creen que un sistema así tenga éxito.
"Realicé algunos trabajos sobre tráfico de seres humanos desde Pakistán, y me parece que esa gente tiene muchos recursos", dijo Koser. "Si introducen documentos de identidad, sospecho que realizarán falsificaciones bastante buenas en Karachi."
El gobierno debe reconocer que, sencillamente, no puede deportar a los inmigrantes ilegales, dijo a IPS Sarah Spencer, directora de Investigaciones Políticas del Centro sobre Migración y Población de la británica Universidad de Oxford.
"No es realista arrestar a todos y enviarlos a sus países. Necesitamos pensar en mecanismos para regularizar a algunos cuyo estatus es irregular", afirmó.
La mayoría de los inmigrantes ilegales no llegan a costas británicas tras un viaje marítimo peligroso en estos tiempos, sostuvo Spencer.
"La creencia generalizada es que muchos llegan en bote y de noche, pero en realidad vienen en condiciones perfectamente legales para trabajar, asistir a una boda, estudiar, y permanecen más allá de la expiración de sus visas porque es relativamente sencillo moverse en el mercado laboral", explicó.
Los inmigrantes ilegales que llegan por esa vía suman varios miles cada año, agregó. "Hacer una estimación es peligroso, porque los medios británicos las recogen como una suerte de evidencia", según Koser.
"Algunos sugieren que llegan unas 100.000 personas a Gran Bretaña irregularmente cada año, pero probablemente sea la estimación máxima", concluyó.
