RELIGIÓN: Humo blanco conservador

Con las dificultades que sufre el papa Juan Pablo II para moverse o hablar con autonomía, la atención se concentra sobre sus posibles sucesores. Pero sea nigeriano, latinoamericano o europeo, el próximo jefe de la Iglesia Católica será conservador.

Tras una nueva internación, una ola mundial de afecto se arremolina en torno del pontífice, quien ha sobrevivido en sus 26 años de pontificado un intento de asesinato, varias intervenciones quirúrgicas y los efectos debilitantes del mal de Parkinson, una enfermedad neurológica degenerativa.

Al margen de la gravedad de su estado de salud, es improbable que el Papa renuncie a su cargo. El pontífice de 84 años de edad se considera obligado a desempeñar su misión mientras viva.

A pesar del carácter divino de su apostolado, su cuerpo es mortal. ”Podremos desearle una larga vida, pero no hay duda de que su reino está cerca del fin”, dijo a IPS Peggy Polk, analista de asuntos vaticanos desde hace tres decenios.

El debate sobre los ”papabili” (como se denomina en italiano a los ”papables”, aspirantes a calzarse las sandalias de San Pedro I) resulta inevitable cada vez que un papa está viejo o enfermo. En este caso, suceden las dos cosas.

En algunas ocasiones anteriores, las predicciones fueron erróneas. La selección como Papa el 16 de octubre de 1978 del cardenal polaco Karol Joseph Wojtyla, arzobispo de Cracovia, fue toda una sorpresa. Juan Pablo II es el primer papa no italiano desde el holandés Adriano VI, elegido en 1522.

¿Qué se viene ahora? ¿Otro extranjero, considerando la visión universalista que ganó a la Iglesia Católica en el extenso pontificado en curso? ¿O un italiano, otra vez? Según Polk, el próximo papa podría ser un italiano, pero anciano, para asegurar un pontificado breve.

El papa Juan Pablo II no ha designado un sucesor, y no podría hacerlo. Si los pontífices tienen un favorito, se abstienen de decirlo en público.. Pero en el pasado, algunos alentaron discretamente la designación de un delfín.

El papa Juan XXIII convirtió al cardenal Giovanni Battista Montini en arzobispo de Milán, para que ganara experiencia y credenciales ante la Curia Romana, la administración del Vaticano. Montini se convirtió en 1963 en el papa Pablo VI, y ejerció el pontificado durante 15 años.

Esta vez, según expertos del Vaticano, la opción básica no será si el próximo Papa es conservador o liberal, sino si es italiano o ”extranjero”. Los votantes elegibles en el Colegio de Cardinales —135 menores de 80 años— son mayoritariamente conservadores.

La mayoría se dedicaron a frenar las reformas de sus predecesores antes de ser elevados al rango de cardenal por Juan Pablo II.

Otra interrogante es si se tratará de un sacerdote joven, como lo era el cardenal Wojtyla al asumir el pontificado a los 58 años, o uno anciano para un papado interino, como fue el caso del cardenal Angelo Roncalli, designado a los 80 años, en 1958. Fue él quien ejerció el pontificado durante cuatro años, como Juan XXIII.

Los nombres de los papabili surgen a la superficie gracias a los ”vaticanistas”, un pequeño y prestigioso grupo de periodistas que cubren los asuntos de la Curia Romana y que con frecuencia sintonizan con su jerarquía. Además, con sus informes también influyen sobre ella.

Esta vez, ofrecen una amplia gama de opciones. Señalan que el Espíritu Santo debería ser la estrella que guíe a los electores, si bien sacan a la luz revelaciones sobre cónclaves previos, negociaciones duras entre cardenales y bloqueos.

Una de las consideraciones en esta coyuntura es la posibilidad de que el próximo Papa surja de América Latina, indicó Polk. En esta región viven 40 por ciento de los 1.000 millones de católicos, y de allí proceden 27 cardenales del Colegio elector.

La lista latinoamericana está encabezada por el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa. Detrás de él vienen el colombiano Darío Castrillón Hoyos, el brasileño Claudio Hummes, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio y el cubano Jaime Lucas Ortega.

Otra opción es un papa africano, como el cardenal nigeriano Francis Arinze, un miembro de la tribu ibo convertido al catolicismo a los nueve años y considerado suficientemente conservador para el cargo. Además, preside en Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Si resulta elegido, sería el primer papa negro desde San Gelasio I, designado en 492, quien consta en los registros vaticanos como ”nacion afer” —de origen africano— pero ”romanus natus” —nacido en Roma—.

Pero Europa no debe ser descartada.

Los vaticanistas mencionan al belga Godfried Daneels, el francés Jean-Marie Lustiger, el austríaco Christoph Sch'nborn y el alemán Joseph Ratzinger, quien carece de experiencia al frente de una diócesis pero ha encabezado la poderosa Congregación para la Doctrina de la Fe durante los pasados 23 años.

La proporción de cardenales italianos dentro del Colegio se ha reducido bastante, pero ese país tiene formidables papabili.

Entre ellos figuran el arzobispo de Milán y ex arzobispo de Génova, Diogeni Tettamanzi. El corredor de apuestas irlandés Paddy Rower ubica a Tettamanzi al frente de la carrera, con cinco a uno delante del nigeriano Arinze y del cubano Ortega Alamino.

Otros papabili italianos son el arzobispo de Boloña Giacomo Bifi y el patriarca de Venecia Angelo Scola.

Pero estas especulaciones son muy arriesgadas. En 1978, los vaticanistas apostaban por el Sergio Pignedoli, quien llegó a confeccionarse las prendas papales antes del cónclave del que salió del recinto tan cardenal como había ingresado. (

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