"Pemex, como la Virgen de Guadalupe, es un símbolo que debe manejarse con cuidado, dijo Vicente Fox en la campaña que lo llevó a la presidencia. Cinco años después, la firma petrolera estatal de México aún causa cierta veneración entre políticos, aunque está en riesgo de ser declarada en quiebra.
Fox usó la frase sobre la virgen patrona de México para sustentar, ante empresarios de su país en 2000, la idea de que pedirle a un candidato que acepte privatizar Pemex es evitar que llegue a la presidencia. No obstante, el ahora mandatario y muchos observadores advertían entonces, y todavía lo hacen hoy, que bajo el actual modelo estatal la empresa camina hacia un despeñadero.
Pemex enfrenta una grave crisis y su pasivo expresado en deuda será dentro de poco mayor a los activos de la empresa. Lo que viene es una quiebra contable, advirtió el 15 de este mes el secretario (ministro) de Energía, Fernando Elizondo.
La empresa es hoy la principal causante de accidentes ambientales en México, su rezago técnico es de más de 25 años respecto de otras similares y las reservas probadas de petróleo garantizan el suministro sólo hasta 2020, una década menos que lo estimado en 1985. Además, la calidad de los 3,3 millones de barriles por día de crudo que extrae es cada vez menor.
Valuada como la petrolera más grande de América Latina y el Caribe, Pemex tiene hoy una deuda que supera los 45.000 millones de dólares, la más alta entre las de su tipo en el mundo.
Aunque el año pasado sus ingresos ascendieron a 69.000 millones de dólares, sólo pudo disponer de 25.000 millones, pues el resto fueron a parar directamente a las arcas del Estado, que con ello financió una tercera parte de sus gastos totales.
Según las leyes en vigor, Pemex debe entregar la mayor parte de sus ingresos al fisco y, aunque puede establecer planes de exploración y extracción futuros, no puede disponer de su dinero para llevarlos adelante.
La empresa requiere como mínimo unos 15.000 millones de dólares adicionales anuales para operar de mejor forma, pero ese dinero no lo tiene ahora el Estado y no es posible endeudarse más, advirtió el secretario de Energía.
Paradójicamente, los problemas de Pemex, que vienen acumulándose desde hace al menos una década, llegaron a niveles críticos justo cuando los precios del petróleo en los mercados internacionales son elevados y para México representan los más altos de los últimos 15 años.
Gran parte del abundante dinero obtenido por esa circunstancia fue utilizado en el gasto corriente del Estado y un pequeño porcentaje para alimentar un fondo de estabilización, que será usando sólo en caso de una crisis financiera.
Ante el riesgo de quiebra contable de Pemex, el Congreso legislativo aprobó en junio una norma que permitirá a la firma retener unos 2.000 millones de dólares adicionales del dinero que obtiene cada año por las ventas de crudo.
Los analistas consideraron esta medida de modo positivo, pero advirtieron también que su impacto será mínimo. Fue como darle una aspirina a una persona que se está muriendo por un cáncer agresivo, dijo a IPS Marcelo Contreras, consultor privado en temas energéticos.
David Shields, también consultor de temas petroleros, señaló que nadie cree que Pemex, gracias al nuevo régimen fiscal (aprobado por el Congreso), esté a punto de entrar a una mejor etapa que le garantice un promisorio futuro.
Según este experto, la percepción pública de Pemex sigue siendo la de una empresa burocrática, ineficiente, corrupta y poco transparente, donde reinan las prebendas y los privilegios, las contradicciones y las distorsiones.
Un análisis del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, entidad ligada a las asociaciones empresariales, alertó que mantener a Pemex sin cambios administrativos representa el camino más seguro para destruirla.
Para seguir a flote, Pemex realiza de forma periódica contratos con firmas privadas a través de trámites jurídicos engorrosos, de modo de no vulnerar las leyes que establecen su propiedad estatal. Eso la ha llevado, por ejemplo, a asociarse con firmas foráneas para operar refinerías en el extranjero, donde procesa su propio crudo.
El historiador Enrique Krauze, uno de observadores más destacados de la política mexicana, sostiene que gran parte de la causa del estancamiento de Pemex está relacionado con la categoría mítica que tiene esa empresa.
Pemex fue creada en 1938, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas expropió las industrias petroleras en poder de capitales extranjeros. Desde entonces, su nombre ha estado vinculado a debates sobre la soberanía nacional.
Al igual que la Virgen de Guadalupe, versión nacional de la madre de Jesucristo, Pemex y su estatus estatal, es parte del santoral cultural y político de México.
Tal estatus no se alteró ni siquiera con el fin de la era de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que cubrió de 1929 a 2000, tal como suponían algunos analistas.
El PRI, que fue el que nacionalizó el petróleo, mantiene firme su tesis de que Pemex debe seguir en manos del Estado.
La Constitución establece de forma expresa que los recursos energéticos son patrimonio exclusivo de la nación y prohíbe la participación de empresas extranjeras en esta área.
El gobierno de Fox, cuya gestión finalizará en diciembre de 2006, las cámaras empresariales y múltiples expertos, piden periódicamente a legisladores realizar reformas para que la firma pueda recibir capital privado, asociarse con otras o manejarse con cierta autonomía.
Pero las sugerencias no han caído en terreno fértil hasta ahora y en el Congreso, donde el partido del mandatario no tiene mayoría propia, quedaron varios proyectos de ley congelados al respecto.
Además, entre los potenciales candidatos a suceder a Fox, ninguno propone abrir Pemex a los capitales privados.
El modelo estatal se agotó, pero no hay ambiente para buscar otro para Pemex, quizá no de privatización, pero al menos uno que le permita asociarse con otras empresas o permitir el ingreso de accionistas privados, señaló Contreras.
Es una lástima, pero Pemex está envuelta en una bandera nacionalista que la asfixia, dijo el experto.
En México hay una emergencia ambiental por derrames de hidrocarburos y otros productos químicos cada tres días en promedio, la mayoría de ellos son responsabilidad de Pemex, según informes de la estatal Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente.
El año pasado, Pemex gastó en mantenimiento de sus instalaciones poco más de 1.400 millones de dólares, la mitad de lo erogado para ese rubro en 1997. No tenemos recursos suficientes, se quejó el director de la empresa, Luis Ramírez, al justificar los continuos accidentes ambientales
La antigüedad promedio de las cañerías de Pemex en operaciones es de 21 años y casi 30 por ciento tiene una edad superior a los 30 años.