MEXICO: Petrolera estatal asfixiada cambia de director

El director de la petrolera estatal de México, Pemex, marcada por el despilfarro, la corrupción y una virtual quiebra financiera, renunció bajo un bombardeo de críticas, por haber firmado un oneroso acuerdo sindical cerrado al escrutinio público y pagar con dinero del Estado dos cirugías plásticas a su esposa.

Raúl Muñoz, que había dirigido Pemex desde el comienzo de la gestión presidencial de Vicente Fox, a fines de 2000, presentó su renuncia al mandatario en el fin de semana, pero su decisión se conoció este lunes. Su reemplazante es Luis Ramírez, que dirigía las tareas de exploración y producción de la empresa estatal.

El puesto de director de Pemex es uno de los de la más alta jerarquía en la administración pública, con un sueldo mensual neto de 12.600 dólares, apenas 2.000 dólares menos que el presidente.

Muñoz, un empresario de 56 años que antes de trabajar para el gobierno era directivo de la transnacional DuPont, deja su cargo en medio de polémicas, como sus dos antecesores, pero también sin concretar las promesas de Fox al asumir: dar un nuevo régimen fiscal a Pemex, extirpar de ella la corrupción y permitir que recibiera inversión privada.

El ahora ex funcionario se fue además entre críticas por haber utilizado 12.500 dólares de la firma estatal para pagar dos liposucciones a su esposa.

El cambio en la dirección de Pemex ”atiende a las circunstancias actuales y perspectivas futuras de la compañía, y tiene por propósito renovar el impulso y fortalecer el liderazgo que la empresa requiere en la fase final de la administración (de Fox, que termina en 2006)”, señaló este lunes un comunicado de la Secretaría (ministerio) de Energía.

La petrolera, que produce 3,4 millones de barriles de crudo por día y tiene 142.567 trabajadores en activo y 60.204 jubilados, enfrenta hoy deudas por más de 60.000 millones de dólares y sus reservas probadas de petróleo van en franca caída.

Según varios especialistas, México tiene hoy crudo para 13 años más, 47 años menos que con las reservas existentes en 1985.

Los ingresos de Pemex, que pese a sus problemas es una de las 10 firmas más grandes de su tipo en el mundo, financian un tercio del presupuesto del Estado mexicano y la empresa no puede disponer de su dinero para realizar nuevas inversiones.

En término contables, la firma, llamada por políticos locales ”baluarte de la soberanía y pilar del desarrollo nacional”, es la ”caja chica” del Estado, dicen observadores al referirse a esa masiva extracción de dinero.

En diciembre de 2000 renunció a la dirección de Pemex Adrian Lajous, que discrepó públicamente con el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) por el mantenimiento del régimen fiscal que se aplica a la firma, y que la obliga a entregar más de 70 de sus ganancias al Estado.

A Lajous le siguió Rogelio Montemayor, ex diputado y gobernador del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de 1929 a 2000.

Montemayor afronta desde hace dos años un proceso penal por haber entregado de forma irregular más de 141 millones de dólares al sindicato de Pemex, dinero que fue a parar a las arcas del PRI.

Fox llegó al gobierno con la promesa de modernizar a la firma estatal, darle autonomía financiera y librarla de la corrupción.

Por tratarse de un empresario privado, Muñoz era el hombre adecuado para sacar a flote a Pemex, decía el mandatario.

”Por uno u otro motivo todo sigue igual en Pemex (con la gestión del presidente Fox), así que no sería raro que en un futuro cercano el desprestigio aumente y sus finanzas lleguen a la quiebra total”, dijo a IPS la profesora universitaria Yolanda Ramírez, experta en temas petroleros.

El problema central de la empresa, que acumula un retraso tecnológico de más 25 años según sus directivos, es la imposibilidad de disponer de la mayor parte de los recursos que genera. Por eso ha ido asumiendo deudas para sostener su funcionamiento, elevar su plataforma de explotación y avanzar en proyectos de exploración.

De 2000 a este año, los activos contables de Pemex se desplomaron de 150.000 millones de dólares a 73.628 millones de dólares.

”Pemex ha sido forzado a financiar la totalidad de su inversión por medio del endeudamiento, mientras sus pasivos crecen a una tasa del 35 por ciento anual que lo tiene en quiebra técnica”, sostuvo Francisco Rojas, uno de los ex directores de esa empresa durante gobiernos del PRI.

No obstante, la petrolera promete aumentar la extracción de crudo a cuatro millones de barriles diarios en 2006, y elevar sus exportaciones de los 1,8 millones de barriles actuales, la mayoría de los cuales van a Estados Unidos, a poco más de dos millones para ese mismo año.

Ante la imposibilidad de contar con mayores recursos para invertir, la firma mantiene la estrategia de refinar parte de su crudo en plantas de Estados Unidos e importar de ese país grandes cantidades de gas, que en México se queman por falta de tecnología para aprovecharlo.

Además, y para mantener sus exploraciones, contrata a firmas privadas transnacionales a través de trámites jurídicos engorrosos, de modo de no vulnerar las leyes que establecen su propiedad estatal y le impiden recibir inversiones privadas.

Si no hay una reforma del funcionamiento de la firma, en 2005 Pemex podría paralizarse, pues le sería imposible pagar sus deudas aun vendiendo todo su patrimonio, advierten expertos.

En medio de esos malos augurios, Muñoz firmó en julio con el sindicato de la empresa, ligado al PRI, un convenio millonario que luego fue cuestionado por los órganos de fiscalización de la misma compañía.

Se trata de un acuerdo que da al sindicato sin mayor trámite 688 millones de dólares, monto que se utilizaría para respaldar la compra de viviendas de los trabajadores de Pemex y atender el pago de ciertos festejos.

En la gestión de Fox, el número de trabajadores de esa empresa creció de 136.782 a 142.567.

Según lo concertado por Muñoz, el sindicato petrolero no está obligado a dar cuenta del uso final que haga de éste o de cualquier otro dinero.

Mientras se analiza el acuerdo en varias instancias del Estado, está congelada la entrega al sindicato del dinero, cuyo monto es superior al presupuesto anual de la Secretaría (ministerio) de Seguridad Pública.

Antes de la firma de ese convenio, Muñoz declaró que por el bien del país era adecuado alcanzar también un acuerdo con los trabajadores sobre el escándalo que desató el desvío en 2000 de dinero de la firma estatal hacia el PRI, por intermedio del sindicato.

A ese tenor, propuso que Pemex no acusara a los responsables, sino que concertara con ellos la forma en que pueda devolverse el dinero desviado.

El sindicato de Pemex decía sentirse satisfecho con Muñoz, aunque en septiembre de 2002 amenazó al gobierno con realizar un paro nacional en medio de negociaciones sobre aumentos de salarios. Finalmente, se logró un acuerdo.

Lo que más ha interesado a la dirección de Pemex es comprar la paz política con su sindicato, sentenció el columnista del diario Reforma, Sergio Sarmiento.

La imagen de los dirigentes sindicales de Pemex, muchos de los cuales son además legisladores del PRI, se parece más a la de ricos empresarios que a la de austeros trabajadores. Vivir en barrios caros, conducir autos lujosos y comer en restaurantes de moda son algunos de sus gustos.

Como otros sindicatos de los organismos estatales de México, el de Pemex se creó durante los gobiernos del PRI como uno de los brazos de ese partido. Fox prometió acabar con esa relación, pero hasta el momento poco o nada ha cambiado en ese plano..

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