Europa ha manifestado complacencia por la elección del cardenal alemán Joseph Ratzinger como papa, mientras Turquía muestra preocupación por la posibilidad que el nuevo líder de la Iglesia Católica obstaculice su ingreso en la UE.
La alegría y el júbilo se mezclaron el martes con la sorpresa y la desazón cuando el ortodoxo Ratzinger, de 78 años y decano del Colegio Cardenalicio, fue designado sucesor del fallecido Juan Pablo II. El religioso adoptó el nombre de Benedicto XVI.
El nuevo Papa es un férreo defensor de la concepción del catolicismo como fe verdadera, y un firme opositor de los métodos anticonceptivos, de la ordenación de mujeres para el sacerdocio, la comulgación de los homosexuales y del aborto voluntario.
Al elegir a Ratzinger, los 115 cardenales optaron por un conservador del riñón burocrático del Vaticano, una figura controvertida que manifestó el año pasado su rechazo a la posible integración de Turquía en la UE (Unión Europea).
El hoy papa Benedicto XVI había manifestado que la incorporación del país musulmán al bloque de 25 naciones mayoritariamente cristianas causaría una pérdida de riqueza y de cultura.
Ratzinger recomendó entonces a Ankara que procurara aliarse con otras naciones islámicas, más que con la tradicionalmente cristiana UE.
Líderes y funcionarios de la UE se apresuraron a aplaudir la designación de Benedicto XVI, a la que consideraron de especial significado para Europa.
El canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder dijo que la investidura de Ratzinger constituye un gran honor para su país.
Otro que aplaudió la elección fue el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manoel Durao Barroso.
Personalmente, me regocija la designación del Cónclave y estoy convencido que Su Santidad seguirá con determinación y fuerza el trabajo de su ilustre predecesor Juan Pablo II en favor de la comprensión y lapaz en el mundo, dijo.
El europarlamentario holandés Wilfried Martens, presidente del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos), dijo que la elección de Ratzinguer fortalecería la unidad del continente.
La elección del nombre Benedicto es de muy especial significación para los que trabajamos por la reconciliación y la cooperación entre los pueblos de Europa, afirmó Martens en una declaración emitida este miércoles.
Vemos en su pontificado posibilidades de fortalecer la UE como zona de paz y solidaridad que irradie una luz de esperanza para todo el mundo, agregó.
Pero la reacción en Turquía estuvo lejos de ser cálida, pues el temor de ese país a que la posición del nuevo Papa sobre el ingreso de su país en la UE obstaculice el proceso.
El extravertido Ratzinger argumentó el año pasado, entrevistado por el diario francés Le Figaro, que permitir la incorporación de Turquía en el bloque sería un enorme error que correría en dirección contraria a la historia.
Turquía siempre representó a un continente diferente, en permanente contraste con Europa, agregó entonces.
El hoy papa Benedicto XVI dijo creer que Turquía debería buscar en el futuro una alianza con naciones islámicas más que con la UE, bloque que tiene raíces cristianas.
También consideró que las reivindicaciones del multiculturalismo europeo implican huir de lo propio.
El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, perteneciente a un partido de raíces islamistas, dijo este miércoles que confía en que Benedicto XVI cambie su posición en torno del eventual ingreso de su país al bloque europeo.
Mientras, medios de prensa turcos declararon al flamante pontífice enemigo de su nación.
Ratzinger ha difundido sus opiniones personales en el pasado, pero esa retórica podría cambiar de ahora en adelante, dijo Erdogan en Ankara.
Las responsabilidades parten de situaciones diferentes. Espero ver cambios en el futuro, porque la responsabilidad de su nuevo puesto lo requiere, agregó.
La bienvenida de la prensa turca al nuevo pontífice fue fría.
El nuevo Papa se opone a Turquía, tituló el periódico Sabah, uno de los de mayor tirada, desde su portada. El diario liberal Radikal tituló: Era el que menos convenía a Turquía.
Sería una mala noticia que el cardenal Ratzinger mantuviera sus puntos de vista como papa, dijo el columnista Selcuk Gultasli, del diario oficialista Zaman.
Pero las opiniones de Ratzinger no restan posibilidades al ingreso de Turquía en la UE, según Daniel Gros, director del Centro para Estudios Políticos Europeos, institución académica con sede en Bruselas.
Como cardenal alemán podía haber hecho aquellos comentarios. Pero como Papa debería distanciarse de la política, dijo Gros a IPS.
Las negociaciones entre Turquía y la UE comenzarán el 3 de octubre. Ankara confía en que se incorporará al bloque dentro de 10 a 15 años.
Turquía, con una población de 70 millones mayoritariamente musulmanes, solicitó el ingreso en 1963. Malta, que ingresó en la UE el año pasado, tiene 384.00 habitantes. Turquía superará pronto al país más poblado de Europa, Alemania, que hoy tiene 82 millones.
Si la fuerza de trabajo turca pudiera trasladarse con libertad a través de las fronteras comunitarias, podría inundar a países pequeños como Dinamarca. Pero Ankara ha sostenido que sus trabajadores podrían ser necesarios en la UE, cuya población está envejeciendo.
En 1964 comenzaron de las relaciones formales entre el país y la Comisión Económica Europea, precursor de la UE.
El acuerdo de asociación se formalizó en 1973. Turquía presentó, además, su candidatura al ingreso en 1987. Desde 1995 está vigente un tratado de unión aduanera entre el país y el bloque.
El presidente de la Convención Europea a cargo de redactar el Tratado Constitucional de la UE, el ex mandatario francés Valéry Giscard D'Estaing, se manifestó en 2003 contrario al ingreso de Turquía.
D'Estaing indicó que el país musulmán no pertenece, ni cultural ni geográficamente, a Europa, y que su ingreso abrirá paso a que otros países, como Marruecos, soliciten el ingreso al bloque.
Además, Turquía contaría con la segunda representación en importancia en el Parlamento Europeo, advirtió. (
