FRANCIA: Verano peligroso para centrales nucleares

El verano boreal comenzó hace apenas poco más de 10 días, pero las altas temperaturas ya registradas en Francia, asociadas a la sequía sin precedentes que azota Europa desde fines de 2004, podrían obligar a desconectar algunos de los 58 reactores nucleares que abastecen 80 por ciento de la energía consumida en el país.

El 23 de junio, Electricidad de Francia (EdF), el monopolio estatal de generación eléctrica que controla las centrales nucleares, estuvo a punto de desconectar la de Tricastin (sudeste), a orillas del río Ródano, porque la temperatura del agua fluvial a la salida del sistema de refrigeración sobrepasaba 25 grados, el máximo permitido por las leyes ambientales.

De acuerdo con esas normas y las de seguridad nuclear, los reactores deben ser desconectados si la temperatura dentro de sus instalaciones supera 50 grados, o si el volumen de la corriente fluvial está por debajo de ciertos límites.

Además, las temperaturas de desagüe de las centrales deben mantenerse por debajo de 25 grados, para preservar la vida acuática, y el agua no debe calentarse más de dos grados desde que entra hasta que sale de los reactores.

Según Stephane Lhomme, portavoz de la asociación ambientalista francesa Sortir du Nucléaire (”Salir de lo nuclear”), es posible predecir desde ya que alguna de estas cuatro condiciones va a cumplirse en este verano.

”Francia se encuentra en una situación de pre-accidente nuclear”, dijo a Tierramérica.

El activista señaló que en el verano de 2003, cuando en el país se registraron temperaturas sin precedentes, varias centrales nucleares llegaron a situaciones que imponían la desconexión. Una de ellas fue la de Fessenheim, la más antigua del país y situada en la nororiental región de Alsacia, fronteriza con Alemania.

En agosto de 2003 se midieron dentro de las instalaciones de Fessenheim temperaturas de 50 grados, y las autoridades de esa central ordenaron regar los muros exteriores de los reactores con mangueras de alta presión, un método de enfriamiento singularmente primitivo en un contexto de tecnología avanzada.

Otras centrales vertieron a los ríos aguas calentadas a más de 25 grados.

Como numerosas centrales afrontaban problemas similares, el gobierno decidió en aquella época suspender la vigencia de los límites máximos de temperatura de desagüe, y de los mínimos de corriente fluvial. Lhomme dijo a Tierramérica que sólo en la sudoccidental central de Blayais, situada en el estuario del río Gironda, fueron cometidas 50 infracciones en 2003.

En estos primeros días del verano, muchas regiones del país reportan ya temperaturas superiores a 35 grados. Météo-France, la agencia metereológica estatal, ha declarado alerta de tercer grado, sobre un máximo de cuatro, en 12 de los 96 departamentos continentales, a causa del calor.

En el valle del río Ródano, que corre de Suiza al Mediterráneo y a cuyas orillas se suceden cinco centrales nucleares, la temperatura ambiente alcanza ya una media de 35 grados, y la del agua del río más de 20.

En la región de Viena, unos 500 kilómetros al suroeste de París, el río del mismo nombre ha disminuido tanto su caudal que las autoridades locales ordenaron una limitación estricta del uso del agua.

La central nuclear de Civaux, situada a las orillas del Viena, toma unos 350.000 metros cúbicos de agua por día cuando funciona en pleno. Debido a la sequía, ya debió haber sido desconectada.

Una treintena de departamentos franceses ha establecido limitaciones similares del uso de agua.

Sin embargo, el director de medio ambiente y desarrollo sostenible de EdF, Claude Jeandron, dice no experimentar ”ninguna inquietud” por la perspectiva de un verano extremadamente caluroso.

Según Yves Boulaigue, experto en sequías de la estatal Agencia de Seguridad Nuclear, ”el bajo volumen de corriente de los ríos no representa un problema de seguridad”, porque ”todas las centrales disponen de reservas de agua para el enfriamiento, que garantizan su autonomía”.

La desconexión de una o varias centrales nucleares crearía un enorme problema energético, ya que durante el verano, y especialmente si se trata de uno muy cálido y seco, no es posible explotar normalmente la energía hidroeléctrica, que es la segunda fuente del país, y habría que importar electricidad como se hizo en 2003.

Cálculos extraoficiales sobre aquellas importaciones indican que le costaron a EdF unos 300 millones de euros (más de 360 millones de dólares, al cambio actual). La empresa energética estatal se rehúsa a comentar esa cifra, pero decidió asegurarse contra posibles pérdidas en 2005 por un monto de 550 millones de euros.

De todos modos, ”contra los riesgos ambientales no podemos asegurarnos y los corremos todos”, afirma Lhomme.

Por eso los ambientalistas antinucleares franceses insisten en alertar contra la dependencia de los reactores, y Sortir de Nucléaire ha presentado al Poder Judicial numerosas denuncias contra las autoridades nucleares por no respetar sus propias normas ambientales y de seguridad.

”El verano de 2003 ya demostró que las promesas hechas por los defensores de la energía nuclear son falsas. La energía atómica no va a reducir el recalentamiento del planeta, pero, ironía de nuestros problemas climáticos, ese recalentamiento sí reduce la capacidad de utilización de la energía atómica”, comentó Lhomme.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el sbado 2 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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