Cuando Estados Unidos estornuda, a México le da gripe, es una frase trillada que traduce el estrecho vínculo mexicano con su vecino. Sin embargo, pierde sentido cuando se trata de elecciones presidenciales en ese país, pues pocos creen que su resultado modifique la relación.
Los observadores opinan que no deben esperarse cambios importantes debido a los comicios estadounidenses del 2 de noviembre, gane el demócrata John Kerry o sea reelegido el republicano George W. Bush.
También piensan que es una ilusión esperar un acuerdo migratorio con Estados Unidos, donde viven cerca de 10 millones de mexicanos y otros 15 millones de descendientes de mexicanos.
Ese es para México el tema central de la relación, pues más de la mitad de los emigrantes que trabajan en el país vecino no tienen papeles de trabajo o de residencia, por lo que afrontan múltiples problemas y violaciones de sus derechos.
Además, cada año se suman cerca de 400.000 nuevos migrantes mexicanos a Estados Unidos, en su mayoría sin documentos, y docenas de ellos mueren en el intento de ingresar por los sitios menos vigilados de la frontera.
Estados Unidos, país con el que México realiza más de 90 por ciento de su comercio exterior, deporta un promedio de 5.000 mexicanos diariamente, y los que logran ingresar envían remesas a sus familiares que suman más de 12.000 millones de dólares al año.
Tanto Bush como Kerry hablaron poco del tema migratorio durante la campaña electoral. Es que México no importa a los políticos estadounidenses, sostiene Adolfo Aguilar, ex embajador mexicano ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Allí se "menosprecia" la relación bilateral, aseguró el ex diplomático.
Bush ofrece dar a los inmigrantes permisos temporales de trabajo, siempre que realicen tareas que no quieran los estadounidenses, mientras Kerry habla de regularizar la situación de los que han trabajado y vivido en Estados Unidos al menos cinco años consecutivos y no tienen antecedentes penales.
Lo cierto es que ninguno de esos planes tiene posibilidades ciertas de ser aprobado en el Congreso estadounidense, donde hay escaso respaldo a iniciativas de ese tipo, porque muchos legisladores alegan que priorizan el empleo de los estadounidenses.
Para Jorge Chabat, experto en relaciones internacionales del Centro de Docencia e Investigación Económicas, la dinámica de la relación entre México y Estados Unidos generalmente no cambia cuando hay elecciones en el país vecino.
Pueden aparecer matices en áreas comerciales u otros temas, pero la dirección de la relación global no se modifica, apuntó en entrevista con IPS.
El gobierno del presidente mexicano Vicente Fox pone acento en su relación con Estados Unidos, pero en ese país poco importa lo que suceda con México, a menos que se genere un catástrofe o un problema económico que perjudique directamente a los estadounidenses, manifestó Chabat.
El gobierno y la sociedad mexicana "no deben esperar nada de Estados Unidos" ni de cualquiera de sus candidatos presidenciales en materia de migración, pues ese país no tiene amigos "sino sólo intereses", opinó el columnista Miguel Granados, del diario Reforma.
El canciller mexicano Ernesto Derbez reconoció ante periodistas que la agenda bilateral no se altera con las elecciones en Estados Unidos ni con sus potenciales resultados.
México tiene puesto sobre la mesa de discusión el tema migratorio y está listo para continuar su discusión con cualquier presidente estadounidense, aseveró.
"No tenemos candidato" ni "gran preocupación" por los resultados, aseguró Derbez. Fox afirmaba hasta mediados de 2001 que estaba cerca la posibilidad de firmar un acuerdo migratorio con Estados Unidos que legalizaría la estancia allí de millones de mexicanos y reglamentaría el trabajo de los que siguen ingresando.
Todo era optimismo entonces y Fox, que se preciaba de tener una estrecha amistad con Bush, se felicitaba por haber puesto la cuestión migratoria en el centro de su diálogo con Washington, mientras analistas e incluso opositores destacaban su estrategia y liderazgo.
Bush incluso llegó a declarar en esa época que América Latina tenía en Fox a uno de sus principales líderes, y aseguró que para su país no existía una relación en el mundo de mayor importancia que la que tenía con México y que trabajaría por un acuerdo migratorio.
Pero el panorama cambió de forma radical luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono (sede del Departamento de Defensa) en Washington, y de la negativa de México para apoyar a Estados Unidos en la invasión a Iraq de este año.
Granados arguye que el acuerdo migratorio con Washington nunca estuvo cerca, pese al optimismo mexicano, porque en realidad a Estados Unidos le conviene que la situación en esa materia se mantenga tal como está.
Sin embargo, no todos piensan así.
Sí podría haber cambios en la relación y en la negociación sobre la migración, siempre que no sea Bush el que gane la elección presidencial, dijo el escritor mexicano Carlos Fuentes. El cree que con Kerry se favorecería la negociación de temas migratorios, en una dirección más favorable para México.
Christopher Woodruff, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos, de la estadounidense universidad de San Diego, también afirma que Kerry es más conveniente para México, pues tendría "una actitud de trabajar más con otros países y por eso, por lo menos, en la superficie sería una relación mucho menos tensa".
"Lo que uno nota en la campaña (electoral) es que no han tenido mucha presencia los mexicanos o los temas de los mexicanos". No obstante, "creo que sí hay posibilidades de que mejoren las relaciones después de las elecciones", vaticinó Woodruff.
Además de las migraciones, México aspira a revisar con el mandatario estadounidense que resulte electo temas comerciales, de ambiente y derechos humanos.
Según el gobierno de Fox, incluso debe revisarse el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que arrancó en enero de 1994 entre Canadá, Estados Unidos y México.
La idea es llevar al TLC hacia la creación de un "bloque estratégico, con políticas comunes que permitan tener un incremento de la competitividad regional y poner a los tres países como competidores ante la creciente presencia asiática", explicó Derbez.
Ese acuerdo permitió a este último país elevar su comercio exterior de 92.000 millones de dólares anuales a más de 300.000 millones.