Roger Guzmán, de ocho años, recibió un balazo en la frente apenas se asomó al balcón de su apartamento en el piso 14 del bloque 3 en Caucagüita, barrio populoso del este de la capital venezolana. Había quedado en medio de un tiroteo entre policías y delincuentes.
El mismo día de junio de la muerte de este niño, un adolescente de 16 años que vivía en un barrio del sudoeste de Caracas recibió una bala perdida salida del arma de un policía que, fuera de servicio, le había disparado varias veces a una personas con quien discutía.
Al menos 11 de cada 100 víctimas de homicidios en Venezuela son niños, niñas o adolescentes, indica el Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la Universidad Central, la principal del país, en un informe entregado a IPS.
En este país de 25 millones de habitantes, la policía contabilizó 9.800 homicidios el año pasado, 1.110 de los cuales las víctimas tenían menos de 18 años.
No es una cifra baja y, además, viene en aumento, porque en 2002 fueron 687 los niños, niñas y adolescentes víctimas de homicidios, que equivalen a 7,1 por ciento de los que murieron por ese delito en Venezuela, dijo a IPS la socióloga Josbelk González, responsable del estudio.
Del total de muertes violentas, 78 por ciento eran de sexo masculino, en una curva asimétrica negativa, incrementándose la probabilidad de ser víctima a medida que se aproximan a los 17 años de edad, observó González.
Es que en Venezuela quienes más mueren en hechos de violencia son los varones jóvenes, entre 15 y 29 años, apunto la experta.
En una tabla de estadísticas policiales sobre otros 13 tipos de delitos, la investigación encontró que son menores de 18 años el 49 por ciento de las víctimas de violación y 100 por ciento de las de incesto, al igual que 59 por ciento de abusados sexualmente, 74 por ciento de los secuestrados y 8,7 por ciento de quienes reciben lesiones.
Un estudio como éste arrastra limitaciones porque muchas estadísticas no están actualizadas o no son homologadas entre distintos organismos oficiales, advirtió González, y sobre todo existe un subregistro o números negros, porque muchos de los delitos no son denunciados y algunos rara vez salen a la luz.
Un caso fue el de Neinilian Rojas, una funcionaria de la custodia de prisiones procesada por causar quemaduras con un tenedor candente y de modo sistemático a su hija de cuatro años, porque la niña se orinaba con frecuencia.
González sostuvo que los niños, niñas y adolescentes son víctimas de la violencia doméstica no sólo porque la sufren directamente, sino porque la observan de manera cotidiana, en este país que en 2003 tuvo una tasa de homicidios de 59 por 100.000 habitantes, más del doble de la media de América Latina, según la organización no gubernamental de derechos humanos Provea.
Oscar Misle, de la organización no gubernamental Cecodap de atención a la infancia, advirtió, en charla con IPS, que lamentablemente en todos los países del mundo subsiste el problema de la violencia contra los niños.
En casos como Venezuela, cifras globales, de homicidios por ejemplo, esconden una mayor violación de derechos, si fuese desagregada.
Cecodap señala que la inexistencia de una política de Estado para la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes constituye la principal razón para que éstos se vean vulnerados, y los programas que se diseñan y ejecutan no se insertan en una política global, recordó Misle.
No encontramos programas sistemáticos, focalizados contra la violencia que padecen niños, niñas y adolescentes, y que vayan más allá de charlas y talleres, apuntó González.
El drama de la violencia se ve como un monstruo de 1.000 cabezas, pero yo creo que el problema de Venezuela, más que económico o social, es cultural, porque se han roto las normas de convivencia, comentó a IPS el activista juvenil Harry López.
Recién egresado de la escuela secundaria pública, López, con 17 años, es uno de los representantes de América Latina y el Caribe en el grupo de expertos niños y adolescentes consultados por agencias de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra, para la elaboración de un estudio global sobre la violencia en el mundo.
Yo creo que el problema de la violencia si no es solucionable al menos es desmontable con un trabajo que iniciemos en las escuelas para promover la convivencia, porque no podemos convivir en sociedad si nos matamos unos a otros, dijo López.
El joven activista no habla en términos virtuales. Lucila Zambrano, profesora de una escuela secundaria pública del sudoeste de Caracas comentó a IPS que donde dicta clases es común ver a muchachos que salen por una puerta de servicio, porque en la principal están apostados jóvenes rivales para un ajuste de cuentas.
Existe una crisis en los espacios clásicos de socialización, como el hogar, la escuela, las iglesias o los partidos políticos, comentó Luis Díaz, también del Centro para la Paz.
La violencia ha crecido por la desigualdad y la ausencia de los espacios democráticos, sin los cuales ¿cómo podremos tener ciudadanos democráticos?, se preguntó. (