AMÉRICA LATINA: Integración con mapa del SELA

El Sistema Económico Latinoamericano (SELA) se propone ayudar a trazar el mapa de la integración, en momentos en que la mayoría de sus 27 países miembro ponen el pie en el acelerador para una gran alianza económica, comercial y política.

”El SELA quiere jugar un papel no sólo activo sino determinante en la arquitectura y en la convergencia de los esquemas de integración, que entraron en una dinámica muy activa este año”, dijo en entrevista con IPS su secretario permanente, el economista venezolano Roberto Guarnieri.

En el pasado reciente ”el SELA se quedó un poco rezagado”, admitió Guarnieri, para luego prometer que ahora tratará de ”desarrollar todo el potencial y el acervo desarrollado como foro de unánime respaldo político en la región durante 30 años”, aseguró.

Este foro fue creado mediante el Convenio de Panamá de 1975, por iniciativa de México y Venezuela, con el propósito de estimular la cooperación y coordinar la posición de América Latina y el Caribe en el área económica internacional.

Durante muchos años destacó como el único foro regional que, en plena guerra fría, aceptó a Cuba como miembro de pleno derecho e incorporó a su gobierno no sólo a sus deliberaciones sino en programas de cooperación económica.

El SELA albergó intensos debates sobre la crisis de la deuda externa durante la llamada por esa razón ”década perdida”, de los años 80, y coordinó la cooperación económica regional cuando Nicaragua, en conflicto con Estados Unidos, y Argentina, enfrentada a Gran Bretaña durante la guerra de las islas Malvinas, padecieron embargos de potencias de fuera de la región.

Ahora que la región entra en procesos de integración acelerada, ”el SELA puede funcionar como tanque de pensamiento y plataforma de ensamblaje de la arquitectura institucional, técnica y jurídica que es precisa para la convergencia de los sistemas de integración que tenemos en América Latina y el Caribe”, dijo Guarnieri.

Incluso, el último Consejo Latinoamericano (ministerial, la máxima autoridad del SELA), que deliberó en vísperas de que se constituyera la Comunidad Sudamericana de Naciones el 8 de este mes en la meridional ciudad peruana de Cuzco, acordó cambiar el nombre del organismo por SELAC, para subrayar su condición caribeña además de latinoamericana.

En la actualidad adhieren al SELA Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guyana, Grenada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

Los mandatarios sudamericanos reunidos en Cuzco ordenaron a sus cancilleres que preparen un plan de acción, con la ayuda de los organismos de integración que operan en la región, e inscribieron la ”partida de nacimiento” de la nueva Comunidad dentro de propuestas de integración con el Caribe, América Central y México.

En tanto, el SELA ha preparado un programa de trabajo para apuntalar, a lo largo de 2005, los procesos de integración regional, la calidad de las relaciones económicas entre latinoamericanos y caribeños, y la convergencia de los esquemas actuales.

Un primer programa se propone establecer una base de datos y prepara un estudio sobre la dinámica macroeconómica de la región, a la que seguirán una reunión de expertos y un informe con propuestas de políticas para la convergencia, en octubre.

Otros proyectos harán inventario de los distintos procesos de integración y de las secretarías de los sistemas establecidos, como la Comunidad Andina de Naciones, Mercado Común del Sur (Mercosur), Comunidad del Caribe, Mercado Común Centroamericano, para uso del Consejo Latinoamericano que se realizará a fines de 2005.

Esa reunión, en Panamá, conmemorará los 30 años de la creación del SELA y decidirá sobre su relanzamiento dentro de la nueva ”arquitectura” de la integración, dijo por su parte el representante del Costa Rica en el organismo, Walter Hernández.

”Puede llegar a definirse el fin o la subsistencia del SELA como mecanismo de integración latinoamericana y caribeña”, dijo Hernández, ”en función del compromiso y la voluntad política y económica de sus miembros, de allí la importancia de resolver su crisis financiera”, agregó.

Casi todos los socios del SELA tienen una fuerte mora en el pago de sus cuotas de sostenimiento, y el débito se ubica entre 10 y 11 millones de dólares. ”Con que sólo pagasen 25 por ciento podríamos desarrollar los trabajos previstos para 2005”, según Guarnieri.

El cronograma de trabajo del SELA en el año que se inicia contempla estudios y reuniones de alto nivel para tratar sobre los flujos de comercio e inversiones en la región, y de las políticas económicas y sociales en el marco de la integración, como por ejemplo el trato debido a las remesas de los emigrantes y el papel de la educación superior en los procesos de unidad regional.

También se trabajará sobre el Fondo Humanitario Internacional una propuesta apenas esbozada por el presidente venezolano Hugo Chávez—, la cooperación técnica regional y, de modo destacado, sobre el papel de la pequeña y mediana empresa.

Completan el plan de trabajo estudios y reuniones especializadas sobre flujos financieros y negociaciones comerciales internacionales.

”Estamos es un proceso acelerado por una nueva institucionalidad latinoamericana. El SELA ha debido participar más activamente, y podemos ser para la región lo que la Comisión para la Unión Europea, o sea el órgano que incube el esquema administrativo y político de una naciente Unión Latinoamericana y del Caribe”, postuló Guarnieri.

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