COLOMBIA: Mujeres indígenas se acompañan entre las balas

Más de 1.500 mujeres indígenas colmarán este sábado los caminos del sudoccidental departamento colombiano del Cauca y se adentrarán en zona de guerra para la tradicional ”Visita a la Familia” del pueblo nasa, en medio de combates entre la guerrilla izquierdista y el ejército.

Esa costumbre muy propia de los nasa, la segunda en número entre las 90 etnias indígenas que sobreviven en Colombia, consiste en acompañar con la presencia a las familias que pasan días difíciles.

Los nasa, asentados en el Cauca, son unos 300.000 del millón de indígenas con que cuenta el país, en un total de 44 millones de habitantes.

Desde mediados de abril, cuando las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, insurgentes desde hace 41 años), atacaron el puesto de policía del poblado nasa de Toribío, enclavado en las montañas de los Andes, los 87.000 indígenas del territorio norte de los nasa padecen en medio de continuos combates y hostigamientos, que también han afectado a los vecinos resguardos de Jambaló y Caldono.

La Visita a la Familia es organizada por la Coordinadora de Mujeres del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), la primera y más poderosa organización aborigen de Colombia, con ocho zonales y partido político propio, la Alianza Social Indígena, que tiene presencia en el parlamento.

Convoca también Ruta Pacífica de las Mujeres, un movimiento feminista que declara 300.000 integrantes, ganador en 2001 del premio Milenio de la Paz para las Mujeres, otorgado por el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (Unifem) y la organización británica Alerta Internacional.

En coincidencia con la milenaria tradición nasa, Ruta Pacífica, creada en 1996, suele adentrarse en caravanas a las zonas de más intenso combate, para solidarizarse especialmente con las pobladoras civiles.

Los nasa exigen el derecho a no participar en las hostilidades y que se marchen todos los combatientes del territorio indígena, por lo cual resultan sospechosos tanto para las fuerzas de seguridad estatales como para la guerrilla.

En el siglo pasado protagonizaron frecuentes y masivas jornadas de ocupación de haciendas de terratenientes.

”En este territorio se ha logrado recuperar unas cien haciendas que suman más de 300.000 hectáreas, y así se ha obligado al gobierno a hacer reforma agraria” en palabras de Ezequiel Vitonás, cabildo mayor (máxima autoridad) de la Asociación de Cabildos del Norte del Cauca (Acin), una de las zonales del CRIC.

”Y lo hemos hecho metiéndonos a la hacienda, sacando el ganado, entrando a sembrar nosotros y soltando los cercos. Eso nos ha dado hasta ahora el asesinato de más de 500 líderes, asesinatos financiados por terratenientes”, afirmó.

La Acin consta de 17 cabildos y promueve un Plan de Vida (de desarrollo integral) que ha sido premiado nacional e internacionalmente.

Esos cabildos venían preparando hace dos años la resistencia civil, previendo que los combates podrían trasladarse a sus territorios.

Así, designaron 64 lugares de reunión de desplazados (”sitios de asamblea permanente”) en caso de crisis bélica, y ahora que la guerra llegó, cada familia sabe dónde está su refugio.

Pero el proceso de los nasa va mucho más lento que la guerra, y cuando comenzaron los combates contaban para comunicarse sólo con 35 radioteléfonos, insuficientes en la emergencia. Las brigadas de salud carecían totalmente de dichos aparatos.

En los sitios de asamblea, donde se han registrado epidemias a pesar de la atención médica propia, las familias deben dormir en condiciones de hacinamiento.

En la Visita a la Familia, las indígenas y Ruta Pacífica exigen ”a todos los actores armados la desmilitarización de la vida civil y del territorio, y de esta manera garantizar la autonomía y la permanencia de las comunidades que ancestralmente lo habitan”.

También el respeto al derecho internacional humanitario, demandando al gobierno ”que saque las trincheras (de la policía) de los cascos urbanos” y que las Fuerzas Armadas ”no ocupen las instalaciones comunitarias”.

Las mujeres emplazan a las FARC a no reclutar a menores de edad ni sembrar minas antipersonal en el territorio.

A ambos bandos piden ”que no se destruyan los bienes y el patrimonio de la comunidad”.

La Visita a la Familia es ”un acto de reparación simbólica del territorio y de sus habitantes”, ”una manifestación de resistencia pacífica para que se vayan los guerreros y retorne la autonomía y la dignidad”, agregan.

”33 mujeres han sido violadas o acosadas (sexualmente) en lo que va del escalamiento del conflicto, de hace tres meses para acá, en Toribío, Jambaló y Caldono”, dijo a IPS Alejandra Miller, de Ruta Pacífica del Cauca.

”Hay testimonios grabados de compañeras de Tacueyó, que fueron entregados a la relatora de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (de la Organización de Estados Americanos) en los que las mujeres cuentan cómo los soldados les solicitaron a ellas que se desnudaran y después les tocaron los senos”, prosiguió.

Luego ”llegaron unas niñas de 13 y 17 años y les hicieron lo mismo. Ellas afortunadamente pudieron denunciar, y esa denuncia se la llevó la comisionada. Pero hay una treintena de casos en los resguardos, de mujeres que han sido violadas o, de todas maneras, abusadas”, añadió Miller.

Las caravanas de mujeres nasa procedentes de todo el Cauca son acompañadas por delegaciones de otras de los pueblos wayúu (el más numeroso), kankuama, u´wa, uitota, tikuna y pijao.

Visita de Familia es escoltada por la Guardia Indígena, armada sólo de bastones de mando adornados con borlas e integrada por unos 10.000 jóvenes de ambos sexos. En 2004 ese grupo recibió el Premio Nacional de Paz.

Las Fuerzas Armadas ”nos preguntaron que cómo era la seguridad de la marcha. Nosotras dijimos: ni seguridad ni marcha. No hablamos de seguridad, sino de protección, porque no le hacemos el juego a la 'seguridad' de la que hablan los armados”, dijo Miller.

”Las mujeres indígenas dicen que la luna llena les da fuerza y protección, y por eso se hace (la Visita) en esta fecha. Vamos a hacer rituales de protección y el lenguaje es la compañía que vamos a llevar, que es la Guardia Indígena. En ese sentido, la protección está en manos de una postura civil”, agregó. (

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