DESARROLLO-EEUU: Negros siguen en el fondo del autobús

Cincuenta años después de que la costurera negra Rosa Parks se negó a ceder su asiento en el autobús a un hombre blanco, activistas de Estados Unidos se reunieron para celebrar su legado, así como para exigir justicia económica y el fin de la guerra en Iraq.

El acto homenajeado tuvo lugar el 1 de diciembre de 1955. El consecuente arresto de Parks desató un boicot de 381 días al sistema de transporte de Montgomery, en el sudoriental estado de Alabama, organizado por el poco conocido pastor bautista Martin Luther King, quien más tarde obtuvo el premio Nobel de la Paz por su labor.

El boicot condujo a un fallo histórico de la Suprema Corte de Justicia, que declaró ilegal la segregación racial en todos los servicios públicos.

El 1 de este mes, varios cientos de personas se reunieron en Wall Street, corazón financiero de Nueva York, portando carteles con eslóganes como "De Nueva Orleans a Iraq: detengan la guerra contra los pobres", en referencia a la devastación que a fines de agosto padeció la sudoriental región estadounidense del golfo de México por el huracán Katrina, y a la discriminación racial y económica que el desastre dejó al descubierto.

"Martin Luther King también llegó a la conclusión de que la guerra de Vietnam era la enemiga de las personas negras", dijo a IPS Larry Holmes, de la Coalición Tropas Fuera Ahora. "No sólo fue una guerra inmoral, sino que también los fondos fueron desviados de los programas sociales. Esto hizo de la guerra un enemigo del progreso social y, en esa tradición, nos oponemos a la guerra en Iraq", aseveró.

El lema del homenaje neoyorquino fue "Viva como Rosa Parks: luche contra la pobreza, el racismo y la guerra". Los presentes evocaron a una mujer que sería conocida como la chispa que encendió al movimiento por los derechos civiles que revirtió la mayor parte de las opresivas leyes segregacionistas que gobernaban todas las áreas de la vida en el sur de este país, desde los restaurantes a las aulas, y especialmente el transporte público.

En el momento del arresto de Parks, los afrodescendientes eran relegados a la parte trasera de los autobuses. Además de las restrictivas reglas para sentarse en autobuses municipales, los pasajeros que no fueran blancos debían pagar su boleto en la parte delantera, salir del vehículo y volver a ingresar por la puerta trasera, en vez de simplemente recorrer el pasillo.

La protesta neoyorquina fue convocada por la Coalición 50º Aniversario de Rosa Parks – Día Nacional de Ausencia, integrada por unas 1.000 organizaciones locales y nacionales, incluyendo la Coalición Tropas Fuera Ahora, la Reunión Nacional Negra de Choferes y muchas otros grupos e individuos contrarios a la guerra y defensores de los derechos civiles.

Parks falleció el 24 de octubre, a los 92 años, provocando una catarsis de admiración, amor y homenajes. Fue la primera mujer cuyos restos fueron colocados en la rotonda del Capitolio estadounidense, y su ataúd fue observado por miles de personas. Discursos pronunciados por líderes de organizaciones de defensa de los derechos civiles y legisladores la aclamaron como "la madre del movimiento por los derechos civiles".

Los homenajes en Washington y en su estado de adopción, el septentrional Michigan, atrajeron a decenas de miles de deudos y suscitaron elogios del ex presidente Bill Clinton (1993-2001), de senadores y gobernadores, del reverendo Jesse Jackson y de muchos otros.

Pero para los activistas que se congregaron en Nueva York, el aniversario no fue simplemente un día de conmemoración, sino también un llamado a la acción. Aunque la segregación legalmente terminó, todavía hay racismo y pobreza en Estados Unidos, señalaron.

"Antes de su asesinato (en 1968), Luther King llegó a comprender que el concepto de derechos civiles tiene que ampliarse más allá de la esfera social, hacia la económica", dijo Holmes. "El derecho a un trabajo por un salario digno es tan fundamental como el derecho a utilizar el transporte público", afirmó.

En esta línea, la justicia para los evacuados del huracán Katrina también estuvo entre las prioridades de la agenda. Los ciudadanos que se dieron cita en Nueva York reclamaron que a miles de desplazados de Nueva Orleans les fuera garantizado el derecho a regresar inmediatamente.

"Tenemos que dar al huracán Katrina un nuevo nombre y apellido", dijo a los participantes Charles Barron, miembro del Consejo de la Ciudad de Nueva York. "El primero debería ser FEMA (la criticada Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) y el segundo Bush, porque este huracán FEMA Bush fue el que causó la destrucción real en Nueva Orleans", afirmó.

Los organizadores también exigieron una inmediata retirada de los efectivos militares estadounidenses de Iraq.

La manifestación tuvo lugar apenas un día después de que el Consejo de la Ciudad de Nueva York aprobó por unanimidad una resolución declarando al 1 de diciembre Día de Conmemoración de Rosa Parks, y solicitando a las empresas y escuelas que no sancionen a nadie que decida tomarse el día libre para asistir a las celebraciones.

La resolución fue el reflejo de otras aprobadas en Boston, en el nororiental estado de Massachusetts, Detroit, en el septentrional Michigan, Baltimore, en el oriental Maryland, Cleveland, en el nororiental Ohio, y Oakland, en el sudoccidental California.

"Un puñado de personas que poseen, controlan o se benefician de la economía deben saber que consideramos que el derecho a vivir sin guerras y el derecho a un trabajo son tanto derechos civiles como el de sentarse en la parte delantera del autobús", declararon los organizadores del día nacional.

"Es tiempo de declarar que las personas pobres y trabajadoras no se sentarán en la parte trasera del autobús económico que sólo funciona para hacer más ricos a los ricos. Este es el legado que Rosa Parks nos dejó", agregaron.

En Nueva York, otro acontecimiento fue organizado por la Autoridad de Transporte Metropolitano, que rindió tributo a Parks dedicándole un asiento en cada ómnibus de la ciudad.

Un afiche titulado "Todo comenzó en un autobús" fue colocado encima del asiento delantero de cada uno de los 5.000 ómnibus de la ciudad, y se pidió a los pasajeros que no ocuparan ese asiento.

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