INDONESIA: Se descorre el velo sobre asesinato de activista

La agencia de inteligencia de Indonesia y la aerolínea nacional conspiraron para asesinar el año pasado a un célebre activista de derechos humanos, aseguró este viernes un equipo investigador designado por el gobierno.

Munir Said Thalib, de 38 años en el momento de su muerte y fundador de la Comisión para Desaparecidos y Víctimas de Violencia (KontraS), fue envenado con arsénico mientras viajaba en un vuelo de PT Garuda Indonesia rumbo a Holanda.

El informe final de la comisión investigadora creada por el gobierno, entregado al presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono, indica que esa aerolínea y la Agencia Nacional de Inteligencia (BIN) estuvieron involucrados en el crimen.

”Recomendamos al presidente que los involucrados en el asesinato de Munir sean investigados y juzgados”, dijo el vicepresidente del equipo investigador, Asmara Nabadan.

La comisión identificó en su informe a varios empleados de la BIN y de Garuda que pudieron haber colaborado en la muerte del activista, conocido por su rechazo a la participación de los militares en la actividad política.

Munir viajaba a Holanda para cursar un año de estudios en Derecho Internacional, becado por una universidad del país europeo. Murió en el vuelo 974 de Garuda rumbo a Ámsterdam.

Munir recibió en 2000 el premio Right Livelihood, considerado el Nobel alternativo de la Paz, por ”su coraje y dedicación en la lucha por los derechos humanos y el control civil de los militares en Indonesia”.

El Instituto Forense Holandés concluyó en Ámsterdam que Munir había sido asesinado mediante una dosis masiva de arsénico. La autopsia detectó más de 460 miligramos de la sustancia sin digerir en el estómago del activista. La dosis mortal mínima es de 200 miligramos.

Según diversas versiones, el ex jefe de la BIN, A. M. Hendropriyono estuvo detrás del crimen. Munir rechazaba abiertamente un proyecto de ley que habría otorgado a la agencia mayor autoridad para arrestar a sospechosos y establecer filiales en provincias y regencias.

Munir también había interpuesto una demanda contra la designación de Hndropriyono, un general retirado de cuatro estrellas, al frente de la BIN. Para el activista, en 1989 el militar participó en la sangrienta represión contra la comunidad musulmana en Talangsari, provincia de Lampung.

”Creemos fervientemente que su muerte se relaciona con su tarea”, dijo Nababan. En sus últimos tres años de vida, Munir fue muy extravertido en sus críticas a la BIN.

En cierto sentido, Hendropriyono se acercó a Todung Mulya Lubis, otro conocido activista, para convencer a Munir de que suavizara su posición contra la agencia.

Por otra parte, el ex subjefe de la BIN Muchdi P.R. pidió al conocido abogado Adnan Buyung Nasution que hiciera gestiones en ese mismo sentido.

El equipo investigador descubrió que Muchdi P.R. se había comunicado en muchas oportunidades mediante teléfonos celulares y fijos con Pollycarpus Budihari Priyanto, piloto de Garuda que cambió asientos con Munir en la primera escala del viaje, de Yakarta a Singapur.

La policía indonesia declaró que dos asistentes de vuelo de Garuda, Yeti Susmiyarti y Oedi Irianto, eran sospechosos y los detuvieron. Ambos fueron los responsables de servir la comida a Munir.

Pero el equipo investigador no pudo interrogar a Hendropriyono y Muchdi P.R., que ignoraron las convocatorias.

La agencia de inteligencia también negó a la comisión acceso a sus documentos, a pesar de las promesas del actual jefe de la BIN, Syamsir Siregar, en presencia de Yudhoyono.

Mientras Hendropriyono negó haber participado en el crimen, Muchdi P.R. mantiene silencio al respecto.

”Nunca ordené el asesinato. Si se tratara de un trabajo de la institución, yo debería saberlo. Si fuera trabajo de funcionarios de la BIN, habrá un proceso legal”, dijo Hendropriyono al diario The Jakarta Post.

El periódico había afirmado la semana pasada que la BIN había estado involucrada en el crimen. Hendropriyono acudió a la redacción del diario el jueves y pidió a los editores que publicaran su desmentido y que se disculparan públicamente con él.

Pero The Jakarta Post publicó sólo las declaraciones de Hendropriyono como una versión más del hecho, si bien se disculpó por no haber contactado al militar o a agentes de la BIN antes de publicar su anterior informe.

”Queremos que el presidente Yudhoyono tome acciones firmes”, dijo Nabadan. El equipo investigador también señaló a otro agente de la BIN, Bambang Irawan, el ”pasajero 50”, ubicado en la clase de negocios, por sospechar de que sirvió un trago a Munir.

Indra Setiawan, ex director de Garuda, también fue aludido, pues designó por escrito a Pollycarpus como oficial de seguridad de aviación. Fue la primera vez en que un cargo de esa naturaleza era firmada por un jefe de la aerolínea de tal rango.

”Indra debió saber de la operación y de su importancia para funcionarios del Estado, pero tal vez no hubiera sabido que se trataba de una conspiración para asesinar”, dijo Nababan a IPS.

El presidente Yudhoyono pareció restar importancia a la investigación al hacerse el sordo respecto de la negativa de Hendropriyono a prestarse a un interrogatorio.

La comisión investigadora recomendó el establecimiento de un equipo ”más poderoso”, de modo que contara con la facultad de obligar a sospechosos a responder sus preguntas.

Activistas de derechos humanos temen que el caso de Munir se una a una montaña de casos impunes.

Entre ellos figuran el ataque en julio de 1996 contra la sede del Partido Democrático de la ex presidenta Megawati Sukarnoputri, los disparos contra estudiantes que protestaban en Trisakti en mayo de 1998, y varios secuestros de estudiantes y activistas prodemocráticos en 1997 y 1998.

Todos estos casos involucran a poderosos militares. Munir exigía que los uniformados se retiraran de la actividad política y regresaran a los cuarteles.

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