Expertos en política especulan desde hace tiempo con que las futuras grandes guerras de la humanidad tendrán como objetivo el agua, en lugar del petróleo. Sin embargo, este punto de vista despierta más debate que consenso.
"Las guerras por el agua no son inevitables. Están en nuestras manos y en nuestras mentes", opina Sunita Narain, ganadora de la edición 2005 del Premio del Agua de Estocolmo, ciudad en la que tuvo lugar la Semana Mundial del Agua, entre el 21 y el 27 de este mes.
"El agua es una materia prima recuperable. La cuestión es (el tipo de) relación de la sociedad con el agua. La administración es crítica. Las guerras o la paz están en nuestras manos", dijo a IPS Narain, directora del Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente en Nueva Delhi, India, y editora de la prestigiosa revista ambiental Down to Earth.
Narain admite que el "nerviosismo" por el agua conduce a la tensión y a los conflictos, como evidenció un reciente fusilamiento de agricultores en Rajasthan, estado del noroeste de India. Los granjeros protestaban contra la desviación de agua de sus tierras a ciudades vecinas.
"Fue una agitación violenta", relató Narain, recordando otros dos incidentes violentos en torno al agua que resultaron en muertes de agricultores indios. Narain cree que la problemática hídrica "está paralizando el crecimiento de India".
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"No estoy aquí como una pesimista diciendo que India está condenada, que las guerras por el agua van a ocurrir y que nos vamos a autodestruir. Estoy diciendo muy claramente que si India continúa en esta dirección sí habrá guerras por el agua. Y estaremos cada vez más paralizados en nuestro crecimiento", advirtió.
India tiene líderes políticos que escuchan este mensaje. "Están reconociendo la necesidad de un nuevo paradigma. Pero esto lamentablemente demanda buenos políticos, porque requiere una descentralización del poder y una participación de la gente", afirmó.
Medio Oriente, una de las regiones de conflictos perennes, ha sido bendecido con exceso de petróleo y maldecido por la escasez de agua. La ironía, según un diplomático árabe, es que cada vez que en los estados del Golfo, ricos en energía, alguien cava en busca de agua, invariablemente descubre petróleo.
El Instituto Internacional del Agua de Estocolmo, que otorga anualmente el Premio del Agua, resaltó que la mayor parte de Medio Oriente ya está enfrentando una severa escasez hídrica acompañada de tensión, lo cual lleva a perspectivas sombrías sobre seguridad alimentaria.
"La disponibilidad de recursos hídricos para asegurar suficiente producción de comida para poblaciones crecientes es uno de los mayores desafíos que enfrentan los administradores del agua y la agricultura", indicó el Instituto.
En una publicación titulada "Activos líquidos: un enfoque económico para la administración del agua y la resolución de conflictos en Medio Oriente y más allá", Franklin Fisher y Annette Huber-Lee alegan que el punto de vista común sobre el agua como causa inevitable de futuras guerras no es racional ni necesario.
"Se suele describir a dos o más partes reclamando las mismas fuentes de agua que inician un juego sin resultados, con cada lado depositando un alto valor emocional y político en la propiedad del agua", destacaron.
Sin embargo, cuando las disputas en torno a la propiedad son expresadas en términos de dinero, en la mayoría de los casos los beneficios de la misma serán sorprendentemente pequeños, según los autores.
"Al asignarle un valor económico al agua y al tratarla como un recurso comerciable, las partes ven que las ganancias de la cooperación exceden los costos resultantes del cambio de la propiedad. La disputa sin resultados se convierte en una situación de en que ambas partes pueden ganar", agregaron.
En un documento sobre los ríos Tigris y Éufrates — que fluyen a través de Turquía, Siria, Iraq, Irán, Kuwait e incluso el norte de Arabia Saudita —, el profesor Olcay Unver, de la estadounidense Universidad Estatal de Kent, dijo que, a pesar de la volatilidad política, la administración de los recursos hídricos compartidos entre Turquía, Siria e Iraq puede promover la cooperación internacional en la próxima década.
En una presentación ante el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington, Unver dijo que en tiempos de gran agitación y cambio en Medio Oriente, las cuencas de los ríos Tigris y Éufrates "pueden dar pie a una refutación única a las preocupaciones por las 'guerras del agua' en una de las regiones más conflictivas de la tierra".
Con el cambio de régimen en Iraq — y la potencial apertura de Siria — éste puede ser un momento apropiado para centrarse en las aguas que cruzan las fronteras como un catalizador para la cooperación internacional y el desarrollo económico, alegó.
Compartir el agua también es materia de disputa entre Israel y los palestinos que viven en los territorios ocupados. Por lo menos dos factores pueden ayudar a aliviar la tensión actual: la construcción de grandes plantas desalinizadoras y el establecimiento de centrales para el tratamiento de aguas residuales en los territorios ocupados.
Gourisankar Ghosh, director ejecutivo del Consejo Colaborador para el Suministro de Agua y Saneamiento con sede en Ginebra, es igualmente optimista.
"No soy pesimista (en cuanto a que) habrá guerras por el agua. Pero definitivamente habrá tensión si ésta no es administrada apropiadamente", agregó.
"Habrá tensión entre las áreas rurales y urbanas, hemos visto disturbios por el agua. Pero no creo que haya guerras. Lo veo de un modo muy positivo", dijo Ghosh a IPS.
Por otro lado, este recurso puede ser un importante instrumento para ayudar a unir a la gente y a los gobiernos, trascendiendo fronteras políticas, estima Ghosh.
"Esto plantea una cuestión básica: la de los estados nacionales y las fronteras políticas", señaló. En el futuro habrá más alianzas por zonas económicas que por zonas geográficas, estimó.
En su propia tierra, la región de India oriental — que incluye partes de Birmania, Nepal y Bangladesh — ahora constituye una zona económica, dijo.
Por tanto, allí será necesario el concepto de recursos hídricos compartidos como parte de la planificación de una zona económica subregional, más que la planificación separada de los diferentes países.
Este es el lado positivo de la globalización, porque está derribando fronteras geográficas, opinó Ghosh.