CUBA: Opinión dividida sobre reelección de Bush

El pesimismo extremo, la indiferencia e, incluso, un ligero optimismo forman parte del universo de opinión de los cubanos respecto de la incidencia sobre su país de un segundo mandato presidencial de George W. Bush en Estados Unidos.

Aunque sin esperar milagros, analistas consultados vaticinan una nueva administración de Bush más moderada en su política hacia Cuba. Sin embargo, el gobierno de Fidel Castro no cree en la posibilidad de cambios ”para bien”.

”No había mucho que esperar, uno y otro representante del poder se planteaban como objetivos, por métodos distintos, destruir a la revolución cubana”, aseguró Randy Alonso, conductor del programa de televisión Mesa Redonda.

El panel, que se transmite diariamente por la televisión estatal, insistió en la posición expresada por altos funcionarios en las últimas semanas: independientemente de quién resultara elegido en Estados Unidos, Cuba esperaba ”más de lo mismo”.

En las calles de esta isla caribeña pueden recogerse expresiones de descontento o resignación, mientras el diario oficial Granma se abstuvo de hacer comentarios editoriales sobre el resultado de las elecciones del martes en Estados Unidos.
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Por su parte, académicos y representantes de la oposición moderada no descartan la posibilidad de un descenso de las tensiones, luego de que Bush dejó atrás la campaña electoral y se aseguró otros cuatro años en la Casa Blanca.

”En un segundo período ya no pesan intereses de una reelección y Bush podría considerar que ya complació a la derecha del exilio cubano y le ha pagado lo que esta pudo aportar con recursos económicos”, opinó el opositor moderado Eloy Gutiérrez Menoyo.

A juicio del ex comandante guerrillero, quien regresó del exilio el pasado año y aún espera autorización oficial para residir en el país, es probable que el presidente Bush empiece a prestarle mayor atención a las propuestas de flexibilización hacia Cuba.

Fuentes especializadas destacan que 17 de las 45 iniciativas relacionadas con Cuba, introducidas en el Congreso estadounidense este año, buscaban el levantamiento total o parcial del embargo que soporta la isla por más de 40 años.

Una enmienda presentada por el congresista del Partido Demócrata Charles Rangel, para eliminar los mecanismos que sustentan las sanciones económicas, perdió por algo más de 20 votos.

”En otra época, el Congreso sólo legislaba contra la isla, hoy día dejó de ser un órgano anticubano neto para convertirse, también, en instrumento de debate de la política hacia Cuba”, afirmó a IPS el analista Esteban Morales.

Director del gubernamental Centro de Estudios de Estados Unidos y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, Morales estima que ”nunca antes la política (estadounidense) en relación con la isla fue tan aislada y cuestionada” en ese país.

A su juicio, de continuar las tendencias actuales de flexibilización en el Congreso y en amplios sectores de la sociedad estadounidense, al nuevo gobierno ”le costará trabajo mantener la actual política agresiva”.

En primer lugar, aparece un paquete de medidas aprobado por Bush en mayo de este año que, con el fin de propiciar la caída del gobierno de Castro mediante la disminución de sus ingresos en divisa, afectó a la familia cubana dividida entre ambos países.

Precisamente, esta limitación del envío de remesas así como también de los viajes que pueden realizar los cubanos residentes en Estados Unidos a su país de origen serían algunas de las sanciones contra Cuba que el presidente reelecto podría replantearse a corto o mediano plazo.

No necesitamos que ”nuestras familias continúen siendo rehenes de un viejo y enquistado conflicto entre ambos gobiernos”, afirmó el portavoz de la organización opositora Arco Progresista, Manuel Cuesta Morúa, en una misiva a Bush tras su reelección el martes.

A nombre del grupo socialdemócrata que actúa en la ilegalidad, Cuesta Morúa aseguró que ”el sector progresista de cubanos, dentro y fuera de la isla” espera ”una seria reconsideración” de la política hacia Cuba.

El aumento de las compras cubanas de alimentos a empresas estadounidenses, desde su inicio en 2001 como una excepción al embargo, se mantendrá como una tendencia a favor del triunfo del realismo en las relaciones bilaterales.

Esta semana, cuando las autoridades cubanas esperaban sin optimismo de ningún tipo los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, se contrataban compras por más de 10 millones de dólares.

El levantamiento de las restricciones al comercio con Cuba, el acceso a créditos bancarios y la autorización de viajes a la isla de ciudadanos estadounidenses serán temas que estarán una y otra vez sobre la mesa de Bush en su segundo mandato.

Fuentes cercanas al gobierno de Castro han reconocido la posibilidad de que algunas de estas iniciativas sean aprobadas por el presidente estadounidense, pero descartan una decisión más radical de levantamiento total del embargo.

Algunos especialistas en política internacional tampoco creen posible una agresión militar estadounidense a Cuba, amenaza que cobró fuerza en 2003 como parte de la política de guerra preventiva de Washington contra los países que a su juicio promueven el terrorismo.

Al mismo tiempo, no faltan los escépticos que aseguran que de este presidente perteneciente al Partido Republicano se puede esperar cualquier decisión, por descabellada o irreal que parezca.

Para el sociólogo Aurelio Alonso, un segundo mandato del ”fanatismo” de Bush pudiera ser aún peor para Cuba y el mundo que el primero, por la posibilidad de poder ”dar cumplimiento a sus propósitos con muy pocas fuentes de contención”.

A su juicio, es muy probable que ”los planos de intervención” vuelvan a ser valorados ”en las nuevas coordenadas”.

”Cuba va a permanecer como el blanco alumbrado las 24 horas en el campo de tiro mientras dure esta administración en la Casa Blanca” y la población de la isla deberá prepararse ”para vivir otros cuatro años en estado de máxima tensión”, afirmó.

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