CUBA: Minorías sexuales e identidad nacional

Transformistas, travestis y transexuales esbozan un nuevo grupo de identidad social en Cuba, un ambiente culturalmente poco propicio para ello debido a fuertes características de machismo, según un estudio especializado publicado por la revista cultural cubana Temas.

”La identidad nacional aparece vivida en estos sujetos desde el conflicto de sentirse orgullosos de ser cubanos, y al mismo tiempo, de no encontrar un lugar dentro de la sociedad”, afirma el trabajo de las psicólogas Janet Mesa y Diley Hernández.

”El ser cubano tiene fuertes implicaciones” sociales, económicas y culturales y esto contribuye a ”la conformación de una identidad muy diferente a la de otras personas en otros lugares del mundo y culturas”, asegura.

Para las autoras ”las particularidades de nuestro país (Cuba) se han confabulado y contribuido a hacer posible la emergencia” de este nuevo grupo identitario.

En Cuba no hay ley que sancione la diversidad sexual pero tampoco una que la proteja. No existen asociaciones para la defensa del derecho de estas personas y las acciones con tal propósito sólo pueden provenir de instituciones del Estado.

A diferencia de otros lugares del mundo, no se realizan implantes ni cirugías estéticas para modificar el cuerpo de las personas en sintonía con su orientación sexual.

Tras un largo proceso, las personas aceptadas por especialistas como transexuales pueden cambiar su identidad legal, pero el sistema de salud pública cubano no incluye operaciones de adecuación sexual. Sólo una cirugía de este tipo se realizó en la isla, hace más de 10 años.

”Transformistas, travestis y transexuales: un grupo de identidad social en la Cuba de hoy”, es el título de la investigación, que puede leerse en Internet en el sitio de Diversidad Sexual del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Un total de 19 personas fueron entrevistadas en más de una ocasión entre 1998 y 2003. Independientemente de su autoclasificación, todas comparten la exigencia de ”dar mujer” como norma grupal.

”Dar mujer” significa lograr una imagen lo más femenina posible. El fracaso en ese empeño ”puede implicar la sanción del grupo, materializada en la burla, la crítica y, por último, el rechazo”, añade el estudio.

A la eventual censura dentro de su propio grupo, o de la comunidad homosexual, se suma la marginación social que afrenta la mayoría.

Estas personas viven ”bajo un discurso homofóbico y machista que celebra cualquier manifestación de repudio” contra ellas y que ”justifica que los derechos y espacios individuales sean violados para salvaguardar una posición viril”, afirma el texto.

Entre las características comunes a todas, la investigación encontró un bajo nivel cultural asociado con temprano abandono de los estudios, sobre todo en la adolescencia, ”etapa en que la definición sexual provoca el rechazo del grupo escolar”.

La necesidad de escoger entre su definición sexual y la respuesta social que es esperada de ellas, pone a estas personas en el dilema de pagar el precio de la exclusión si asumen la identidad que sienten como propia.

La investigación halló también que ”aun cuando en la esfera laboral no existe, legalmente, prohibición para el empleo de estas personas, les es casi imposible encontrar un puesto de trabajo”.

”Los estereotipos sociales consideran inaceptable el empleo de un hombre vestido de mujer”, asegura.

Así, la mayoría trabaja como artistas o peluqueras en negocios particulares, casi nunca en entidades estatales con garantías de seguridad social. La frustración profesional es común en el grupo.

Los travestis y transexuales suelen tener una economía ”inestable”, habitar viviendas en muy mal estado y compartir pequeños espacios con muchas personas de bajo nivel cultural, define el estudio.

La situación cambia al parecer para los transformistas. El hecho de mantener una imagen masculina durante el día parece ser determinante a la hora de tener mayor acceso al empleo y, por ende, a mejores condiciones de vida.

La marginalidad coloca también a estas personas en una situación vulnerable. Algunas optan por la prostitución como medio de vida y otras son víctimas de violencia de parte de sus parejas, por lo general varones que se identifican como heterosexuales pese a que mantienen relaciones homosexuales.

Los travestis son víctimas a menudo de amenazas de abandono, descalificaciones, prohibiciones, aislamiento y hasta golpizas por parte de sus parejas, según un trabajo de Ada C. Alfonso y Mayra Rodríguez, especialistas del Cenesex.

Los estudios sobre minorías sexuales en Cuba son escasos, recientes y poco divulgados. La mayoría se vincula con comportamientos considerados ”de riesgo”, como parte del programa nacional de prevención del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) entre hombres que tienen sexo con hombres.

La aparición pública de estos grupos puede situarse a inicios de los años 90, cuando proliferaron bares y cabarets privados y semiclandestinos, que incluían espectáculos de travestis y transformistas.

Para la mayoría de los entrevistados por Mesa y Hernández, la realización profesional pasa por la presentación artística. La actuación, de alguna manera, es una forma de escapar a la marginación y de lograr un reconocimiento social.

Por lo general, añade la investigación, transformistas, travestis y transexuales prefieren la noche al día. ”La noche debilita la censura social porque brinda una posibilidad de pasar inadvertidos”, afirma.

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