EEUU-INDONESIA: Cambio de imagen y alguna ventaja

Además de mejorar su imagen en el sur y sudeste de Asia, Estados Unidos espera alcanzar algún objetivo más concreto con su ayuda a las víctimas del maremoto del 26 de diciembre, en especial en Indonesia.

El gobierno de George W. Bush pretende normalizar sus vínculos militares con Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo, que con un archipiélago estratégicamente situado, rutas marítimas clave y una desconfianza histórica hacia China sería un socio ideal de Washington para contener a Beijing.

Indonesia fue el país más afectado por el maremoto, con cerca de 115.000 víctimas fatales. El sismo submarino de nueve grados en la escala de Richter tuvo su epicentro al norte de la isla indonesia de Sumatra y provocó olas gigantes que arrasaron las costas de una decena de países, dejando al menos 170.000 muertos.

Desde principios de este mes, marinos estadounidenses trabajan junto con las Fuerzas Armadas de Indonesia y organizaciones humanitarias nacionales e internacionales para llevar ayuda a cientos de miles de personas que quedaron sin vivienda ni sustento en la occidental provincia de Aceh, por lejos la más afectada.

Aceh es escenario de un antiguo movimiento separatista. Como parte de una intensa campaña antiinsurgente, Yakarta impidió el ingreso de extranjeros a la provincia hace 18 meses.
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Ahora, el maremoto creó una posibilidad de reaproximación entre las fuerzas militares indonesias y estadounidenses, cuyos vínculos se habían cortado después que militares y paramilitares indonesios perpetraran matanzas, saqueos e incendios en Timor Oriental, que en 1999 se pronunció a favor de la independencia de Indonesia en un referendo patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas.

Pese a informes confirmados sobre graves violaciones a los derechos humanos por parte del ejército indonesio en Aceh, incluida la negativa de ayuda humanitaria a civiles sospechosos de colaborar con la insurgencia, la administración de Bush está dispuesta a reanudar esos vínculos, comenzando por programas de entrenamiento.

”Cortar los lazos con oficiales indonesios sólo agravaría el problema”, opinó el subsecretario de Defensa de Estados Unidos, Paul Wolfowitz, quien fue embajador de Estados Unidos en Yakarta en la década de 1980 y visitó la capital indonesia la semana pasada.

Wolfowitz destacó la oportunidad del momento creado por el advenimiento del primer presidente elegido en forma directa, el general retirado Susilo Bambang Yudhoyono, quien recibió él mismo entrenamiento militar de Estados Unidos.

El sentimiento parece ser mutuo. Sin embargo, persisten divisiones entre los reformistas que quieren profesionalizar a las Fuerzas Armadas indonesias y los elementos más tradicionales, que ven a la institución como un medio para obtener poder político y riqueza.

Wolfowitz y sus aliados en el Pentágono (Departamento de Defensa) describen a Yudhoyono y su ministro de Defensa Civil, Jowono Sudarsono, como reformistas cuya influencia en las Fuerzas Armadas indonesias podría aumentar mediante la plena restauración de las relaciones militares con Estados Unidos.

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, Washington flexibilizó el embargo militar a Indonesia, proveyéndole ayuda militar ”antiterrorista” y programas de entrenamiento, y realizando ejercicios navales conjuntos.

Pero los críticos advierten a Bush que no es prudente ir más allá.

El presidente y general retirado Yudhoyono ”debe hacer entender a los generales que deben rendirle cuentas a él como el mandatario democráticamente elegido, y que las necesidades humanas del pueblo de Aceh deben ser la primera preocupación de Indonesia”, exhortó el lunes The New York Times en una nota editorial.

”Hasta que ese cambio se internalice, se deben mantener los límites a los vínculos militares con Indonesia”, agregó.

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